Relato N° 10: El regreso de la reina

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Que coincidencias de la vida. A veces sin esperarse las cosas dan vueltas y nos volvemos a encontrar con personas que hace tiempo no vemos. Ese otoño hermoso, el cual me regalaba hermosas brisas en el rostro, me incentivaban mucho a auto regalarme ricos cafés. Salía de cursar en la facultad y fue a la cafetería de Don Jorge que estaba cerca, entre la gente me la encuentro ¡no lo podía creer! Virginia estaba en la fila pagando su café. Mirada hacia el suelo para disimular y que no me vea, salgo apurado y casi corriendo. ¡Cesar! Escucho zumbando en mis oídos.

Mmmmm dije entre dientes, creí escaparme, pero ¡no!, me di vuelta y fui hasta ella. Nos volvimos a mirar, de esas miradas profundas que teníamos mutuamente al vernos. Hacía más de 11 meses que no la veía a Virginia, hubo un distanciamiento quizás más de su parte. ¡Me quede solo! Fue raro volverla ver, volverla a ver sonreír, sobre todo. Tiene una mirada y una sonrisa que te conquista en un microsegundo, su pelo la acompaña de una forma tal que todo parece perfecto en su mirar.

Charlamos unos segundos y fuimos hasta la costanera de la ciudad, quedaba bastante cerca, y el frio se sentía bastante más por estar a la orilla del rio. Hablamos un poco, ella hablaba... yo solo fingía escuchar mientras me perdía en sus labios moviéndose y en mi mente ¡a cámara lenta!. Miraba su boca, sus ojos, veía articular los gestos faciales, la brisa del viento moverle su pelo. El tiempo se detenía tanto pero tanto, los infinitos recuerdos con ella pasaban uno atrás de otro. Tantas charlas hasta tarde, tantas discusiones, tanta perversidad, tantas cogidas. ¡Dios! Pensar en sus cogidas me provoco la erección por debajo del pantalón, que incomodo...

Me conto que sufrió una separación hace poco, me sentí mal por ella. Me esforcé en levantarle su ánimo, es mil veces mejor verla sonreír que verla así de triste. Terminamos el café y nos fuimos para nuestras casas. Era de noche y el frio se hacía notar, estando dentro incluso llevaba una campera y una bufanda. Llevaba casi 3 horas estudiando desde que volví de la facultad. Tengo un parcial en dos semanas, que estresante es esto. Necesito coger y olvidarme de los apuntes un poco. Me vibra el teléfono, me fijo y era Virginia.

-Virginia-: Cesar

-Cesar-: Buenas, ¿cómo va?)

-Virginia-: Bien, vos?) Ocupado?)

-Cesar-: Maso menos, viendo que hacer... estuve estudiando desde que volví, quiero despejarme un poco

-Virginia-: jajaj yo también. Queres venir a cenar en casa?)

-Cesar-: mmmm bueno, genial. Me pegare una ducha y salgo para allá

-Virginia-: Ay, genial entonces. Iré a comprar cosas al súper

-Cesar-: Nos vemos al rato

Todo era raro, pero en un abrir de cerrar de ojos me duche y estaba en el micro, yendo a su casa. La casa se veía igual, todo era igual, aunque paso un poco el tiempo. Al pasar a su casa la cosa ya era distinta, la calefacción de Virginia era mejor que la mía. Me sentía cómodo y calentito en su casa, quien no quisiera hartarse de estudiar en este palacio. Cenamos un rico pastel de papa, después lavamos los platos y nos sentamos a ver una seria en netflix. Juro que no me canso de repetir que todo esto raro, se siente tan normal, todo fluye tan normal, como si nunca me hubiera ido de su vida.

Virginia fue a cambiarse a ropa, que puedo decirte... tenía su kimono azul puesto, también trajo frazadas para taparnos y estar súper calentitos. Empezamos a mirar y ella se recuesta por mi hombro, estuvimos casi una hora y media ahí, mirando esa serie TWD... Estábamos en el segundo capítulo y siento que su mano se escabullía entre la frazada

-Virginia-: Te molesta?)

-Cesar-: (suspire rápido) No, no. (¡No sabía que decir, que pensar, que hacer!)

Empezó a frotar su mano por sobre mi bulto, me apretaba fuerte para que mi verga sintiera esos movimientos de la mano. Me desabroche el pantalón y ella me lo saco para fuera, jugo un poco con mi paquete, pero se escabullo entre las frazadas y empezó a chupármelo. Me sentía taaaaan bien, era como volver al jardín del edén. Un pecador volviendo a entrar al paraíso. Trataba de mirar la serie mientras por debajo de la frazada Virginia azotaba mi verga en el fondo de su garganta, era imposible mirar esa serie...

Quite las frazadas aun costado, desabroche su kimono, y solo veía su tanga negra. No había nada más así que empecé a besar tus grandes tetas, deslizaba mi lengua por todo su pezón e iba subiendo por su pecho. Llegue hasta su cuello, y el tiempo se me paraba otra vez, igual que los latidos del corazón. Ella jalaba de a poco mi pelo y esta cosa mágica volvía a mí ser. Esa energía, ese feeling, esa complicidad, todo mi cuerpo sentía escalofríos por recuperar esa energía que me faltaba. Nos besábamos mucho, ella se había sentado arriba mío y mientras frotaba su miembro con ropa interior en mi verga, me besaba mucho. Ninguno de los dos quería otra cosa, más que sentir los labios del otro y sentir nuestras almas danzar al ritmo del orgasmo.

Hace meses atrás, en mi mente todavía la estaba cogiendo con ganas como ahora lo voy a volver a hacer. Incluso a kilómetros de distancia, sentía como nos enroscábamos. Estando fuera de casa con el viento en contra, escuchaba sus susurros de placer, me la imaginaba tan cerca, que la brisa me hacía sentir que me agarraba del pelo. Me la imaginaba con su kimono y mis manos deslizándose por debajo de él, para sentir con mi piel su hermoso culo. Quería acariciarlo y hasta subir esa tanga más arriba para que quede bien expuesta esa preciosidad de orto que tiene. Lo íbamos a hacer como solo nosotros sabemos (Creo que ingresa a jugar el plural en todo esto porque, como bien me había dicho una vez, esto es algo que se hace entre los dos).

Mi imaginación se hacía realidad una vez más, acariciaba su enorme culo, mientras sus tetas se escondían en mi boca. Su cintura se marcaba por el hilo de la tanga negra, le aventaba nalgadas como los chasquidos de los dedos. La miraba mientras se estremecía, su mirada de perversa me satisfacía hasta el fondo del alma. Se corrió a un lago la tanga, y su vulva chorreaba felicidad orgásmica, me deslice sin problemas en su interior. Si al llegar a su casa me sentía caliente y a gusto, estando dentro de Virginia digamos que recibí una sobredosis de morfina. Una relajación y paz sentía al penetrarla tan despacio, tan suave. Estando tan mojada, su vulva rosada casi que me impedían contener mi orgasmo. Estaba haciendo fuerzas mentales para no arruinar ese momento, pero no pude, se acercó a mi oído y me dijo: ¡Acábame todo adentro, que yo ya estoy a punto de hacerlo también!

Mi mente había colapsado, la abrase fuerte mientras soltaba el chorro de semen en su interior y simultáneamente sentía las paredes de su vagina cerrarse con fuerza por causa de su propio orgasmo. Nos seguíamos besando aun estando abrazados y orgasmeados de placer. Me acomode en su sofá y ella se acomodó arriba mío. Nos tapamos con las frazadas y dormimos. Mi cuerpo pedía una noche así de mágica y la reina regreso a darme lo que me hacía falta para ser feliz.

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⏰ Última actualización: Jan 13, 2020 ⏰

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