Parte cinco²: Su beso de despedida.

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Richard:

¿Cómo decir que tenía al novio más hermoso y obediente del mundo? Sí, en los dos meses que pasaron él no regresó a ninguna marcha, lo necesitaba, pero sabía que estaba a salvo en casa y al llegar la noche podría verlo. En ese tiempo le pedí un noviazgo formal y he, que la respuesta ya se sabe.

Pero aquel día, por alguna razón ambos quedamos de vernos, él me dijo que estaba seguro que su mejor amigo, Zabdiel, volvería ese día. Él llegó, lo ví entre la gente, pero por suerte se quedó muy atrás, y aún así, a ratos no faltaban nuestros típicos coqueteos.

Todo se volvió terrible y me odie por saber que había hecho a mi Chris ir. Ya no eran sólo armas de bajo rango, si no también armas de fuego.

Lo ví asustado y corrí con él, lo abracé sin importarme que el comandante me estuviese gritando. Aquel día me arrepentí de no haberlo besado mucho más, hasta que mis energías se agotaran y no sintiera más un sabor.

Él miró horrorizado la escena donde golpeaban a un chico con el que algunas veces lo ví hablando mientras otro lloraba.

— Vete Chris, bebé, cuídate.

— No quiero dejarte —lloró.

Definitivamente yo tampoco quería hacerlo, pero no quería arriesgarlo a algo malo.

— Ve amor, ayuda a ese chico que yo ayudaré al otro, puedo detenerlos con sólo tronar los dedos —él sonrió, no sabía que yo estaba de prueba ahí, y que no tenía ningún poder—. Te prometo que si lo haces, cuando vuelva a casa contigo te haré el amor y terminaré con esto, no más.

Lo ví con el rostro sonrojado.

— Richard, pudiste hacerlo antes.

— Eres muy pequeño para eso.

El rió.

— Da igual, sólo promete que estarás bien y te casarás conmigo, y tendrémos una familia en unos años.

— Lo prometo —sonreí como pude.

De verdad esperé que se lo creyera, porque yo sabía que por más que quisiera, no sería así. Estaba rompiendo la ley, y peor aún, poniéndome en contra de.

Yo seguramente moriría virgen, y él no dejaría de serlo conmigo.

Me tomó de las mejillas y me besó apasionadamente, con el rostro mojado me miró y me dijo.

— Si me haces el amor esta noche, prometo que serás el amor de mi vida.

— Pero ayer me dijiste que lo soy.

— Lo serás el doble.

Besó mi mejilla y corrió a levantar al chico que lloraba viendo a su novio ser golpeado.

— Adiós —le dije aunque ya no me escuchaba.

Sé que pudimos parar eso antes, pero sé que necesitábamos despedirnos y necesitaba que me besara una última vez, para poder estar feliz.

Me metí a cubrir al chico y mientras él casi arrastraba al otro lejos de ahí, aún entre lágrimas me sonrió.

Una sonrisa, esa tan suya, gigante y perfecta, fue lo que tuve antes de morir. Ahí, cuando su rostro desapareció de mi vista sentí mi pecho ser atravesado y entonces, supe que sólo quería que él estuviera bien.

Los colores de tu amor || Joerick-Oreo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora