┌→ c i n c o

535 47 10
                                    

Jun guío a SeokMin hasta un lago no tan grande donde caía una pequeña cascada

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Jun guío a SeokMin hasta un lago no tan grande donde caía una pequeña cascada. El corazón del biólogo se aceleró cuando vió una vez más como el angelical hombre se desnudaba y entraba al agua.

—Entra conmigo.

SeokMin no entendía como las palabras del, aún desconocido, hacían efecto en él. Acató las órdenes sin vacilar, el dulce sonido de la voz lo dejaba en un trance de relajación.

Entró manteniéndose en la orilla, dejando espacio entre la ninfa y él, pero a pesar de ello, Jun no pensaba igual.

El de rasgos finos enredó sus brazos en el cuello, le dió una mira sincera, una que hizo a SeokMin confiar en Jun —Pudimos haber hablado sin ningún problema fuera de aquí.

—Así es más íntimo.

Habló coqueto, mordió su labio junto cuando cruzó sus piernas en la cintura de SeokMin. Lo besó antes de hablar, y antes de que acaben haciendo otra cosa que no sea charlar.

—Padre Zeus conoció a mi madre después de que Ganímedes fuera convertido en dios, tuvieron una corta relación, y en ese amor crecí yo. Se suponía que nacería para ser un dios de la guerra, pero Hera supo de la infidelidad de Zeus —empezó con parsimonia— ella pudo aguantar lo de Ganímedes pero cuando encontró a su esposo con Alseide en su cuarto, no dudó en hacer dos condiciones a madre: era entregarme al Inframundo para servir al dios de la muerte y morir llevado por las almas en el río Estigia, o condenarme a un hechizo; ser una ninfa que jamás podrá ser deseada.

Jun hablaba sin rencor, parecía haberlo superado. Sin embargo, SeokMin se encontraba escuchando con atención, mirando esos grandes orbes transmitiendo intranquilidad.

—Los años pasaron, y definitivamente nadie me miraba, inclusive Zeus, si lo hacía era con asco, a pesar de ser su hijo. Después madre decidió enviarme a sus tierras, aquí con los mortales, fue un regalo que jamás podré pagar. Ella hizo todo para mantenerme a su lado, se las arregló para sacar a toda ninfa que me mirara mal o rara.

Terminó, acariciando las hebras cortas de la nuca.

—Eres hombre, ¿no debiste de ser sátiro para tu deseo? —Cuestionó.

—Me veo como un hombre, pero creeme, puedo darte quince hijos tanto como una mujer.

Aquel comentario, que tenía verdad y a la vez sarcasmo, hizo endurecer a SeokMin.

Imaginar bebés con aquella hermosura ¿Si tuviera uno con Jun, se parecería a él o a Jun?

No tenía una respuesta clara, y no sabría si sería contestada, pero justo en ese instante quería tomar al inmortal griego.

Empezó besando la regía boca de Jun, dando pase a su cavidad, y amasando las nalgas bajo las calidas capas del agua. Estaban muy juntos, al borde de frotar sus duras erecciones.

Estuvieron un rato así, tocandose, explorando los recónditos lugares que sus manos pudieran tocar, deseándose cada vez más, hasta que Jun empezó a sentir el comienzo del clímax.

Salieron del pequeño lago, para seguido, ocupar un espacio en el brillante césped. Jun no dudó en inclinarse con la cabeza en el suelo y mostrar su orificio entre las redondas nalgas.

Cerró los ojos al sentir besos en la espalda, y luego en cada glúteo, estaba preparado para darle la bienvenida al gran amigo de SeokMin pero lo que sintió fue humedad. Se arqueó y gimió cuando la lengua pasó por la abertura, así como unos besos también, los gemidos fueron constantes por la intromisión de ese músculo húmedo.

Cuando SeokMin se cansó de jugar con la lindura, insertó la punta en Jun, movió las caderas con delicadeza, viendo desde arriba como su miembro es absorbido por el cálido túnel hasta el final.

El vaivén fue extinto por múltiples golpes que tocaban aquel delicioso lugar de Jun, los gemidos-gritos y el sonido de sus pieles húmedas chocando se sintonizaban en el silencio bosque.

— ¡Ah! Sí, tómame —gemía.

Las aves dejaron de cantar, el viento de soplar contra las hojas y los peces de chapotear, querían ser testigos de un comienzo en el cual ellos no estaban de protagonistas.

Jun hacía puños en el césped, lágrimas de placer recorrieron su rostro, y un pequeño rió de saliva salía por la comisura. SeokMin había obstruido su orificio uretral, aún no quería que obtuviera el orgasmo, debería de estar enojado pero todo lo que conlleva SeokMin le exitaba.

SeokMin acarició la espalda lechosa, pensar una vez más en Jun con el vientre hinchado, esperando un hijo suyo, le hizo propinar unas fuertes y profundas embestidas.

Dejó a Jun liberarse con un gemido de gloria y placer, éste a cambió lo apretó tan fuerte que provocó su orgasmo al máximo esplendor. Gimió ronco en el lobulo de la oreja de Jun.

— ¿Aún crees que estoy loco? —Jadeó, dejando que SeokMin besara su cuello y siguiera dando golpes débiles para alargar su clímax.

—Yo estoy loco por ti





—Yo estoy loco por ti

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Mithology ➮ᏚeokᎻuiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora