Inesperado

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P.O.V Kara Danvers

Amanecer rodeando el cuerpo de Lena era una experiencia única. Había pasado tanto tiempo lejos de ella. Añoraba su calor y la suavidad de su piel rozando la mía en la caricia más delicada que pudiese existir. Extrañaba la incomodidad de su cabello contra mi rostro cuando se movía o sus débiles quejas cuando sus sueños la perturbaban. Como arrugaba su nariz y fruncía el ceño aún dormida. Despertar con ella el resto de mis días era lo que más deseaba en esos momentos. Aun así, no era de esta forma que deseaba que volviésemos a unirnos. No con la amenaza de una sociopata que deseaba matar a la ojiverde y a su familia. No quería que una fuerza externa nos empujase a refugiarnos en la otra. Yo quería que lo decidiésemos. Porque ¿que ocurriría cuando no hubiese nada empujándonos a buscar consuelo en la otra? ¿Se acabaría todo?

Luthor estaba aún dormida. La habitación conservaba el frío de la noche aún cuando eran casi las once del medio día. Llevaba una hora despierta, y aunque había intentando de una y mil maneras volver a dormir había sido imposible. Solo deseaba mirarle. Confirmar una y otra vez que ella estaba bien: conmigo, a salvo. Acaricié su cabello con mis dedos,
desplazando luego mi mano para acariciar su frente y trazar el puente de su nariz.

Ella estaba tan tranquila, tan en paz. Era como una pieza de arte en exposición y yo era la única persona con el privilegio de observarle. La Lena de estos días siempre se veía alerta y cansada. Era notable, en las ojeras bajo su ojos, que apenas conciliaba el sueño. Eso me rompía el corazón: ella había sufrido lo suficente. Si, había hecho cosas ilegales en el pasado, no pero había pagado el precio por ello. Todos hemos cometido errores. Ella deseaba ser mejor que la mujer que era antes de ir a prisión. Lo veía en sus desesperados intentos por sacar adelante la empresa y limpiar el nombre de su familia.

Winn me había escrito que le debía más de lo acordado. Al parecer, cuidar de Lex durante esas horas, había sido una tarea cansina. El hermano de Lena tampoco era la persona más sociable y amable del mundo. Un segundo texto me llegó minutos luego. La señora Lilian estaba en observación aún y los doctores no prometían nada. Dejé el celular a un lado y me coloqué sobre mi costado observando el rostro de la pelinegra.

Habían tantas palabras que morían por salir de mi boca. Pero no era el tiempo correcto, no podía pretender hablar de un futuro cuando todo parecía tan incierto. Hablaríamos luego. Cuando Melissa ya no fuese una amenaza y la familia Luthor estuviese fuera de peligro. Solo entonces mi ojiverde sería capaz de pensar de forma objetiva y dejarme saber si su última decisión era que saliese de su vida. El solo pensamiento me aterraba, pero estaba dispuesta a hacerlo. Nuestro amor no podía convertirse en una relación enfermiza.

Me había costado darme cuenta de lo errado de mi comportamiento en los últimos meses. Observar todo lo que estaba haciendo Melissa debido a su obsesión con Lena había abierto mis ojos. Toda la noche estuve pensando en ello. No deseaba presionar nada, ni ir en contra de la voluntad de Luthor. Ya demasiadas personas habían elegido ese camino. Iniciando desde su padre cuando se metió en su relación con la castaña hace años. Yo deseaba mostrarle que, por qué le amaba, era capaz de alejarme y respetar sus decisiones.

Lena comenzó a moverse sacándome de mis pensamientos. Moví mi mano, dejando de acariciar su cabello. Ella frunció su boca ligeramente, lamió sus labios y comenzó a abrir sus ojos. Era todo un ritual observarla. Sus ojos verdes fueron directo en busca de los míos. Lo sé porque al encontrarse con mi mirada una sonrisa, llena de agradecimiento, iluminó sus facciones. Luthor levantó una mano hasta mi mejilla sin dejar de verme. La caricia era suave, casi como una reverencia.

-Gracias.- susurró

-Siempre voy a estar para ti, Lena.- le recordé y su sonrisa se hizo un poco más grande. Yo amaba a esta mujer.

Mimetismo (Complete)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora