11 de Agosto, 2022
Una vez el reloj marca las 3:00am y han cerrado el restaurante, limpio el asador y las freidoras, barro y trapeo el piso rápidamente y por ultimo lavo unos cuantos platos en los que cenaron los demás empleados, como es de costumbre voy al frente y marco mi código de salida en uno de los monitores, los meseros terminan de limpiar el salón mientras que las cajeras cuentan el dinero en el mostrador, todos me ven, pero ninguno se molesta en despedirse, y gracias al cielo es así, entre menos me involucre será mejor, no conozco sus nombres y no estoy interesado en que sepan el mío, con la única persona que me preocupa socializar es con Amanda, y solo porque es la encargada del lugar, finalmente vuelvo a la cocina apago las luces y salgo por la puerta trasera.
Luego de una pequeña dosis camino hasta el parque Tompkins y me acomodo junto a un basurero recostándome sobre unas rejas, la droga no tarda en hacer efecto y con unas cuantas aspiraciones más el sol aparece en cuestión de minutos. Reviso mi billetera, solo tengo veinte dólares para sobrevivir hasta el próximo miércoles. Si gasto en promedio unos tres dólares al día, creo que podré lograrlo, unos días mas en la calle no estarán tan mal, la otra semana si necesitaré urgentemente de un motel, necesito ducharme, no basta con restregarme el cuerpo y remojarme el cabello en baños públicos.
Esta mañana el movimiento ha empezado rápido, Manhattan no perdona y para antes de las 6:00am casi toda la ciudad esta despierta, en cuanto llega la patrulla a escoltar el parque me veo obligado a irme de inmediato. Me dirijo hasta la cafetería Chocolatte y trato de entrar sigilosamente pero Perrie me ve de inmediato, me acomoda en una de las mesas y me sirve un vaso de agua. – No tienes porque hacer esto, podrías hacer que te despidan.
- No te preocupes Alex, sabes que eres bienvenido aquí. – responde mostrándome su reluciente y perfecta sonrisa. Sigo sin entender porque es amable conmigo, soy un desastre.
Clientes entran y Perrie va al mostrador para atenderlos, yo me recuesto en la mesa y termino mi vaso de agua, minutos mas tarde Harry entra y se une a Perrie en el trabajo, hoy hay mas gente de lo habitual, así que no he tenido mucho tiempo para conversar con ellos. De repente Harry se acerca a mi mesa con un vaso de chocolate y unas tostadas francesas, llenas de queso y jamón. – Buen provecho.
Enseguida lo detengo. – Espera, Harry, yo no ordené esto.
- Eso ya lo se. – responde entre risas. – Fue él. – Aclara señalando a un hombre en la mesa de la esquina contraría a mi, lleva un traje de paño con corbata y esta inmerso en su laptop tecleándola sin control, ni siquiera esta preocupado por ver mi reacción ¿Por qué rayos me enviaría algo de comer?
- Harry, no conozco a ese hombre. No puedo aceptar esto. – digo apartando la comida de mi.
- Trata de decírselo a él, me insistió que te lo entregara. – replica dejando la comida en la mesa. – Además, si lo que te preocupa es el dinero, no te preocupes, él ya lo pagó.
Ignoro por completo la comida y voy directo hasta la mesa del hombre. – No tengo idea de lo que pretende, pero sea cual sea su intención conmigo, no va a funcionar.
El hombre apenas y se inmuta, termina de escribir algo y luego me mira fijamente. – Disculpa ¿De que estás hablando?
- La comida. - aclaro. - No la aceptaré.
- Si no te gusta el chocolate puedo cambiarlo por un café. – responde irónicamente.
- ¿Acaso está mal de la cabeza? El problema no es el chocolate ¿Qué no lo ve? ¿Ni siquiera sabe ni nombre y me está invitando el desayuno? - de inmediato siento cómo la sangre se me sube a la cabeza. - Soy una burla para usted ¿eh? claro "ayuda al chico indigente y Dios será bueno contigo", pues no, así no es como el mundo funciona.
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Melancólicos Anónimos
General FictionUn grupo de desconocidos se reúnen en un pequeño local en la ciudad de Manhattan con el fin de superar horrores y traumas de su pasado.