Omi tomó aire, preparándose para volver a intentar por quinta ocasión en los últimos dos minutos, el golpe de loto. Según el joven monje, su ataque estaba desfasado un octavo de centímetro hacia el lado izquierdo. Hecho que claro, no podía permitir. Detrás de él, Raimundo corría por una extensa plataforma de baldosas blancas, esquivando y saltando barreras de piedra que creaba su compañero Clay, con la intención de detenerlo y atraparlo. Al mismo tiempo, al lado de ellos dos. Kimiko probaba puntería contra una serie de blancos en movimiento, ubicados a unos cuantos metros de ella, utilizando sus brillantes y poderosas bolas de fuego.
Todas estas acciones formaban parte de la sesión de entrenamiento matutina de ese día. La cual tenía una sensación distinta. No solo por el hecho de que el maestro Fung, quien normalmente vigilaba el desarrollo de las actividades, no se encontraba presente. Sino que además estaban practicando mucho más tarde de lo habitual. El sol estaba casi en su punto más alto, cuando lo normal era que tuvieran su instrucción al amanecer.
De improviso, el sonido de un Gong sacó de concentración a los cuatro futuros dragones, haciéndolos cometer errores en sus ejercicios. Omi perdió el equilibrio y resbaló. Raimundo chocó contra Clay, cayendo ambos al suelo. Y Kimiko impactó su ataque contra la pared más cercana, destruyéndola.
—Necesitan mejorar su atención jóvenes aprendices —mencionó con tranquilidad su mentor, apareciendo frente a ellos.
Los cuatro guerreros Xiaolin voltearon a verlo desde su respectiva posición, un poco apenados por sus equivocaciones, asintiendo. Dojo, responsable de hacer sonar el instrumento, ahogó una pequeña carcajada.
—Trabajaremos de inmediato en nuestros fallos, maestro —dijo el pequeño monje al levantarse, dispuesto a continuar practicando. No obstante se vio obligado a detenerse cuando el hombre hizo un gesto con su mano.
—Temo decirte Omi, que tendrás que esperar, al menos por ahora. Necesito hablar con ustedes sobre un tema de gran importancia. Continuaremos después con el entrenamiento.
Los cuatro aceptaron, un poco sorprendidos, a excepción del combatiente del viento. El brasileño estaba casi seguro que tenía algo que ver con lo tratado en la reunión de anoche con los monjes.
En silencio, los chicos fueron conducidos al salón principal, donde una mesa llena de pergaminos y escritos de apariencia muy vieja los esperaba. Al entrar formaron una fila horizontal, en esperas de escuchar el anuncio importante de Fung.
—Durante los últimos años mis discípulos, han sido capaces de hacer frente a grandes desafíos. Gracias a su unión y fuerza han derrotado a poderosos guerreros Heylin, dándole paz al mundo —habló el viejo, pasando su mirada por cada uno de los chicos —. Lamentablemente la tranquilidad nunca es duradera. Mientras hablamos un nuevo mal puede estar emergiendo. Más oscuro y peligroso que cualquier otro que hayan enfrentado. Los mil años de oscuridad podrían no significar nada si fracasamos.
—¿De quién se trata maestro Fung? —cuestionó Clay, un poco perturbado por la forma en que su superior describía a su posible nuevo enemigo.
El hombre tomó un pergamino, abriéndolo enfrente de los cuatro futuros dragones. El rollo mostraba la figura de una enorme creatura de piel blanca con aspecto atemorizante, que portaba una armadura de oro con detalles negros y joyas preciosas.
—Su nombre es Nían. Es un poderoso león nacido de los más obscuros y poderosos hechizos Heylin. Posee enormes habilidades así como unas peligrosas garras llenas de magia que le permiten apoderarse de cualquier persona, siempre y cuando posea un corazón oscuro o muera por sus ataques —informó su instructor a sus discípulos.
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Duelo Xiaolin: La Leyenda De Heylin.
Fanfiction"Toda acción tiene una consecuencia" Después de la restructuración de la línea temporal y la derrota del bando Heylin, la paz reina en la tierra gracias a los cuatro guerreros Xiaolin. Sin embargo su último viaje a través de las épocas pasadas les...