Llegó el día, nos hicimos amigos, hablábamos, llegaste a mi departamento y nos hicimos cercanos. Los días contigo estaban llenos de sonrisas y sobretodo, mi corazón latente aún sabiendo que le pertenecía a otra persona y así estaba destinado a ser. Entendí por qué le agradabas a todo, con fundamento, no sólo un guapo rostro e historias divertidas e interesantes que buscaban un final tan glorioso o mejor que el comienzo y su desenlace.
Fuimos al viaje que propuso a una granja local en las afueras de Tokio. Un lugar precioso, nos comentaste que tus tíos solían vivir ahí y como les comentaste tu sueño de convertirte en un gran abogado graduado de la mejor universidad del país entonces las llaves de la pintoresca vivienda fueron dadas a él y al personal que cuidaba los alrededores.
Dormí con Miyaki, mientras dormía con SiCheng y Yukhei, nada especial más que cosas de hermanos a pesar de que la casa era extremadamente gigante, acostumbrados a las personalidades de cada uno, no queríamos dormir separados. Sin embargo, mi mente daba vueltas y yo no podía conciliar el sueño. Las noches comenzaban a ser frías, aún más en estos lugares que se podrían ver baldíos a cierto punto, mucho pasto, mucho oxígeno. Ví la silueta de Yuta Unos pasos más adelante, luego como giraba su rostro a mí y me saludaba en medio de la noche con su brillante sonrisa.
Nos sentamos en el pasto justo en frente de la casa, apreciando las luciérnagas que danzaban a la luz de las estrellas haciendo un bonito compás.
– Terminé con Sana. - Espetó en un suspiro.
– ¿Porqué?- Inquirí.
– Estoy enamorado de otra persona, no soportaba verla mientras pensaba en la otra, aunque ella no me quiera, no podía hacerle eso a mí corazón. - Asentí, pues pensaba en terminar con Hendery para no herir más su corazón.
– Es extraño. - Mencioné – Te veías feliz pero creo que así no funciona el corazón.
Esa noche entendí que no era tu tipo, que en ninguno de los sentidos era yo y que tú corazón no era mío.
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tokio; Nakamoto Yuta
FanfictionEn una ciudad que una vez me abrazó con calidez para cumplir mis sueños, ahora me despide con un sabor amargo en los labios. Dejándome un corazón a medias que también está roto.