Capítulo 10: Leyenda Heylin.

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Un periodo de júbilo y gozo se había adueñado del templo Xiaolin. Los últimos triunfos y la recuperación de muchos Shen Gong Wu a manos de las fuerzas del mal tenían de buen humor a todos los inquilinos. Después de varias semanas oscuras, llenas de problemas para cada integrante del equipo, el futuro parecía mucho más prometedor. Aun cuando Nían seguía libre.

Esa mañana, tras haber terminado su entrenamiento matutino. Los cuatro adolescentes tuvieron la oportunidad de centrarse en ellos mismos por primera vez en mucho tiempo. Un obsequio de su mentor por su buen trabajo tanto individual como colectivo.

Lamentablemente su pequeño lapso de descanso y tranquilidad no duró mucho. El maestro Fung y Dojo no tardaron en reaparecer en el patio principal del templo con nuevas noticias.

—¡Atención muchachos, se acerca un nuevo Wu! —dijo el pequeño dragón verde con un viejo pergamino entre manos, consiguiendo que el grupo se reuniera.

—¿De cuál se trata esta vez, Dojo? —preguntó el guerrero Shoku dejando de jugar con su balón de futbol—. El dedo dorado, emperador escorpión o quizá el farol de Sun-Chi.

—Ninguno de los anteriores —respondió el animal negando con la cabeza, dejando sorprendido al castaño.

—Esta vez mis jóvenes aprendices, buscaran un artefacto que jamás se había revelado para ustedes —dijo su mentor.

—¿Uno nuevo? Genial —contestó Kimiko —. Empezaba a aburrirme de buscar los mismos.

—Y bueno ¿De cuál se trata? No nos dejen en suspenso —habló Clay con su clásico acento.

—Su nombre es el brazalete de Zaofu —dijo el dragón verde abriendo el pergamino para que los presentes pudieran ver el retrato animado—. Permite a su portador controlar y doblar cualquier superficie que contenga metal. Ya saben llaves, tuberías, hasta partes de edificios.

—Espera ¿acaso dijiste, edificios? —cuestionó Raimundo con una ceja levantada.

—Así es. Es bastante poderoso si me lo preguntan.

—Impresionante. Me encantaría probarlo —mencionó Omi con notoria emoción.

—En manos equivocadas, este artefacto podría causar muchos daños —Tomó la palabra Fung —. Es imperativo que lo obtengan antes que sus enemigos.

—¿Pues a que esperamos? —animó Raimundo ganándose la atención de los demás —. A patear traseros heylin.

Sus compañeros asintieron, motivados.

A cientos de kilómetros de las altas montañas de china. El enorme león Nían estaba sentado en su trono, consciente de la revelación del último objeto mágico. Esta vez tenía la intención de ir personalmente por el artefacto. No confiaba en el éxito de sus lacayos para esta misión, mucho menos después de sus múltiples derrotas. Además de que tenía intenciones de volver a poner a prueba a los cuatro dragones de los elementos.

Se levantó y colocó su armadura, teniendo el objetivo claro de obtener el brazalete de Zaofu a cualquier precio. Aun cuando en el fondo estaba seguro de que no le serviría de mucho. Todo el tema de los objetos mágicos era como mínimo poco útil para él. Desde su perspectiva, esas búsquedas y enfrentamientos solo tenían un fin útil para su causa. Darle tiempo. Tiempo para investigar, averiguar, y elaborar una solución capaz de destruir a sus enemigos de forma permanente, sin la llegada de nuevas generaciones de guerreros Xiaolin que pudiesen interponerse en su camino. No obstante sus rivales no podían darse cuenta de ese hecho. Ellos debían seguir creyendo que eran vitales para su reinado.

Duelo Xiaolin: La Leyenda De Heylin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora