Amistades Colegiales [Finalizada]

Club de solteros

Sus ojos celestes ya no soportaban ni un minuto más estar allí, menos cuando la noche anterior no había dormido lo suficiente al igual que sus compañeros. A todo momento sentía que estaba por caer dormida, no estaría tan cansada de no ser por que se quedó viendo mangas online que la joven de pelo castaño le recomendaba.

Ambas estaban sufriendo esa falta de sueño, mas la mayor que tan solo se mantenía despierta por ver manilillas del reloj avanzar cerca de dar con el horario de salida.

Nunca antes había deseado tanto que la campara sonara. Siendo el último día de clases, quería gritar de la emoción y salir corriendo de allí para ser libre luego de que el último esfuerzo dado para no desaprobar ninguna asignatura la tuviera agotada.

Tenía la suerte de haberlo logrado, no tenía nada pendiente, y todo por la ayuda de Jessie que no solamente la ayudó a ella sino también a los mellizos y al extranjero, aunque este último hubiera rechazado su ayuda.

—Tan solo unos minutos más y se callará este viejo…. Solo unos minutos más… —repitió en su mente una y otra vez ansiosa y con sus ojos persiguiendo las agujas del reloj que no paraban de avanzar lentamente.

Logró soportar los escasos minutos para que la campana sonara. Como si el sueño se desvaneciera de repente, fue la primera en levantarse con su mochila colgando de uno de sus hombros, con una gran sonrisa en sus labios y sus manos como puños por encima de su cabeza.

—¡Woohooo! ¡Hasta nunca, desgraciados! —soltó una sonora carcajada mientras corría hacia la puerta buscando escapar de lo que varias veces llamó “cárcel”.

Seguido de Penny, otros estudiantes salieron apresurados sin importar a que o quienes empujaran.

El salón se llenó de gritos desesperados de la emoción que les causaba las vacaciones y poco minutos después se quedó en silencio. Los únicos que quedaban allí: Jessie guardando y ordenando todo en su mochila; Leon que se debatía en si hablar con ella, la sentía distante; Nita que contenta estaba lista para irse, pero esperaba a su hermano; y Sandy que recién despertaba de sus largas siestas en clase.

—Jessie —el moreno susurró el nombre de la pelirroja tímidamente, no quería que nadie más lo escuchara. Creía que debía de disculparte, otra vez, aunque ya lo hubiera hecho anteriormente y hubieran vuelto a ser amigos.

—Leon, no es necesario. —sus ojos esmeraldas observaron a su amigo de manera comprensiva y dulce al igual que su voz. Por el tono que el más alto usó, supo a que se refería— Espero verte en la fiesta de despedida de Emz este fin de semana. Irás, ¿no?

—S-sí, iré, ¡todos irán! —sus nervios se apoderaron de sus palabras haciéndolo tartamudear— Pero no quiero que te vayas aún, tengo que hablar contigo.

—Oh, no, no puedo ahora, tengo que llegar rápido a casa y ayudar a mi madre con algunas tareas. —inventó una escusa a la vez que tomaba su mochila y se la colocaba en la espalda— ¡Nos vemos, chicos! —se despidió de los que aún quedaban allí.

—Adiós, Jessie. —respondió vagamente el de gorro morado.

—¡Adiós! —Nita se despidió con su mano y volteó hacia Sandy cuando escuchó chocar nuevamente su cabeza contra la mesa— ¡Hey, despierta!

Como otros días, Leon pasaría la tarde junto a su hermana, la pirata y el árabe por no haberle enseñado aún el pequeño parque de atracciones en la ciudad. Le gustó la idea, originalmente de su hermana, aprovecharía para pasar tiempo con ella como lo hacían de niños y de paso se acercaría más al joven que tanto le atraía.

Pero, ahora, su corazón le pedía que fuese con la tierna pelirroja que varias veces lo dejó pensando y curioso por un romance con ella por más que no se lo imaginara a largo plazo y ni siquiera incluyera besos.