Pérdida y error

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¿Por qué no pudo quedarse quieto en su lugar sin hacer nada más que conversar como los amigos que eran? No, no pudo y ahora se arrepentía. En lugar de eso, se le ocurrió una magnífica idea: embriagar a su amigo con un juego. Hubiera sido mejor no hacerlo, pero en el momento le pareció lo mejor para desesperadamente conseguir lo que quería, no pensó en más.

Aquel joven con su consciencia levemente disminuida aceptó, quizás por no querer arruinar la inocente sonrisa de Leon que ocultaba sus malas intensiones. Cada vez que lanzara una moneda y cayera dentro del vaso vacío de Bull colocado en la otra punta de la mesa, Sandy debería de tomar un corto trago de su copa, en el caso de que fallara sería Leon quien bebiera.

En ese momento, sonrió al saber que ganaría, pero ahora se discutía a sí mismo: ¿Por qué besarlo, querer probar esos labios tantas veces como los tragos que le hizo tomar esa noche, se había vuelto una necesidad tan fuerte? ¿Desde cuándo se volvió así?

No sabía por que a su curiosidad le parecía tan llamativa esa idea cuando ambos eran hombres. Quería creer que la razón era por que mente seguía confundida pensando que era una mujer, no había forma en que le gustara luego de que tantos años no hubiera sentido nada por nadie y su mirada fuese atrapada por los botones de la camisa o las cortas faldas de muchas chicas.

Aún así, allá, su mente imaginó como se sentiría besarlo, probablemente sus labios eran tan lindos, cálidos, suaves y adictivos como él y con el sabor de la dulce bebida que poco a poco lo atontaba y perdía cada vez más con cada sorbo.

Sandy iba por la tercera copa y él seguía lanzando con presumida confianza que presenció otra victoria en los golpecitos de la moneda contra el vidrio, eran como unas bellas campanadas que le anunciaban al menor de ellos que era momento de otro trago. Con eso, la tercera copa quedó vacía solo para ser llenada nuevamente por el antropomórfico a pedido del de estrella.

Desconocía en que momento había ganado tanta atención como para que un grupo lo suficientemente grande para avergonzarlo los rodeara y, por fin, fallara aceptando indignado a tomar el primer trago de su copa. Ahí fue cuando Sandy se negó a seguir, estaba a su límite y un poco más bastaría para quedara como Bull.

La diversión de ambos se había convertido en el entretenimiento de muchos. Leon estaba molesto por no poder lograr lo que quería ante lo humillante que sería al hacerlo en frente de todos, mas las miradas llenas de adormilado cariño del menor que encendían el rojo de sus mejillas no pasó por alto para la joven zombi que estaba allí junto a su pareja.

Hizo una pregunta que no fue escuchada por el mayor de ellos al no prestarle atención por el odio y envidia que le tenía, por la respuesta de su amigo supo de que trató.

—¡No, no lo haría! —respondió entre risas para luego apoyar su cabeza en su mano y dirigirles esas acarameladas miradas que volvían loco al más alto— Aunque, sí… es lindo y tierno… no lo sé. —suspiró con cierta desilusión volviendo a mirar a la alta mujer— Quizás lo besaría, pero somos amigos. —su tono de voz alegre pero cansado y risueño ya decía solo sobre su estado.

Esas palabras llegaron a dolerle aunque sabía que no era Sandy el que hablaba sino el alcohol, incluso lo había escuchado hablar en su lengua materna para luego repetir la misma oración en el idioma que entendían. Entre enredos de palabras y argumentos mezclados con risas, su opinión o contradiciéndose, estaba intentando que dejaran de insistir hasta que sus ojos se encontraron con Max y Bibi, parecía no poder negarlo en frente de ellas.

Quiso que parara, muchos ya sabían lo cercanos que se habían vuelto por publicaciones o simples charlas con la zombi. Era inútil seguir actuando como su amigo cuando el único que parecía creerlo era el de tez rojiza que hasta ebrio seguía repitiendo escusas que una vez escuchó de Leon.

Amistades Colegiales [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora