[Park JiMin]
—Dale otra vez —pedí a mi asistenta, justo cuando terminó la reproducción del vídeo que veíamos.
Estábamos en el salón de su apartamento, un ático en el centro de la ciudad en el que descansábamos con nuestros estómagos completamente llenos, después de una comida a la que la invité. La estancia era un pequeño y acogedor salón de renovadas paredes revestidas con boiserie color beige, que conservaba un atractivo diseño vintage a pesar de haber sido sometido a cuantiosas reformas con intenciones de modernización. Previamente perteneció a sus padres, según me contó, de ahí que la mayoría de objetos decorativos e inmobiliario tuviesen más de dos décadas de antigüedad.
Ella afirmaba que no le gustaban, que los conservaba solamente por la significación histórica que tenían dentro de su familia, no obstante, estoy seguro de que también por su valor estético y su singularidad. Eran verdaderas reliquias. Apuesto a que conseguiría bastante dinero si algún día se decidiese a venderlos, pero claro, desde que trabajaba para mí, YongSun ya no lo necesitaba.
—JiMin, es la tercera vez que me lo pides. ¿Pretendes memorizarlo acaso? —Se removió un poco entre mis brazos, buscando una postura más cercana.
En respuesta, yo rodeé su cintura con algo más de vigor.
Nos hallábamos tumbados sobre el cómodo sofá color canela que ocupaba gran parte del espacio, ella delante de mí, entre el hueco que dejaban mis piernas entreabiertas. Mirábamos hacia la pantalla del televisor mientras reproducíamos las grabaciones de las candidatas entrevistadas, tratando de elegir a la afortunada que me acompañaría durante el tiempo que se prolongase la decimosexta edición del programa.
—Vamos, noona. Si no quieres ponerlo entero, ve a cuando define lo que es el amor para ella —le supliqué, pero ella volvió a negar con decisión. —Porfa. Hazlo y te daré otro masaje —entoné con travesura, a la vez que bajaba la cabeza para susurrárselo al oído. Tal y como esperaba que sucediera, noté cómo se estremeció cuando, lentamente, arrastré mi nariz por los mechones rubios de su cabello lacio suelto, muy cerca de su oreja. Como siempre, olía a flores. Una experiencia aromática intensa con toques dulces, que se me hacía muy agradable, y por qué no, también muy femenina.
Mientras, mis manos fueron a sus hombros, sobre la tela de mi vieja hoodie negra —que le quedaba enorme, por cierto—, lugar donde previamente había masajeado con fines de quitarle algo de estrés.
—Suena tentador... —musitó con una lenta voz envuelta en la sensualidad, tirando su cabeza hacia atrás, sobre mi pecho, provocando con esto mis hormonas. Pero justo cuando iba a comenzar a presionar para ofrecerle aquella placentera fricción fundada por mis dedos, se separó y me detuvo, girándose para mirarme. —...pero no, gracias —recibí la ligera y superficial caricia que dio a mi mejilla, dejando salir mi labio inferior un poco; un puchero de lastima simulada que pretendía ablandarla. El gesto la hizo soltar una pequeña risita juguetona que casi me contagia. —No hagas eso, idiota —protestó, golpeando suavemente mi pecho como reprimenda. —Sabes que quiero, y más que nada necesito ese masaje, pero aún nos quedan unos cinco vídeos por revisar. Bastante irresponsables hemos sido saliendo a comer, pero claro, a ver quién te dice a ti que no con lo cabezota que eres —viró sus enormes ojos color chocolate antes de levantarse de mi regazo para quedar sentada sobre el sofá, y esta vez fui yo quien tuvo que reír resignado.
Adoraba cuando hacía eso, cuando se tomaba su trabajo tan en serio que era capaz de llegar a rechazar aquello que le apetecía para cumplir con sus responsabilidades. Era tremendamente cabezota, y me gustaba molestarla, más que nada porque sabía cómo hacerlo.
Siempre pensé que formábamos un buen equipo. Ella aportaba la sensatez que a mí me faltaba, su juicio y seriedad eran envidiables, mientras que yo prefería tomármelo todo más a la ligera. Mi despreocupación me impedía reflexionar lo suficiente antes de hablar o actuar, y en más de una ocasión esto llegó a causarme ciertos contratiempos.
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WE GOT MARRIED | kth, pjm.
FanficEnamorarte de tu hermanastro no es algo fácil de sobrellevar, menos aún si él ya mantiene una feliz relación con tu mejor amiga. JoonAri es una joven amante de la lectura y con demasiado carácter a quien parece atraerle lo prohibido. ¿Cuántos golpes...