capítulo 4 Una niña perdida

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Alex siguió corriendo con todas sus fuerzas, temía que si aflojaba su paso tan solo por un momento aquel hombre le alcanzaría.

Era un hombre extraño, un demente.

Sus pulmones ardían por el esfuerzo, Alex se rindió ante la demanda de su cuerpo, se escondió debajo de un gran árbol para poder descansar y recuperar el aliento.

- ¿Como fue que pasó esto?

Alex se hacia la pregunta una y otra vez dentro de su cabeza pero no podía encontrar una respuesta.

De todos los adultos que el había conocido definitivamente este era el más extraño.

¿Que había sido todo eso? Aparentemente ese hombre le había llamado con un extraño nombre. Lincoln, Alex nunca había escuchado ese nombre, ese hombre se había dirigido a él con ese nombre.

Al principio no pareció algo extraño, lo primero que Alex pensó es que le habían confundido con otra persona.

Si ese era el caso solo se trataba de una simple confusión, si lo pensaba con calma el hombre lo había confundido con su hijo, si ese era el caso entonces ese tal Lincoln debía de parecerse ha el.

El podía vivir con eso, lo que no podía tolerar es que el hombre que el nunca había conocido en toda su vida le abrazara de una forma tan extrema, el no le conocía, si el hombre fuera un conocido o un familiar, el no le molestaría ser abrasado por el.

Alex se dejó caer en el suelo con cansancio, esté día había empezado como una mierda por culpa del hombre del orfanato, ahora un nombre desconocido le había confundido con alguien y le había abrazado sin permiso.

- Parece que todos los adultos están locos.

Alex repitió esas palabras con cansancio, la verdad es que no era así después de todo su abuelo no era así, además de eso la hermana Margaret también era una buena persona, fuera de ellos Alex consideraba que todos los demás adultos eran raros, extraños o una basura.

El hombre que había conocido en la mañana para una amistosa entrevista era una basura.

Ahora el hombre que había conocido en el parque y le había abrasado sin permiso se había convertido en unos de los adultos más irracionales que había conocido.

Alex se levantó, ya había perdido mucho tiempo y tenía que volver al orfanato lo más pronto posible, ahora por causa de ese extraño hombre Alex tendría que comprar más cosas de las que había planeado en un principio.

Le agradeció a su abuelo dentro de su mente por haberle dejado tan grande suma de dinero para que el pudiera cubrir sus gastos, incluso la cantidad de dinero que guardaba en su caja de seguridad era un suma diminuta comparada con la fortuna que le esperaba.

El no tendría que esperar mucho para poner sus manos en esa gran fortuna, el no era estúpido claro que sabía que el dinero era indispensable, al pensarlo se regaño así mismo.

¿Que podría hacer con tanto dinero? No había manera que el lo gastara de una manera irresponsable o descuidado como lo haría cualquier tonto de la calle, después de todo su abuelo le había dado una educación que ningún chico de quince años podría conseguir en la mayoría de las escuela.

Alex pensó en su abuelo y en las cosas que le había dejado después de dejar este mundo, por una parte estaba feliz ya que el nunca más tendría que sufrir por culpa de su viejo y desgastado cuerpo, era algo bueno. Ya que ese hombre no tendría que preocuparse nunca más por las medicinas o por el miedo a la muerte.

Aún con eso en su mente Alex se sintió mal, estaba contento por su abuelo pero por otro lado estaba un poco enojado por haberlo dejado solo en el mundo solo con la compañía de personas estúpidas y tontas.

El reemplazo. (Increible solo para mi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora