Markyria

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Me desperté cuando Diemen empezó a dar palmadas.

- Arriba todo el mundo, tenemos un buen trecho por delante. - dijo muy alegre - ¿Alguno sabe dónde demonios está Svar? 

- No los invoques... - Vykiel bostezó - O vendrán a por nosotros.

- ¿No podemos quedarnos un poco más? - preguntó Kaerva.

Abrí los ojos. La luz que entraba por la ventana era muy molesta. Por primera vez en mucho tiempo, había dormido toda la noche de un tirón, e igual que Kaerva, lo hubiera dado todo por seguir en cama hasta tarde. Incluso hubiera aceptado quedarme un par de días más allí, descansando, de no ser porque ahora que sabía que mis padres estaban vivos, tenía que llegar hasta Modred.

Me senté sobre la cama y me sorprendí al ver el nuevo aspecto de Diemen: se había afeitado y cortado el pelo. Seguía teniéndolo largo, pero ya no le daba para hacer un moño o una coleta corta como antes. Su barba, castaña con destellos cobrizos igual que su pelo, ya no estaba allí. Parecía más joven, y más arreglado también. Había mejorado, ciertamente.

- Venga, no seas remolona. - la sacudió por la cadera.

- Me caes mal cuando estás de buen humor, ¿lo sabes? - le contestó, todavía con los ojos cerrados.

Entonces Diemen sonrió maliciosamente y supe que se le había ocurrido una idea. Se sentó a su lado, cogió la mano derecha que Kaerva tenía colgando de la cama y se la llevó a la cara, acariciándose la mandíbula.

- ¡Ah! - Kaerva se sentó y abrió los ojos de golpe - ¡Joder, estás...!

- Venga, arriba. 

Se iba a levantar, pero Kaerva lo agarró de un brazo y le tocó de nuevo la cara. Le divertía el nuevo aspecto de Diemen y no podía parar de reír.

- ¿Dónde está Svar? - preguntó de nuevo, mientras Kaerva jugaba a deformarle la cara y a colocarle el pelo.

- No lo he visto desde ayer. - respondió Vykiel.

Diemen se levantó. 

- Iré a buscarlo. Daos prisa, los caballos ya están listos. - nos avisó.

***

Diemen había colocado los caballos frente a la entrada de la posada, pero no había ni rastro de Svar.

- ¿Aún no lo has encontrado?

- Nada. - respondió.

Entonces lo vimos sacar su cuerpo por una las ventanas laterales de las casas del pueblo. Se descolgó poco a poco hasta que se dejó caer al suelo. Gruñó por el golpe.

Caminamos hasta él, sin creernos mucho lo que acabábamos de ver. Estaba siendo una mañana extraña.

- ¿Y sueles hacer mucho esto? - le preguntó Vykiel, bromista.

Svar bufó, y segundos más tarde se dio cuenta de que se había dejado la espada.

- ¿No irás a volver, no? - le dijo Kaerva.

- Claro que no.

De mal humor se montó sobre Elia. Kaerva iba a subir, pero Svar le dijo que deseaba probar a ir él solo. 

- Bueno, pues monta. - le dijo Diemen a Kaerva.

- En realidad... Yo quería hablar con ella. - dije.

Todos me miraron sorprendidos, incluso Kaerva, pero nos dejaron a Gréine para nosotras. A Diemen y a Vykiel no les hizo mucha gracia compartir caballo (la verdad es que era bastante ridículo) pero aceptaron de todas formas.

Ithir Aeman (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora