Si de los errores se aprende, entonces yo era catedrática en cagarla.
Cuando dormía se me hacía especialmente bello. Con la cabeza y la palma de mi mano apoyadas sobre su pecho desnudo, el vaivén de su respiración me balanceaba. Subía y bajaba a un ritmo lento. Me hacía sentir tranquila. Nuestras piernas se enredaban, sus brazos me envolvían, sujetando suave mi cintura, como en una señal de afecto. Como si, aún sumido en aquel estado de adormecimiento, se negase a dejarme ir.
Llevaba despierta un rato, pero no me había atrevido a moverme. No quería molestarlo, además de que era bastante temprano.
Hacía tan solo un par de horas desde que nos decidimos a dormir, pero yo en ninguno de mis intentos conseguí hacerlo por más de diez minutos seguidos. Estábamos aún en el salón, ambos sobre el sillón de tres plazas. Nuestros cuerpos desnudos se pegaban el uno al otro, el mío descansando un poco sobre el suyo. Y por si aún se preguntan qué hacía yo durmiendo al lado de este hombre, bueno, pues HoSeok y yo tuvimos sexo finalmente —como era de suponer—, y mis intentos fallidos de conciliar el sueño no fueron causa de simple insomnio, yo nunca había tenido de eso. Más bien el responsable de mi desvelo, era un sentimiento de culpa que me inundaba, haciendo que la inseguridad se adentrara en mis pensamientos en forma de preguntas como: ¿qué harás si te mintió? ¿Y si en realidad sus sentimientos aún permanecen? ¿Qué tal si solo te lo dijo para convencerte de seguir adelante?
En caliente todo se me hizo muy fácil. Con sus manos recorriendo mi piel y su boca jugando con mi cuerpo, sometiéndome a la más linda tortura que jamás hube conocido, no encontré problema en concentrarme en lo que yo sentía, sin preocuparme ni un segundo en qué estaría viviendo él. Y no digo que ahora me arrepienta, disfruté demasiado de nuestro reencuentro, necesitaba que esto ocurriese. Simplemente me hallaba confundida, pues ni el más discreto de todos nosotros puede ocultar el brillo en sus ojos cuando observa a la persona que causa el caos en su mente, y a mí los de HoSeok no solo me parecieron brillantes; mientras me tocaba los suyos resplandecían enloquecidos, quería pensar que de deseo solamente, pero algo me decía que también de aquel amor que un día me confesó.
Reafirmé entonces, y esto era lo que me tenía tan inquieta, que por mi parte era algo egoísta, porque estaba utilizando a otra persona para llenar mis putos vacíos, los que me causaba amar y no ser correspondida. ¿Por qué tenía que ser tan tonta? Uno de mis actuales autores favoritos, que aún firma como anónimo, dijo un día que los inteligentes disfrutan de su soledad, los demás la llenan con cualquier persona. Por ende, aunque Jung HoSeok significaba mucho para mí, lo que había hecho me convertía en una estúpida, y a él en un cualquiera de aquellos. Porque sí, follamos, y estuvo bien, lo reconozco. Pero él no era a quien yo realmente quería.
Sus caricias complacían mi piel, pero no hacían cosquillas a mi alma.
El agarre de sus manos sobre mi cintura acompañado de un suave movimiento que hizo al cambiar de posición, fueron los encargados de sacarme de mis pensamientos. Alcé la vista para ver su rostro, y presencié cómo sus párpados se despegaban poco a poco. Su pecho ascendió cuando entreabrió los labios para tomar aire, y en el momento en que su gesto adormilado se llenó de luz cuando pudo reconocerme entre sus brazos, yo sentí una punzada atacarme el corazón por mi delito.
Despertar a su lado era como un regalo que jamás aprendería a valorar.
—Buenos días— Saludé en un débil susurro. Como recompensa, mi amigo me ofreció una sonrisa pequeñita que yo correspondí con cierto pesar.
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WE GOT MARRIED | kth, pjm.
FanfictionEnamorarte de tu hermanastro no es algo fácil de sobrellevar, menos aún si él ya mantiene una feliz relación con tu mejor amiga. JoonAri es una joven amante de la lectura y con demasiado carácter a quien parece atraerle lo prohibido. ¿Cuántos golpes...