Disfraces

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Marinnette se preguntaba porque razón no se negó a ir con Luka.

Ella se encontraba disfrazada de un vendedor de helado, y Luka... Era el carrito de helado.

— pss, Marinnette, pss, ¿Me oyes?.

— sí, sí, si te oigo, Luka —. Contestó en un gruñido.

— ¿No es genial?, Siempre quise ser un carrito —. Comentó con la emoción de un niño —. Este plan no puede fallar.

Rodó los ojos con cansancio.

Había dicho eso tantas veces, pero se ve que Luka no se dan cuenta que ella es Marinnette mala suerte Cheng.

— escucho a Chloe —. Murmuró, el chico se escondió rápidamente, observando desde un hueco que el había hecho.

La azabache se acercó con una sonrisa a la rubia y a la gótica.

— buenas tardes, señoritas, ¿No quisieran tomar unos helados en este hermoso día? —. Dijo de manera amable, ambas féminas se miraron entre sí y se encogieron de hombros.

— sí —. Respondió la gótica —. De chocolate y cereza, por favor.

El peli-negro sonrió mientras estaba adentro, el sabía el sabor que le gustaba a ambas chicas, así que, en el de su hermana le puso algo de picante - cosa que Marinnette no sabe -, y el llevo dos botellas de leche, si no quería sentir más ardor, la haría jurar no intervenir su relación, el volvería a ser feliz con su novia y su hermana no podría lastimarla.

¡El plan perfecto!.

— aquí tienen —. Habló la azabache, realmente no entendía que tenía que ver el helado en el plan de su amigo.

— gracias —. Agradecieron ambas féminas.

Una de ellas comenzó a sentir que su boca comenzaba a arderle, algo extraño. Su rostro se tornaba rojizo y el leve ardor se convirtió en fuego en su boca.

— ¡Arde!, ¡¿Que rayos tenía este helado?! —. Exclamó, abriendo su boca y dándole todo el aire posible.

Luka escucho su señal, y salió de debajo del carrito con las botellas en sus manos.

— ¡Te atrapé, traidora!, ¡Ahora sufre las conse... —. Las palabras quedaron al aire al ver qué no era su hermana la que lloraba por el ardor, sino, su novia.

— ¡Quema, quema, quema! —. Se quejaba la rubia, intentando ser ayudada por la azabache y la peli-negra.

El guitarrista sintió un escalofrío por toda su espalda.

¡Se suponía que a ella le gustaba el chocolate, no el de cerezas!.

Pobre, no contaba con que a ambas les gustaban ambos sabores.

— ¡Lo siento, lo siento!, ¡Luka no me dijo sobre esto! —. Se disculpaba mil veces, Marinnette. Quien ya se le había caído su bigote falso y se quitó su gorra para darle aire a la rubia.

— ¿Que Luka hizo, que? —. Dijo Juleka, con un aura oscura, girando su rostro a ver a su hermano.

El Couffaine trago en seco, silbó mientras se iba lentamente.

— ¡Ah, no!, ¡No te irás a ningún lado, Couffaine! —. Le amenazó la rubia.

La gótica se trono los dedos.

Luka corrió como si su vida dependiera de ello, y es que si era así.

[...]

Okay.

Tal vez no debió ponerle un poquito de picante al helado.

El guitarrista se encontraba pensando en su cama, con una bolsa de hielo sobre su cabeza, donde tenía un gran chinchón hecho por su hermana, y una mejilla inflamada hecho por su amada novia.

Admitía que se equivocó un poco, y que también la culpa la tenía Marinnette, por ser lengua larga, si no hubiera dicho nada, de seguro su plan habría funcionado. Y el estaría en perfecto estado.

Bien, ya aprendió la lección.

Nunca más haría ningún plan con Marinnette porque saldría golpeado. Y no iba a invitarla nunca más a sus fiestas del té, es una desagradecida.

Suspiró con cansancio y algo de dolor, hasta los pulmones le dolían.

Y la billetera también. No era fácil conseguir que Chloe lo perdonará, y menos con lo que le hizo.

Estaba más que seguro que ahora no le desearía su buenas noches.

¡Devuélveme a mí novia, Juleka! - Lukloe -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora