Capítulo 4.

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Que comience la acción...

Enjoy ;)

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El sonido estridente de una armónica me sacó de repente de mi ensoñación y, al regresar al presente, me di cuenta de que había recorrido todo Gangnam High Street completamente en las nubes. Con la intención de dejar de soñar despierto con Yoongi y centrarme en la realidad más importante de vivir mi propia vida, contemplé la figura familiar de Kyungsoo músico callejero local y genio de la armónica cuyo sitio favorito es el final de la calle donde se encuentra mi librería. Después de darle doscientos wones y un Kit Kat que llevaba en la mochila —le encantan esos chocolates— me dirigí al cruce donde empieza el callejón que conduce a mi tienda.

Al salir de High Street me vi envuelta casi de inmediato por una reconfortante calma, ya que el número de personas que me rodeaba se redujo drásticamente a apenas un puñado. Siempre me había asombrado que, con solo alejarse unos diez pasos de la avenida, uno pudiera escapar del ruido y del bullicio tan pronto. Pese a que sabía que Gangnam mantenía allí abajo todo su escandaloso y colorista esplendor, ahora me sentía a un millón de kilómetros de distancia.

El callejon en el que está mi librería también tiene sus mercadillos, pero son sobre todo de fruta y hortalizas, así que, aunque está animada, no puede compararse con la concurrida arteria principal.

Al pasar por el puesto número cinco sonreí a Johno. Es mi frutero, y vende los higos más frescos y deliciosos que he tenido la suerte de probar jamás. En cuanto paso los puestos de fruta la calle adquiere un aspecto más residencial, con sus bonitas casas de ladrillo cuajadas de macetas colgantes, casi todas con tiendas en los bajos, como la mía. Hay una especializada en vinilos antiguos, en la que se venden discos de los años cincuenta, sesenta y setenta; una que ofrece disfraces y una peluquería, además de mi librería: Gangnam Book Emporium. Ya tenía ese nombre cuando la compré, debo decir, y, si bien el local está en Gangnam, el interior dista mucho de ser un «emporio», dado su reducido espacio. No obstante, por mucho que ese nombre me desagrade, mi negocio tiene una reputación consolidada, así que lo he mantenido con valentía.

Ojalá hubiera mantenido con igual valentía mi decisión de cancelar las clases con Yoongi, me dije mientras sacaba de la mochila un manojo de llaves y seleccionaba la correcta para abrir la tienda. De haberlo hecho, no estaría en la calle recordando en ese momento el leve dolor de trasero que aún sentía por el episodio de la fusta.

Sin embargo no lo había llamado para anular las clases, desde luego que no.

Yoongi me gustaba a rabiar, ¿por qué iba a cancelarlas? No es por justificarme, pero lo intenté varias veces. Hasta marqué el número completo en dos ocasiones, claro que en ambas me acobardé y colgué en cuanto oí el tono de llamada. La cuestión era que, además de atraerme muchísimo, Min Yoongi alteraba un poco mis nervios y, por esa razón, me preocupaba lo que podría decirme si le proponía cancelarlas. Así pues, al final me armé de valor y volví a clase el viernes siguiente.

Para confundirme aún más, Yoongi se portó de forma completamente profesional durante la siguiente lección. No hubo miradas inquisitivas ni preguntas sobre mi estado civil, y empecé a cuestionarme si mi mente calenturienta habría imaginado todas aquellas cosas durante la primera clase.

Al cabo de varias semanas mi destreza al piano mejoró a ojos vistas, y fui relajándome poco a poco en presencia de Yoongi. Él no intentó nada ni volvió a insinuarse, por lo que decidí comportarme como un adulto y procurar verlo solo como mi profesor particular, nada más.

SU LADO OSCURO | YOONMIN | [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora