Prólogo

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El chico de de 16 años había ya empacado lo necesario para sobrevivir en aquel lugar que lo iban a enviar: su chullo, 2 sudaderas de un color azul oscuro, 3 camisetas blancas sin estampado, un libro para anotar todo lo que odiaba. Iba a irse en unos cuantos minutos pero lo meditó, ¿Por qué carajos va a ir? Era un caso perdido

-Craig-Llamo con su suave voz la progenitora a su hijo abriendo el cuarto-Ya vamos, llegaron los de la rehabilitación-

-No voy a ir-dijo con decisión el menor-

-Craig, ya hablamos y accediste-contestó con firmeza

-Pues me arrepiento-empezó a alzar la voz, quizás porque no había fumado sus 3 cigarrillos matutinos

Unos hombres vestidos de blanco llegaron a su habitación al oír que el muchacho alzó la voz

—Chico,  firmaste el contrato—se empezó a acercar uno de los hombres, con lentitud como si de una fiera se tratará
Craig le lanzó para huir, sin embargo fue retenido por 2 de los trabajadores, quien el más fuerte lo alzó mientras el moreno empezó a patalear de un manera salvaje

Lanzaron al muchacho de la parte de atrás del camión, no tendrían de porque haberlo hecho si el muchacho hubiese bajado pacíficamente, pero siempre se arrepentían cuando llegaban

—No se preocupe señora, su hijo estará bien. Solo si se deja ayudar, mkay—habló de quien parecía ser el jefe

Craig se subió en el asiento que hay pegado en las paredes del carro para así llegar a la única ventana que hay en esa parte del carro, pudo ver a su hermana de solo 12 años con quien cruzó miradas, la pelirroja le lanzó una mirada de enojo y desilusión. El mayor solo pudo suavizar su ceño, y se dejó caer para luego, sentir como el carro empezaba a moverse. Se echó en el asiento y presionó sus piernas para consolarse. Les había fallado a todos

Adicción - CreekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora