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La luz se propinó en los ojos obscuros del castaño, su cuerpo dolía, y su cabeza aún más

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La luz se propinó en los ojos obscuros del castaño, su cuerpo dolía, y su cabeza aún más. Sin embargo, cuando se acomodó sobre sus antebrazo y fijó su vista alrededor, quedó totalmente fascinado.

Ahora no era el bosque neutral verde, sino era uno que desbordaba colores. El césped estaba bastante cuidado y brilloso, había un río cristalino a su izquierda. Por todos lados había desde los más grandes árboles hasta los arbustos pequeños.

Maravilloso, era maravilloso.

El biólogo se levantó junto con unos cuantos mareos. Una vez estable buscó con su mirada sus cosas, pero no los encontró en su radar, sin embargo, la preocupación se fue cuando su vista captó una especie de flor. Sus ojos brillaron.

Se acercó con la mirada fija y observó.

Los pájaros cantaron y el sonido del río pasar con pequeños peces, le dieron paz.

Sí, ese era su lugar.

Cada parte que él miraba quedaba maravillado, y sólo hacía que mirara más. Si aquello era un sueño, jamás querría que terminara. En su vida jamás había visto lugar más hermoso.

Pero la felicidad se fue cuando un ruido de una rama quebrarse se escuchó a su espalda. Volteó por donde debería provenir el ruido. Quizás era un ciervo.

¿Al menos, tan si quiera habían de ese tipo de animales?

Algo moviéndose detrás de un árbol le alertó. No era una serpiente. Tampoco un oso.

Pareciera como si quisiera esconderse.

Avanzó con cautela, hasta dejar una angosta distancia del grande árbol y él. Unas hebras cafés fueron revelándose, pudo distinguir nube enredado en el lacio cabello. Un grande y bonito ojo brillante apareció, y la vainilla piel de aquella cutis hizo formar un rostro con rasgos definidos y tersos.

Un joven.

O más bien, un joven ángel.

— ¿Quién eres? —El biólogo se arriesgó a preguntar primero.

—Yo debería hacerte la misma pregunta.

SeokMin enrrojeció con fuerza al escuchar esa voz salir de la delgada y roja boca sublime de aquel ángel.

Era bello.

Sin dar mucha vuelta al misterio del bello muchacho, contestó —Mi nombre es SeokMin.

El esbelto cuerpo del ángel salió con lentitud, la pequeña sonrisa de aquel hombre con hombros anchos le dio un poco de confianza.

Él vestía con una túnica color crema rozando sus piernas, un tirante de la misma tela cubría su hombro izquierdo dejando ver en el otro lado la desnuda clavícula, no llevaba consigo calzado, por lo que SeokMin podía apreciar los pies descalzos.

—SeokMin —pronunció delicadamente, apoyó su cabeza en el tronco del árbol y esbozó una tierna sonrisa. Cada sílaba del nombre vibrando en sus cuerdas vocales lo hizo sonrojar— Eres lindo.

El biólogo no esperaba tal confesión, por lo que sólo pudo sacar una risa nasal y tragar saliva.

¿Por qué la situación lo estaba poniendo duro?

—Aún no me has dicho tu nombre —insistió.

—Ven conmigo, y lo sabrás.

El desconocido ángel le miró profundamente tomando su mano, dio dos pasos a sus espaldas con una caminata sensual. SeokMin no pudo negar que aquel joven era muy atrayente, y tocar su mano sólo lo hizo sentir chispas en su epidermis.

Lo guió unos cuantos metros hasta llegar a un jardín con hierbas cortas y con pocas margaritas resaltando, que a su vista parecían acolchonados. Una vez en el centro, el de rasgos lindos minuciosamente lo hizo sentar frente a él, pero no duro en esa posición; lo jaló hasta quedar medio acostado sobre el ángel. Si no fuera por recargarse en sus antebrazos quizás no podría apreciar la belleza que este poseía de cerca y de los pequeños lunares atrayentes en el borde de sus labios.

Sin vacilar, éste se impulsó hasta chocar sus labios con los de SeokMin, tentando con su lengua en ellos. Pronto el biólogo se vio regresando el beso con una oleada de placer en él.

Al poco tiempo, su juicio regresó cuando la pelvis del castaño subió y bajó con tal de darle fricción a su miembro. Negó con la cabeza, aún hundida en los esponjosos y dulces labios del desconocido.

—Lo siento. No puedo hacerlo —paró incorporándose— Quiero decir, eres hermoso y... ardiente, pero no te conozco. Es más, ni siquiera soy capaz de hacerte darme tu nombre. ¿No crees que es algo raro?

El lindo castaño lo miró con ojos deseosos, seguía acostado en la sí acolchonada hierba, y con los labios poco hinchados y brillosos —Soy Jun.

Ronroneó.

Éste siguió a desatar el nudo que hacía permanecer la túnica en su lugar, la tela bajó por hombro y pecho, dejando a la vista los rozados pezones. Más abajo por las caderas, el lazo que usaba como cinturón fue desprendido, y la prenda destapó por fin el plano abdomen y la ingle desnuda; dejando ver el majestuoso pene erecto, y el poco risado vello púbico alrededor del falo justo en la pelvis, con la piernas levemente encogidas.

—El siguiente y único inmortal que vas a follar, y te va a dejar seco.













—El siguiente y único inmortal que vas a follar, y te va a dejar seco

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Mithology ➮ᏚeokᎻuiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora