DOS

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La terapia grupal acabo, Mccormick paso su brazo derecho alrededor del moreno

—¿Qué te toca?—preguntó el rubio de ojos azules

—Terapia individual—contestó sin decir mucho

—¿Y bien?—una burlesca sonrisa apareció en la cara del pobre

—¿Y bien qué?—Una expresión de fastidio adorno la cara del más bajo y sus palabras salieron con un tono molestó

—Oh vamos, te gustó el rubiesito, vi como lo mirabas—Aclaro la duda a lo que Craig solo rodó los ojos para dirigirse a las escaleras—Dios, por favor. ¿Las pecas no lo hacían ver adorable?—preguntó

—parecían pequeñas estrellas del espacio—contestó el pelinegro tratando, inútilmente, de ser seco

—¿No daban ganas de abrazarlo?—

—Cada vez que temblaba—

—¿No te imaginaste el tamaño de su...?—no concluyó la pregunta para que el moreno se fuera

—¡Estas enfermo Mccormick!—gritó el muchacho del chullo mientras sacaba el dedo corazón. Iba a llegar tarde a su sesión

Iba bajando rápidamente las escaleras, el ascensor lo había dejado y tenía que llegar en poco tiempo. Fue cuando su cajeta de cigarrillos cayó al suelo, lo recogió y le dio una ojeada; alzó su mirar y vio que en las escaleras no había detector de humo

—Solo uno—se mintió a si mismo, sabía que si empezaba no acabaría sino hasta acabar la cajeta completa pero aún así lo encendió. Puso el cigarrillo en su boca e inhaló con fuerzo—Coño...si...—le presión lo había dejado y nuevamente la brevedad de placer del cigarro apareció

—Me das asco—oyó un voz diferente. Su corazón acelero anormalmente al oírlo, botó el aire con pesadez antes de mirar al invasor. Era nada más ni nada menos que aquel nervioso muchacho que había llamado su atención—Vienen aquí para cambiar para no hacen el esfuerzo. Hipócritas de mierda—lanzó el pequeño rubio mientras temblaba. Bajo las escaleras pasando al pelinegro

Craig apago su cigarro y frunció el ceño. No lo conocía, no tenía derecho a juzgarlo así, ¿Verdad?.
El timbre sonó alertandolo

—¡Mierda!—maldijo pues aún le faltaba como 2 pisos para llegar al salón correspondiente

[×]

—Muy bien, M'kay. Aquí nadie te juzgará, ¿M'kay?. Relájate y explica la razón de tu adicción—Habló el mayor vestido de camisa verde. Craig lo miraba incrédulo, no podía creer que alguien fuese tan cabezón

Craig suspiró—Mi padre siempre fue algo, "indiferente". Mamá decía que tenía que ser agradecido pues, aunque no fuese mi padre, era la única figura paterna que tenía—empezó a explicar—Siempre trate de hacer cosas para enorgullecerlo, pero...—un nudo en su garganta lo obligó a parar si no quería llorar

—Todo va a estar bien Gary—vio sus anotaciones para corregir—Dijo, Craig, M'kay—

—No... el decía que llorar era para niñas y maricas—las lágrimas empezaron a aparecer—Me pegaba cada vez que lloraba así que decidí, callarme—confesó—Él decía que su padre era peor pero...—el menor rompió en llanto, tapó su boca para tratar de callarse
Pues odiaba llorar, gracias a su padre: lo hacía sentir débil

Adicción - CreekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora