Vykiel

15 2 0
                                    

Diemen estaba malhumorado, o por lo menos más de lo normal. No le di importancia. En su caso, probablemente se hubiese enfadado por cualquier tontería, pero sí que me molestó un poco su forma de darnos el "desayuno", que básicamente consistía en unas moras que había encontrado por allí.

Nos hizo ponernos en pie y caminar. Estábamos todos agotados, y sin embargo, él avanzaba con velocidad, llevado por la furia.

- ¿Qué bicho le ha picado? - pregunté.

- No lo sé. - dijo Kaerva antes de marcharse a hablar con él.

Miré a Svar. Parecía concentrado en algo, aunque no sabía en qué. Al darse cuenta de que lo estaba observando, dijo sonriente:

- Me parece que hemos pasado la frontera de Talahm Kribirst. 

Markyria sonrió como nunca. Seguro que ya se estaba imaginando con sus vestidos y sus zapatos cómodos.

- Por fin.

- Eso no quiere decir nada. - dije yo - No sabemos cuanto han avanzado los nórdicos hacia el sur. - Markyria volvió a entristecerse.

- Cierto, pero algo es algo.

Entonces escuchamos a Diemen gritarle a Kaerva que no le ocurría nada y que lo dejase en paz. Ella retrocedió intentando fingir que no le había dolido, pero estaba claro que sí. Entonces Svar apartó a Markyria suavemente para que le dejase pasar y fue él a discutir con Diemen. Debo reconocer que yo en su lugar hubiese tenido miedo de enfrentarme a una bestia como Svar. Sin embargo, Diemen no parecía acobardado, y se gritaron tanto que de haber habido algún snokrigere cerca, nos hubieran encontrado. Cuando terminaron, se alejaron lo máximo posible el uno del otro.

- Nunca nos había tratado así. - le confesó Kaerva a Markyria.

Al final, decidí tomar la iniciativa y guiar yo al grupo. Tras dos horas de absoluto silencio, el bosque terminó, dando paso a un escarpado acantilado en cuyos pies estaba asentado un pequeño pueblo. 

- Direnhall. - dijo Svar - Ya he estado aquí antes.

Yo nunca había estado, pero sabía que Direnhall era muy conocido por sus quesos de leche de cabra. Esto no quiere decir que fuese algo bueno. De hecho, en Kribirst a veces la gente utilizaba el nombre de ese pueblo como sinónimo de "follacabras". 

- Estamos en talahm Modred. 

Todos nos giramos hacia Diemen.

- Si quieres tu recompensa, vas a tener que acompañarme hasta la capital. - dijo Markyria, muy seria.

Él gruñó y se dio la vuelta. Entonces Svar señaló el pueblo:

- No creo que los veáis con vuestra visión humana, pero hay bastantes snokrigeres.

- ¡No! - protestó Markyria al ver sus esperanzas de dormir esa noche en una cama destrozadas.

- Tendremos que seguir ocultos. - suspiré.

- Podemos robar unos caballos. - sugirió Diemen.

Lo miramos. No lo había dicho con asco ni enfado, realmente lo estaba considerando como una posibilidad.

- ¡¿Estás loco?! - le gritó Kaerva - Si entras ahí, no saldrás con...

- En realidad no es mala idea. - dije.

Todos me miraron:

- Necesitamos comida y movernos más rápido. Lo haríamos sigilosamente, nada de peleas. Coger provisiones, tres caballos y salir pitando. No puede ser tan difícil.

Ithir Aeman (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora