Zachary
Caminaba de un lado a otro desesperado, ansioso, en la habitacion del frente los gemidos y jadeos de Mia me atormentaban, mi corazon se oprimia ante su agonia, me torturaba no saber que hacer para que dejase de sufrir. Luego de marcarla en bosque todo se descontrolo, pense que era buena idea mostrarle la verdad,mis recuerdos, volver a crear nuestra conexion de compañeros, pero solo lo empeoró todo. Su cuerpo comenzo a convulcionar poco despues, su mirada se perdio en un punto lejano siendo reemplazada por una vacia, la tuve que inmovilizar cuando de un momento a otro comenzo a susurrar palabras al azar, y entre todas ellas comprendí algo; iba a por Serafina. Una de las pocas brujas que quedaban en el mundo, la que pertenecia a la manada.
Entonces ¿por que esa manía de encontrarla y hacerle sufrir?. Le mostré mis recuerdos, tenia que comprender que todo lo que sabia era un engaño de la manada del norte, su alianza con los cazadores era imperdonable para los lobos. Pero sumarle el hecho de que atacase a MI Compañera... eso se merecía una lenta y agónica tortura. Los malditos estaban bien resguardados y escondidos, tenían fuerzas poderosas, si. Pero estaban muy equivocados si con ello pensaban que me quedaría de brazos cruzados esperando el momento adecuado. Lo de la venganza es un plato que se sirve frio ni siquiera era opción cuando se trataba de mi luna. Esos malditos estaban siendo rastreados por mis mejores hombres, el caos los esperaba a la vuelta de esquina y no podía estar mas que feliz y dispuesto de ser el portador de ello. Lo único que me mantenía caminando de un lado a otro era mi desesperación por estar junto Mia, esa chiquilla en definitiva acababa por completo conmigo.El doctor salio de la habitacion agitado, el sudor caia lentamente por su rostro y sus ojos se veian alterados. Con la respiracion irregular las palabras salieron con dificultad de su boca.
-Zachary las cosas se complicaron, no soy psiquiatra ni mucho menos algun medico mental pero si no fuera porque conozco el otro lado del mundo....tu mundo, el oculto de los humanos, diria que tiene un ataque de demencia o incluso podria ser esquizofrenia lo que perturva a Mia. Aun asi me arriesgo a sospechar de que lo que sufre la luna es otra cosa, algo que la ciencia humana no puede curar.-
Sus palabras retumban en mi cabeza sin poder lograr mucho de ellas, trato de concentrarme en lo que dice pero las palabras no son absorbidas por mi cerebro. Mi expresion debe haberle dicho lo que pensaba ya que suelta un suspiro y algo mas tranquilo habla.
- no es algo medico lo que tiene Mia, sugiero que algun curandero la vea. Si su diagnistico es entonces alguna enfermedad llamame.- seca su rostro con un pañuelo de algodon - menciono esta opcion porque es la mas rapida para tener una respuesta. Realizarles examenes medicos en el hospital de la ciudad tardaria dias. Y estoy seguro de que no quieres perder tiempo. Y tampoco es algo por lo que la señorita tenga que pasar. Le di algunos calmantes, pero solo calmo el exterior, y posibles daños que pudiera provocarse. Porque en en el interior...- si vista apenada me desalenta, mi corazon se detiene esperando la peor de las noticias aun cuando en milisigundos ruego porque no. - en su cerebro. Estoy seguro que la tormenta apenas inicia.
Se despide luego de darme su apoyo, pero mi cuerpo no reaccino. Mantengo mi vista fija en la puerta frente con el pecho estrujado. Detesto que Mia este pasando por esto, detesto no poder eliminar su dolor, al menos no inmediatamente. No deseo que sufra, no quiero ni siquiera que sepa lo que es el dolor. ¡Maldita sea!
Golpeo con el puño la pared y no me detengo al ver el hoyo en ella. La furia crece consumiendo como el acido al telgopor. Trato de desahogar mi frustración en la pared pero no funciona.
-Zachary, deténgase por favor.- la pequeña mano de la abuela de Mia en mi hombro me tensa. Volteo lentamente a verla con la respiración agitada.- ve a verla. Mímala como se merece y trae la paz que se le fue arrebatada.
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Mi Lobito
Lobisomem- Eres un lobo malo - gruñí. - tu lobo- susurro en mi oído, erizando mi piel