Odiaba la cerveza.
El líquido fermentado de color dorado translúcido me causaba náuseas cada vez que entraba en contacto directo con mi boca. Mi sistema gustativo no se acostumbraba al fuerte amargor, más bien lo rechazaba hasta que la narcótica sensación de bienestar se instalaba en mí tras haber consumido una cantidad razonable. Realmente no comprendo a quien bebe el tóxico justificándolo con su sabor, pero sí a aquellos que lo hacen buscando su efecto calmante. Porque todo parece mejor con los sentidos desconcertados, y aquella noche yo estaba muy confundida.
Arrugué la nariz al llevarme la botella a los labios, tragué el líquido evitando la espuma, y cuando no hubo más que beber me sentí tan desocupada como ella, que era la ultima, muy a mi pesar. Con dificultad la puse junto a las otras diez que yacían sin contenido encima de la mesa del salón, y me recosté sobre el sofá mirando a un punto incierto. Mi mente colmada de pensamientos, y al mismo tiempo sin poder reflexionar adecuadamente sobre nada en concreto.
Estar ebria era una salvación, o al menos así lo sentía yo cuando el alcohol se tragaba mis preocupaciones más penosas. Como un balsámico atenuante, la paz que la sobriedad no me brindaba. Pero a la vez me condenaba, pues de alguna forma me desinhibía, haciendo de mí un ser vulnerable e impulsivo, necesitado de límites para evitar errores como el que estaba por cometer.
Encontrándome embriagada no podía pensar en nadie más que en mí misma, y aunque odiaba admitirlo, estando ebria, por mucho que quisiera evitarlo, era egoísta, aventurada y dañina. Jodidamente peligrosa.
No solía ser alguien vehemente en mis cinco sentidos, pero no estaba para meditar demasiado después de que mis dos únicos amigos se hubiesen marchado a disfrutar de la noche, juntos, dejándome a mi encerrada en casa, que me parecía el peor lugar del universo para estar en aquel instante. Y cuando recordé al ver mi teléfono la llamada que acababa de realizar, mi confusión se hizo enojo, hasta un punto que rozó la furia. Me sentí ridícula ahí sentada, y de repente me arrepentí de haberme dejado convencer tan facil. No lograba comprenderlo. ¿Qué me había pasado? ¿Cómo podía haber pensado siquiera que formar parte del condenado "We got married" tampoco sería tan malo? Tenía que arreglar esto, y podían joderle a Taehyung y a aquellos hermosos ojos que me habían retado antes. Podía reírse de mi o llamarme floja, que yo no iba a poner un pie en el plató de ese puto programa.
De un movimiento brusco que lo hizo todo tambalearse a mi alrededor, me incorporé para tomar el móvil con intenciones de enmendar mi error. Parpadeé fuerte un par de veces, pues se me hacía difícil distinguir los nombres de cada contacto que tenía agendado, y justo cuando fui a pulsar el pequeño icono con forma de reloj para ojear mis recientes, uno de ellos, un apodo cariñoso acompañado de un emoji que era un corazón morado me distrajo.
Mantuve la vista sobre el nombre de Jung HoSeok (o Hobi, como yo lo guardé en su día en mi lista), y de pronto nuestras vivencias que después de un tiempo se habían convertido ya en recuerdos me bombardearon. Una sensación de malestar me comió por dentro. En ese instante descubrí que podía ser una persona horrible algunas veces, pues después de todo lo que aquel hombre hizo por mí algún día, yo no había sabido pagárselo con nada, excepto la ignorancia y el desapego extremo.
Pero es que nadie te explica cómo reaccionar después de lo que él hizo. No existe un manual exclusivo de instrucciones sobre cómo manejar una maldita declaración de amor, y menos una como la que aquel día ese idiota se atrevió a dedicarme, con un cigarrillo entre los dedos, después de uno de nuestros encuentros, que de románticos tenían lo mismo que de castos por acuerdo de ambos (y aseguro que esto era absolutamente nada). "Ari... Tenemos que hablar", había empezado su monólogo, y después de esa frase, por el tono en que lo dijo, yo ya supe que la relación que manteníamos se había ido por completo a la mierda.
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WE GOT MARRIED | kth, pjm.
FanfictionEnamorarte de tu hermanastro no es algo fácil de sobrellevar, menos aún si él ya mantiene una feliz relación con tu mejor amiga. JoonAri es una joven amante de la lectura y con demasiado carácter a quien parece atraerle lo prohibido. ¿Cuántos golpes...