Capitulo 2

3K 240 29
                                    

Ese es el motivo por el cual no morí trágicamente con mis padres ¿De película no? Vivir para y por ella…

Hice que mis abuelos ganaran dinero, invertimos, gozamos de las buenas cosas que esta mierda me pudo dar. Intenté de una y otra forma devolverles todo lo que –con tanto esfuerzo- me dieron… hasta que la imagen de su muerte llegó a mi cabeza. Tan solo era una chica de catorce años, que en vez de andar de fiesta con sus amigos, buscaba frenéticamente la forma de salvarlos. Primero luché porque mi abuela no muriera de cáncer al estómago y luego porque mi abuelo no pereciera ante la fulminante Leucemia que lo atacó, pero de nada sirvieron mis esfuerzos, de una u otra manera lo que tenía que suceder, sucedía.

Dieciséis años, una fortuna, una mansión, un perro viejo, una lágrima y… ¿una maldita bendición? Una que no lograba abandonarme. Doné casi todo lo que tenía a la caridad, solo quedé con una modesta casa en el más recóndito lugar de Hawái; no quería saber más del mundo, no podía soportar la idea de saberlo todo y no poder hacer nada. Ramón seguía a mi lado, al igual que la extraña capacidad de ver el futuro; era lo que me quedaba de mis padres, de mi pasado y aunque lo despreciara, siempre me acompañaría.

Estamos tiradas en la alfombra de nuestro cuarto, con veintidós años y una sonrisa en la cara, ella acaricia mi espalda, mientras yo respiro agitada y contengo las lágrimas que quieren escapar. Sé que es la última vez, pero lo disfruto al máximo y soy feliz… muy feliz. Doy gracias a quien me maldijo con este don, porque valió la pena tanto sufrimiento, de verdad que lo valió, con el simple brillo de sus ojos marrones al mirarme sé que lo valió.

Ella también es feliz y eso me llena el alma.

-Sabes que no me gusta que hablemos en esos momentos- me regaña con dulzura.

-Necesitaba decírtelo- le respondo de la misma forma.

-Si hay algo que tengo claro en esta vida, es lo mucho que me amas Poche- me besa lentamente y no puedo evitar que una tibia lágrima ruede por mi mejilla.

-Nunca es suficiente- declaro, separándome levemente de su boca- siempre te lo diré, Calle… de todas las formas posibles, porque los sentimientos más hermosos de mi alma merecen un espacio en tu corazón- ella se emociona, sé lo que me dirá y lo espero con ansias… lo he esperado por mucho tiempo.

-Jamás en la vida existirá alguien como tú.- hace un puchero, de esos que me derriten con tanta facilidad- Eres lo más hermoso que el destino pudo regalarme, juro que te amo y te amaré por siempre- cierro los ojos inconscientemente, porque sé que así será.

Tenía el pelo excesivamente largo y enmarañado, solo veinte años y una vida un tanto prehistórica. Por las mañanas salía con Ramón a recolectar frutos de los alrededores, cuando estábamos de ánimo salíamos a cazar o pescar, aunque la mayoría de las veces solo nos conformábamos con una ligera dieta vegetariana. Casi no hablaba, prefería mantener mis sentidos apagados, lo máximo posible… no saber de nada, ni de nadie. Como dije antes, no ser persona.

Pero una tarde Ramón enfermó, tomé la lancha y lo llevé al lugar más cercano donde podría encontrar un veterinario. Estuvimos todo el día allí, hasta que me dormí en una silla. Imagino lo que pensaba la gente al verme, andrajosa, ermitaña y teniendo pesadillas en mitad del pasillo. Pero mientras todos creían que era una loca, el futuro nuevamente caía sobre mi cabeza como una cascada.

Una sonrisa, cabello largo y sedoso; un baile, un beso… un amor eterno.

Así la conocí, unas horas antes que ella a mí y no pude evitar salir a su encuentro, por primera vez en mi vida corrí hacia ese futuro con una sonrisa en el rostro. Porque antes de conocerla, yo ya la amaba.

Tenemos que ir al matrimonio de su hermana y me alegra tanto que nos escogieran como padrinos, Paula y Johann han sido dos de las personas más importantes en nuestras vidas. Ellas dos hermanas y nosotros dos amigos incondicionales, los cuatro compartiendo noches enteras de risas inaguantables; vacaciones sin ganas de retorno y anécdotas inolvidables. Sé que ellos la cuidarán cuando yo ya no esté y eso me da un poco de tranquilidad… también me tranquiliza poder acompañarlos en este momento tan importante, justo antes del final.

-Creo que mejor nos vestimos de inmediato para la boda ¿no?- ambas sonreímos al notar que derrochamos más tiempo del disponible en nuestro “encuentro cercano”.

-Sí, mejor arreglémonos rápido antes de que a Pau le dé un ataque.- nos besamos nuevamente y ella va por su vestido al guardarropa, lo saca y me sonríe nuevamente, es TAN consciente de lo que provocan sus sonrisas en esta loca de mierda, que se aprovecha de ello.

-¿Qué tal?

-El rojo es tu color, definitivamente- me lanza un beso y se mete al baño.

Yo respiro profundamente ¿Cuán difícil es decir adiós? Demasiado como para dimensionarlo.

-¡Vistete, amor!- me apresura desde el baño. Ella tiene la particularidad de saber lo que hago aunque no me vea, es su forma de ver el futuro.

Nos terminamos de arreglar y antes de salir de casa, Natalia, nuestra vecina y amiga, nos toma una fotografía. Me despido con un fuerte abrazo de ella, sé que es el definitivo, pero ya no tengo pena… he practicado esto muchas veces.

Ambas vestimos elegantemente los trajes que Pau eligió- obviamente con la ayuda de Calle-, vamos de rojo. Mi amada novia con un vestido largo y entallado, un crimen para cualquiera; mientras yo voy con un pantalón negro, asustado, y una llamativa camisa de seda larga, obviamente roja, que combina perfecta con los altos tacones aguja. Según Nat estamos ¡Mortales!, quizá no es la palabra más apropiada para este momento, pero es una buena forma de expresar que estamos como para ser las novias y no las madrinas.

Tiempo (Cache)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora