Día 42, semana 6.

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     Hoy terminaba la semana. Y hasta ahora Namjoon no se había despedido o algo.

     «Quizás lo haga cuando el horario de visitas acabe y este por irse» pensé.

     Pase mis dedos por las hebras del cabello de Nam. A los costados se encontraban rapados y en sus cabellos largos el tinte rosa ya se estaba deslavando mostrándose un rubio y el negro de sus raíces.

     Estábamos ambos acostados en la camilla, su cabeza sobre mi pecho, como ayer, sólo que hoy no había lagrimas sino timidez, pero alegres de disfrutar el calor corporal del contrario. Me gustaba. Había descubierto mi posición favorita.

     Toqué su hombro para que me mirara.

     —¿Por qué no te retocas el color? ¿Quieres que lo haga yo?

     Él negó con la cabeza y sonrió. —Gracias, pero estoy pensando mejor dejarlo en rubio. La realidad es que me lo pinte de rosa por ti.

     Alcé una ceja.

     —¿Y eso?

     —No sé que revista leíste y decidiste que teníamos que teñirnos. Cuando vi, ya estábamos en una peluquería teniéndonos el pelo.

     Una risa brotó de pecho.

     «No maches, me amo».

     Nam me miró con ternura en silencio.

     —Siempre me ha gustado tu risa.

     Ante su confesión me sentí tímido. Mi risa era como un sonido sordo casi un ruido extraño. Nada en especial.

     Con mis mejillas calientes, carraspee pues se creó una laguna de silencio.

     —Seokjin no me hablo de ti.

     «Vaya cambiazo de tema» me reprendí a mí mismo.

     —Supongo que no quería abrumarte con tanta información. Además, no somos muy cercanos, lo único que nos une eres tú.

     «Y vaya unión, eh» casi me rio.

     Casi.

     —Me imagino que esperaba a que yo mismo me presentara.

     «Mm...».

     Asentí sin decir más, calmando a mis demonios.

     Baje la mirada a mis pies, observando la pulsera puesta en mi tobillo que Jungkook me obsequio. Desde que se fue ella permanecía allí. Y si bien Yoongi, Hoseok y Namjoon la vieron, estaba agradecido que no preguntaran la razón de porque la portaba o quien me la había dado, puesto que si lo hacían yo no sabía que contestarles.

     —Tu dijiste que Seokjin y tú son de elite, pero yo también lo soy o lo era ¿no?, entonces ¿Por qué no estudie con ustedes?

     Namjoon me había dicho que le enviaron a una de las escuelas más prestigiosas de manera internacional como tal y todos los hijos de las personas que integran la alta sociedad.

     En su caso yo fui uno, y si bien estudié en una de las más prestigiosas, pero fue a nivel nacional, aunque esos datos no me interesaban, el si estudié en un basurero o no, sólo me daba curiosidad.

     —No estudiaste con nosotros por tus padres, querían que vivieras una vida normal.

     «Eso no lo vi venir».

     Pero entrecerré los ojos y endurecí mi mirada al recordar lo que me hicieron y quisieron hacer ellos.

     —Pero no lo soy. Soy diferente.

     El que no pueda hablar me hice diferente a todos. Probablemente mi marca.

     Nam tomó mi mano entre las suyas, dándole un apretón de confort.

     —Todos somos diferentes, Tae.

     Intente alejar mi mano entre las suyas para comenzar a rebatir y exponer mi punto, pero él me lo impidió entrelazando nuestros dedos.

     —¿Ves mi cara? Es más redonda que la tuya. Diferente. ¿Ves mi cabello? Mi tono natural es más oscuro que el tuyo. Diferente. ¿Ves mis ojos? Son distintos a los tuyos. Mis ojos, mi piel, mi complexión, todo de mi es diferente a ti, al enfermero, el médico, el paciente de a lado, a todos. ¿Entiendes mi punto? Todos somos diferentes.

     Mordí mi labio inferior, asintiendo aun un poco abrumado.

     Sus hoyuelos saltaron a la vista cuando me sonrió de manera alentadora. —Siempre has sido más fuerte que esto, Tae.

     Lo miré curioso.

     «¿Será que sufrí bullying en la escuela?».

     —¿Sufrí bullying?

     —No. Nunca oí que alguien se metió contigo, era una escuela tranquila. Y en su caso, sabias defenderte bien y, además, tenías buenas amistades que sacaban las garras por ti.

     «Yoongi» susurró mi mente y sonreí.

     —Como me gustaría recordar todo eso.

     Y vaya que lo hacía. Imaginarme sus anécdotas no me bastaba. No cubrían toda mi vida.

     Namjoon apartó los cabellos de mi frente, sonriéndome con calidez.

     —Tae, no te precipites. Todo lleva su tiempo. Yo te esperare hasta que recuerdes todo, y cuando lo hagas aun estaré aquí.

     Después de escuchar sus palabras lo sorprendí cuando lo abracé por el cuello. Solté todo el aire retenido en mis pulmones cuando él me apegó mas a él abrazándome por la cintura.

     Él era un buen tipo.

     Era como un oso amoroso.

     Y... yo había decidido por eso mismo ayer en la noche que, si no viene mi memoria en unas semanas, yo les diría la verdad a todos.

     ¡Que me trinchen!

    No podía seguir con esta barbaridad de tener seis novios.

    «Sé que soy irresistible, pero vamos, tampoco hay que pasarse».

    Yo sí que era un mal tipo.

    «¿Debería ir buscando quien me falsifica un pasaporte con un nombre falso?».


¿No me recuerdas? || VharemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora