Capítulo XXXII

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Inconmensurables cúmulos de nubes rojas avanzaban de forma amenazante desde el horizonte. La implacable tormenta traía consigo una macabra sinfonía de gritos y sollozos de horror y desesperación. Y en el centro de aquella atrocidad, el orquestador de toda esta locura, sostenía una enorme sonrisa. Mientras más cerca estaba el desastre, más se podía notar que aquello que arrastraban las nubes no eran escombros, vehículo, arboles o demás cosas similares. Eran cadáveres. Tanto de humanos como de criaturas mágicas, al desgraciado le daba exactamente lo mismo a quien hiciera sufrir, solo quería sembrar caos y muerte.

— Bueno, estamos todos jodidos — comentó Branz, tan positivo como siempre.

— Desearía haber podido escribir más Fics del maestro y Bill — dijo espontáneamente Seyren.

— ¿Qué? — pregunté exaltado.

— Que debería encender el sistema de armamento principal de la academia — la chica evitó mi mirada.

— Eso ni siquiera se parece a lo qué... Olvídalo. Sí, házlo.

Las torretas de energía se alistaron por todos los tejados y jardines de la academia, a la par de cañones bombarderos en las torres este y oeste. El armamento estaba diseñado para combatir a un ejército de demonios, pero no había garantía de que pudiera contra Zeo. Pero, está vieja escuela aún tenía secretos tras sus paredes.

— Branz — me encaminé hacia el chico — El Tío Ford y yo estábamos trabajando en un proyecto secreto. No está terminando, pero es nuestra última esperanza. Entre todos los sistemas de la academia hay uno llamado "Protocolo Avanzando de Defensa Robótica Especial". Encuéntralo y activarlo.

— Supongo que aún tiene huecos en la programación y debe tardar en ejecutarse.

—  Así es. Tú y Seyren quédense aquí a asegúrese de que no falle nada. Nosotros saldremos a ganar tiempo. Pacífica, tú también quédate.

— No tienes que pedirlo. Ni de loca me muevo de aquí — la rubia se cruzó de brazos.

— Como sea — mi alumno retomó la palabra — ¿Me estás pidiendo qué me quedé aquí, que es prácticamente una fortaleza a prueba de todo, junto a la rubia rica, mientras ustedes van a arriesgar el trasero ante el ser más poderoso del multiverso?

— Sí, básicamente.

— Me voy a esforzar por no detenerlos — el sarcasmo en sus palabras era palpable — ¿Y se la piensan liar a puño limpio?

— Yo no dije que íbamos a hacerlo sin armas.

Wendy, Violet, Mabel y yo (con Mizu en hombros) bajamos de nueva cuenta a la armería. Tomamos tantas armas como nos fue posible y nos pusimos sobre ruedas. Monté una motocicleta Indian Twin Slash y senté a Mizu tras de mí. Mientras que las chicas tomaron un Jeep Crew Chief 715 y tomamos rumbo hacía la pista de salida, que se extendía bajo tierra y se encontraba con la superficie a 2 kilómetros al este de la academia. No tardamos en vernos bajo la tormenta de cadáveres. Era un espectáculo mórbido el como los cuerpos danzaban por el aire a gran velocidad, chocando entre ellos y con las cosas a su alrededor. Esquivarlos no era fácil ni gratificante, pero esto solo duró poco, pues llegamos al ojos del huracán antes de darnos cuenta. Y sí, ahí estaba Zeo, disfrutando de su obra, orgulloso de todo el caos que provocaba su sola presencia.  Parecía que no nos había notado, lo cual no era parte de nuestro plan. Había que llamar su atención.

Tomé una de mis armas y disparé con una bala antimateria. El proyectíl impacto en un costado del cuerpo de Zeo y le hizo desaparecer la mitad de su torso. Al parecer habíamos tenido éxito, ahora teníamos su atención. Los ojos de Zeo se prestaron en mi dirección. De golpe, la tormenta paró. Los centenares de cadáveres se precipitaron al suelo. El monstruo descendió con lentitud, manteniendo aún su cínica sonrisa. Para cuando sus pies tocaron el suelo, su torso ya estaba totalmente restaurado.

— Vaya, ese fue un buen tiro — Zeo inició a hablar.

— Gracias, práctico a diario — Dije mientras bajaba de la motocicleta.

— ¿Cómo ha estado el viaje? ¿Algo interesante que contar? — Cada palabra que decía me enfurecía más y más.

— Nada en especial. Tampoco hemos podido traer algún recuerdo — yo trataba de ocultar mi rabia y la sorpresa de saber que él, de algún modo, se había enterado de nuestro viaje.

— Yo no diría eso. Porque tienes una gran sorpresa atrás de ti — Apuntó a Mizu — En cuando sentí su presencia, puse marcha hacia acá.

— A pasado mucho desde la última vez que nos vimos — Mizu asomó su cabeza por mi costado izquierdo.

— Nunca imaginé que saldrías de tu pequeño agujero aislado de todo.

— Yo no salí. Ellos me trajeron — la niña respondió con calma.

— Sí, pude imaginarlo. Entonces, cuéntame ¿Les dijiste cómo eliminarme?

— ¿Por qué no dejas de hacerte el idiota? Sabés que no hay forma de hacer eso.

— Ya lo sé, solo quería escucharte decirlo — la sonrisa cínica de su rostro se hizo más grande — Lo siento. Soy muy egocéntrico, demandenme.

— Eres tan simple... — Mizu cruzó los ojos.

— Cambiando de tema. De verdad me impresiona que sigan intentando luchar contra mí. La mayoría ya se hubiese resignado a estás alturas. Pero ustedes incluso han ido a buscarla a ella. Si que me han sorprendido. Hablo enserio, estoy anonadado.

— Lo que a mí me sorprende es que ustedes dos se hablan con mucha familiaridad. ¿Ya sé conocían? —

— Nuestros caminos se han cruzado un par de veces a lo largo de la existencia. Así que sí, se podría decir que lo conozco — Dijo Mizu con indiferencia.

— Oh, vamos. No seas tan cruel conmigo ¿No me consideras tu amigo? — Zeo se expresaba con exageración.

— Yo no formo relaciones afectivas de ningún tipo, eso afectaría mi juicio y mi pensamiento racional. Yo solo busco conocimiento, no sentimientos.

— Siempre eres tan fría. Si tuviera algo parecido a un corazón, se me rompería en pedazos... Espero, creo que este cuerpo tiene uno.

Zeo atravesó su pecho con una mano y extrajo literalmente su corazón. Lo apretó con fuerza hasta que esté se hizo una masa de carne que se escurría por sus dedos.

— Como sea — el ser gris continúo — Si de verdad quieren intentarlo, pues adelanté. Denme con todo lo que tengan — Zeo extendió sus brazos, dando el permisos de atacarlo libremente.

Apunte mi arma hacía él con la más ardiente intención de acribillarlo sin piedad, pero justo antes de que pudiera siquiera accionar el gatillo. El cuerpo entero de Zeo fue consumido por llamas azules que ardían intensamente. Ese fuego únicamente podían pertenecer a un solo ser.

— Vaya, eso sintió mejor de lo que esperaba — La irritante voz de Bill Cipher sonó a mis espaldas.

Gravity Falls "Una Vida de Misterio"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora