Parte cinco: Sus palabras.

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Erick:

Sí, era seguro que seríamos padres. Tenía dos meses de embarazo y, aunque él insistía en que debía dejar de asistir a las marchas, yo era terco, así que por supuesto, seguía llendo. Y lo único que le quedaba a él, era ir a cuidarme.

Las cosas eran cada vez más feas, la violencia aumentaba en cada marcha, porque lo único que las autoridades hacían era poner al ejército como barrera con nosotros. La verdad era que no tenían ni una pisca de humanidad, porque lastimaban cruelmente a muchos, y eso le preocupaba a Joel, pero siempre le prometía que no me acercaría de más y que todo estaría bien. Que los tres íbamos a estarlo. Pero simplemente no podía dejar de ir porque Zabdiel había sido una gran inspiración para mí y, aunque no me conocían, él y su novia fueron de mucha ayuda también.

Joel y yo estábamos muy felices, a pesar del corto lapso de tiempo en el que las cosas entre nosotros se habían dado, nos amábamos y estábamos seguros de que formar una familia juntos, sería lo mejor y más inteligente que en la vida podríamos hacer.

Éramos únicos.

No podía creer que en mi primera vez podrían salir las cosas tan bien –aunque para muchos no lo era, para mí no había mejor bendición—, que ya estaba a punto de formar una familia con el hombre más hermoso, y que amaba tanto.

Y aquella vez, de nuevo tuve miedo. Todos comenzaron a alborotarse, a correr de un lado para otro. Esa vez era peor que cualquier otro día y lo sabía.

Joel, que me había tomado fuerte la mano, no me pudo detener cuando un montón de chicos corrieron y, entonces, nos separamos.

Estuve gritando su nombre, desesperado, tenía mucho miedo. Alguien cayó al suelo, empujándome también y frente a mí había un soldado. Él levantó su macana y cuando estuvo a punto de golpearme, alguien se interpuso.

¡Ese era mi Joel!

Pero lloré, sólo pude hacer eso, porque lo estaban golpeando a él. Creo que debí hacer caso cuando me dijo que ya no fuera.

Él me dijo que corriera, pero yo me negué y, suplicante me dijo:

— Somos tú y yo contra el mundo, para mantenerlo a salvo a él.

Entendí entonces lo que quiso decir, y un chico al que habíamos conocido antes, me levantó y me llevó con él, ignorando mis quejas.

Lo último que ví fue a otro soldado cubriendo a Joel para que no lo dañaran más, y luego, empezaron los disparos por todos lados. El chico me había salvado, pero también lloraba, creo que algo también estaba mal con él.

No supe nada más después, pero de Joel me quedaron grabadas sus palabras: “Somos tú y yo contra el mundo, para mantenerlo a salvo a él”.

Los colores de tu amor || Joerick-Oreo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora