Relato N° 05: Spassoff

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Nunca pensé que iba a contarles esto, pero la verdad que ya no siento tapujo alguno en decirles mi primera experiencia con alguien diferente a mí. Era casi primavera, había conocido a una chica nueva en el trabajo. Mi jefe la presento como la señorita Spassoff, todos la saludamos, era amable, una linda sonrisa y por cierto unos hermosos ojos verdes y puros, como el aire en pleno otoño.

Al principio nos veíamos a la entrada, nos saludábamos al inicio y al final de la jornada. Eventualmente ella se fue acercando a mí de una forma amable y cariñosa y creo estar seguro que así fue como comenzó el cachondeo. tenía una amabilidad que no te dejaba descubrir sus perversas intenciones, una cara de inocencia solo fundada por esos ojos verdes, que cada vez que me miraba me daban ganas de besarla hasta llevarla a la cama.

Recuerdo un día que terminamos la jornada laboral, estaba cambiándome la ropa en el vestidor cuando de repente la veo llegar, me apure a cambiarme para que ella también lo pudiera hacer, claramente también sentí vergüenza de que me viera semidesnudo. Con una sonrisa me dijo que me tomara el tiempo que quisiera, que no habría problema y que se ofrecía a abrocharme la camisa, lo hizo, mientras iba por el primer botón me miraba de arriba abajo y me confesó que tenía muchas ganas, mientras bajaba su mano a la zona prohibida se mordía los labios y no lo pensó 2 veces, sucedió de golpe en un abrir y cerrar de ojos, me desabrochó el jean y lentamente empezó a chupármelo, sus labios rozaban mi pene, pasaba su lengua de arriba abajo, mientras iba subiendo a mi cuello rozaba sus senos en mi pecho, nos besamos fuerte y nos terminamos de cambiar.

Hubo otro día en que mientras me preparaba un mate en el break del trabajo, la veo de reojo mirándome, mordiéndose el labio carnoso ese que tenía, casi que me imagine que por dentro su lengua también estaba mordiéndose mientras me miraba. Así que después de lo sucedido, me confesó que tenía ganas de más, se me acerco, mientras comía un dulce y sin dejarme que la saludara siquiera me tira la propuesta... ¿Queres venir a comer a casa hoy, ¡cocino muy bien y tengo pensado prepararte un buen postre!

Primero que nada, no lo pensé 2 veces y le dije que sí y segundo pensé que me estaba proponiendo una noche de comida y sexo ¿Era más que obvio no? al menos yo pensé eso. Ella se sonrió y me miró con esos ojos, por dentro sentía que esos ojos profundos estaban tratando de decirme algo más. Fui a su casa, era hermosa, un depto. de alquiler bastante amplio y cómodo, bastante hermoso la verdad. Me dejó jugando a la play y se fue a cocinar, me llamó cuando ya estaba la comida y obviamente me ofrecí a poner la mesa, había hecho unos canelones de jamón y queso que por cierto le salieron muy ricos, lo disfruté y mientras comía, nos mirábamos y no nos sacábamos la mirada, hablamos de su familia y la mía, en fin, me dijo que había preparado un postre casero "flan con crema"

De repente empezó a jugar con la crema, pasó su mano sobre mi pierna, lentamente, como disimulando, en ese momento me a sinceré con ella y le dije que yo también tenía muchas ganas de hacerle el amor. Me miro fijo, casi que sorprendida y aun así se sonrió ¡por fin! mirándome con una mirada perversa, me beso y se bajó hasta mis piernas. Me las abrió y me desabrocho el jean negro y ella con ojos de plato bien abiertos, esperando por mi pene todavía dormido. Se la metió a la boca, su lengua rosada iba de arriba abajo y a los costados, me mostraba su boca abierta y su lengua bien extendida rozando los lados de mi pene. Me lo chupaba y jugaba con él, me lo succionaba, jugaba con mi miembro lentamente, como si el tiempo se estuviera deteniendo en ese instante y cuando terminaba la secuencia empezaba otra vez. Me lo chupaba tan rico que ya estaba a punto de venirme en su boca o en su cara, daba igual el lugar en ese punto.

De repente dejo de chupármelo y empezó a bajar su lengua, pensé que quería jugar conmigo, siguió pasando su lengua y no pude detenerme sinceramente, porque mientras iba bajando su lengua, mi cuerpo también iba bajando con ella, su lengua lamia mi cavidad anal de una forma aventurera y perspicaz, dándome esos espasmos que tantas veces sentí yo, se lo estaba dando a una mujer en un oral. Y paso lo que tenía que pasar, ella tenía el control, podía hacer conmigo lo que quisiera, me lo chupaba tan rico, no me pude contener, llene su boca de toda mi esencia y ¿De qué forma no?

¿Abrió su boca mostrándome todo lo que le había dejado, empezó a jugar y hacer burbujas, dejaba que caiga y lo agarraba en el aire, una maestra total de malabarismos con la boca quizás?) No lo sé, pero estaba viendo su verdadera forma de ser, me miro con sus ojos verdes y empezó a tragar, tragaba mirándome fijo. En ese preciso momento ella recién iba a empezar a divertirse conmigo. Se paró y se empezó a desnudar, tenía unas tetas medianas, pero, casi que perfectas, mi verga ya estaba dura de solo verle esos hermosos pechos salirse de ese corpiño ajustado. Se bajó la pollera... mientras ponía mis manos en sus pechos, toda la excitación se fue por la ventana. O yo estaba ciego o ella tenía pene. Se sacó la ropa interior y para colmo era una verga muy linda ¡puta madre! grite; primero porque tenía pene y segundo porque era una verga bien gruesa.

En ese momento solo podía sentir vergüenza, pánico, miedo, quería rajarme lo más rápido posible de ahí, de ese lugar. Supongo que no era la primera vez que ella pasaba por esto, ya que rápidamente se acercó a mí, me agarro del brazo y me abrazo. Era todo muy raro, su explicación de todo el momento era que, si me decía la verdad, nunca hubiera accedido a estar con ella y tenía razón. Yo estaba contando los segundos al ritmo de los latidos del corazón, para estar lejos de esa casa.

Estaba por irme, en definitiva, pero quería saber, por simple curiosidad... ¿Quién se iba coger a quién? De verdad que era iluso, con ese pene era obvia la respuesta. Así que mientras juntaba mi ropa para vestirme, me dice que es incluso mejor si lo hace ella conmigo, que yo. ¿Cómo? yo estaba como - mira hermana, esa cosa no entra, no entraaaaaaaa en mi cuerpo-. Puse una cara de nada a lo que ella me dice, que si me relajo lo iba a disfrutar...

¿Saben cuántas personas mueren en su orgullo verdad? Pues sí, me volví a sentar, le tomé de los brazos y la puse arriba mío. Sentía escalofríos al sentir su verga rozar en la mía por la posición, nos miramos un ratito, y le empecé a besar por su cuello, seguí bajando ya que, al fin y al cabo, al ver esos pechos mi pene y mi boca se derretían en el placer más genuino. Estuvimos calentoneandonos, hasta que ella se bajó de mí y se empezó a tocar, respiré profundo y sentí el pánico recorrerme una vez más, su manos suaves me abrían las piernas y me acomodaban en esa posición bastante aterradora.

Abrió su boca y literalmente se detuvo el tiempo para mí, miraba como caía su saliva lentamente, desde sus labios a su pene con una puntería fina. Sus manos ya me tenían en posición, así que lo acomodo, y cuando volví a respirar ¡Lo hiso! Me penetro despacio, suave, su pene largo y grueso estaba entrando. Lo saco todo, volvió a escupir y lo volvió a meter. Me empecé a excitar de solo mirarla a su cara, verla jugar con sus labios antes de dejar caer su saliva, sacando su lengua hasta lo más afuera, moldeando el camino de la saliva hasta su pene cada vez más duro y erguido.

Se empezó a mover, sentía la presión, pero no me dolía, le pregunte como se sentía estar dentro de mí y me describió, como cortar un budín de pan. Supongo entonces que al imaginarme esa secuencia es como algo sabroso y rico, puesto que, al cortar el budín de pan, la cuchara o el cuchillo se desliza sin aspereza alguna, desde el principio hasta el final del corte. Así me estaba cogiendo la señorita Spassoff, deslizándose con suavidad por todo mi interior. La verdad que no podía sentir nada, estando tan lubricado, ella se movía como quería y yo estaba casi que por acabar otra vez de tan solo mirarla. Mirarla tan puta, tan provocadora, tan perversa, tan atrevida, jugando con esa boca y esa lengua me hiso sentir más que otras personas. Que, sin darme tantas vueltas, vino a mi vida a darme placer sin que se lo pidiera incluso.

Estábamos en ese clímax de coger y mirarnos, cogernos y luego mirarnos, cuando saco su pene y acabo sobre mí. Quise saber porque no acabo adentro, pero no me anime a preguntar, me miro y me consulto si todavía quería yo acabarle en sus tetas. Siento que, por un segundo, que, si ella tenía una forma egoísta de ser, se la estaba guardando para darme el gusto, para malcriarme. Se puso de rodillas y volvió a abrirme una vez más esa boca, empezó a jugar con esa lengua rosada y sí, me la empecé a coger por la boca. Volví a disfrutar de esa boca tan puta y perversa, hasta que acabé adentro. Cerré un ratito mis ojos y dejé salir todo, solo que ahora mientras jugaba con todo mi semen y mi pene, el de la mirada fija era yo, ordenándole que se tragara todo eso cuando terminara de jugar.

Cuerpos ImperfectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora