III. Rechazado

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❝ No es un secreto que soy un rechazado. Intentan salvarme pero ya estoy demasiado lejos.

Como siempre Louis y Josh volvieron juntos, a las diez y media de la noche. Ellos se encontraron lo de siempre, la casa ordenada y la comida hecha. No es como si se quejaran, pero tampoco esperaban que Luke la dejara así cada que podía. El rubio se encontraba en la colchoneta del piso de su cuarto, haciendo algunos abdominales. Y por algunos, es referente a varios. No solo Luke hacia ejercicio desenfrenado, sino Louis y Josh también. Siempre después de comer. Eso quería decir que el rubio había comido.

Josh suspiro. El se preocupaba por sus primos, más que nadie. Josh no quería que esto los consuma, pero creía que ya era tarde. Y lo era. Sus primos ya no querían volver, y el tampoco. No querían dejar ese círculo vicioso que son la anorexia, la bulimia y los cortes. No podían callar las voces de sus cabezas, sus propios pensamientos duros y represivos. Y es que Josh se odiaba más que a nadie, no solo por su aspecto o todo lo referente, sino por el hecho de no parar con eso y ayudar a sus primos a salir. Lo que no entendía era que él era el más sano, el que no estaba tan metido en eso. Josh había dejado de reprocharles de ese tema a sus primos cuando había comprendido que no tenía derecho, que él también hacia lo mismo que ellos. Y el mismo Josh se había metido eso en la cabeza, considerándose una escoria.

Louis ignoro todo como siempre. No era por ser una basura o nada de eso, sino que de por si era ignorante. Tenía demasiadas cosas metidas en la cabeza como para asimilar el estado de los demás. Tampoco es para que suene egoísta, porque aun que lo sea, lo es sin darse cuenta. El no llega a ver cuanto afecta a Luke su posición. No llega a ver la influencia que es el para los demás. No llega a ver como se desmoronan las personas a su alrededor, poco a poco. No llega a ver

***

Luke se encontraba maldiciendo al espejo. El estaba mandando a la mierda a todo ser, existente o inexistente, vivo o sin vida, que pudiera recordar en aquel momento. El brazo le ardía como si fuera quemado con las llamas del mismo infierno.

“Infierno.” Dijo en su mente.

Luke se rio. Ese lugar no sería nada para él. No creía que sea tan malo como lo que vivía ahora. Lo que el mismo se hacía vivir.

Él pensaba que Satanás tendría más piedad de él, que el mismo. Porque el diablo no lo conocía, el diablo no lo odiaba, el diablo no tenía nada en su contra, el diablo… No era Luke. Pero si Luke era su propio diablo, su propio demonio.

Enjuago ambas muñecas y brazos, ya desinfectados por el jabón. Los seco cuidadosamente, tratando de que las pequeñas costras que se armaban no se salieran y empezara a brotar la sangre. Se vendo deprisa. Tenía que irse rápido. Se le había hecho tarde. Se había entusiasmado torturándose frente al espejo, diciéndose cada cosa que pensaba en voz baja, en susurro, para que sus primos no escuchen.

Ese viernes sus primos no pensaban ir. Solo tenían una clase. Luke los envidiaba. No porque odiara estudiar, sino porque el idiota de Mark le había jurado la paliza de su vida. Suspiro, saliendo rápido del departamento, mientras se acomodaba sus pulseras. Aun que fuera un muy mal día, una canción no dejaba su cabeza. Thrift Shop, sonaba en su cabeza como una grabadora. Se repetía cada vez que terminaba. A la tercera repetición ya había llegado al mismo infierno. Mark no se veía por ninguna parte, y esperaba no encontrarlo.

Fat // Larry, Lashton, GoshDonde viven las historias. Descúbrelo ahora