comienzo

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Minho era un gatito callejero que rondaba por las calles día a día, nunca le gustó la idea de tener una familia humana después de que su antigua dueña lo dejara todos los días en el patio de la casa pasando frío. Minho no quería pasar frío, Minho quería estar calentito y recibir muchos mimos.

— ¡Miaw, oye! — el maullido de otro gato callejero lo hizo girar su cabecita gatuna mientras alzaba sus peludas orejas en señal de alerta. — ¡No vayas por ahí! Dicen que ahí vive una bruja que convierte a los animales en humanos con partes de nosotros – podía conocer al gatito a pesar de que estuviese en la oscuridad, el era Lee Felix, un gatito anaranjado.

— Felix, sabes que no creo en esas cosas - Minho maulló.

— Tienes que creer, es real – el gatito menor se acercó al castaño y mordió una de las castañas orejas de este. — jishh, tienes que creer, no vayas por ahí, da la vuelta – demandó.

El pobre gato castaño negó y se giró, siguiendo su camino mientras movía sus patitas en la dirección que quería ir. El mismo callejón que Felix le advirtió no ir.

Bueno, la curiosidad mataba al gato, pero no a este gato. Minho no creía que haya una bruja que lo convertiría en humano, seguramente incluso su vida de humano sería mejor que su vida gatuna sin duda alguna.

Y de la nada, Minho perdió la consciencia.

Horas después pudo reponerse, no estaba en el callejón y estaba en una suave cama bastante bonita y estirada, fue tanta la comodidad que sintió que le fue inevitable soltar pewueños ronroneos mientras volviste a cerrar sus ojos, ¿será que su dueña antigua se dio cuenta de que lo necesitaba tanto como él la necesitaba a ella?

Pero... Esa cama no era la de su dueña.

Abrió sus ojos algo confuso mientras entraba en razón, su visión era distinta y percibía mas colores, además de aquella nariz que se filtraba en el medio de sus ojos lo ponía nervioso, ¿qué estaba pasando?

Llevó sus patitas hasta su rostro hasta que se dio cuenta de que ya no tenía patitas, sino unas pequeñas manos humanas en vez de estas. Soltó un pequeño sonidito de sorpresa mientras que examinaba su rostro con el tacto de sus pequeños dedos y la palma de su mano, no estaba entendiendo nada de lo que sucedía y eso le ponía los pelos de punta.

— Despertaste – una voz masculina lo hizo alzar su mirada con miedo. — Oh, no. Tranquilo, no te haré nada, te encontré dormido en un callejón, tenías poca ropa y te traje aquí porque parecía que tenías frio. Te cambié ropa, pero no miré nada, lo juro – Minho examinó al contrario con su mirada en completo silencio.

Era un chico bastante guapo, tenía su cabello rubio con pequeñas ondas y sus ojos eran bastante bonitos, su nariz iba perfectamencon su blanco rostro y sus labios suavemente rojizos lo hizo bajar su mirada con vergüenza.

Por otro lado, Chris no entendía de donde ese chico salió, además, era bastante extraño. El castaño tenía unas lindas y peludas orejitas gatunas sobresaliendo de sus cabellos y una peluda cola del mismo color, cuando lo vio pensó que eran falsas como una decoración pero al llegar a casa se dio cuenta de que eran tan verdaderas como la belleza del castaño.

— ¿Puedes hablar? – preguntó Chris. — Mi nombre es Christopher, pero si de te hace mas cómodo puedes decirme Chris o Chan

— ¿Cha... n? – Lee pronunció con timidez, hablar no era tan difícil pero le sorprendió oír su propia voz. — Min..ho – dijo en voz suave, para referirse a sí mismo.

— ¿Minho, así te llamas?

Lee asintió tímidamente con su cabeza, viendo como el rubio se acercaba a él y por instinto se hizo hacia atrás, notando que traía una camisa algo holgada blanca y ropa interior negra puesta. Bang rió un poco al ver la vergüenza del híbrido y se acercó para cubrirlo con las sábanas de la cama.

— Tranquilo, Minmin.

— ¿M-Minmin? – el felino alzó su mirada hacia el contrario, quien asintió suavemente con su cabeza.

— Minmin, así te diré.

Bang alzó su mano hasta llegar a la cabeza del contrario, acariciando sus cabellos y parte de sus orejitas. Minho cerró sus ojos mientras disfrutaba del contacto e inconscientemente volvió a soltar ronroneos por lo bien que se sentía en aquel momento.

— ¿Te gustan los mimos, hmm? – Chris sonrió de manera suave, iba a quitar su mano de la cabeza de Minho pero este lo detuvo, poniendo ambas manos sobre la mano del otro y la volvió a apegar en su cabeza.

— Mimos... – Lee pidió en voz bajita mientras refregaba su cabeza en la mano contraria.

mimos | chanhoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora