¿Este es nuestro final feliz?

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Los arreglos de la boda ya estaban finalizando, si que era una boda exprés para el principe y el rey.

¿Cómo es que te sentirías si tuvieras que casarte con alguien al que no amas? Cierto, muy mal.

Pues este era el caso del principe, mientras el costurero colocaba los últimos detalles al traje blanco de King Dice, este se dedicaba a observar la ventana de la habitación, mostrando el bello paisaje que daba a su vista.

El costurero terminó su trabajo y dió una reverencia ante el príncipe y con ello retirándose del lugar. El jóven ahora se miraba al espejo y podía ver cómo era infeliz con esta decisión de la boda, no lo amaba y nunca lo amaría, pero hay veces en las que hay que sacrificar cosas para obtener otras.

Lo extrañaba, lo extrañaba demasiado, pero tiene que casarse con Kingcard para sólo así ser, ¿Feliz?

Aunque escapé de la boda la maldición aún estaría en él... O eso creía el jóven.

Sin aviso, alguien entro a la habitación en dónde King se encontraba, un ser el cual sería su esposo en cuestión de pocas horas.

Aquel hombre lo miraba desde la puerta del cuarto, observando fijamente como su "novio" se preparaba para la ceremonía.

El principe se percató de su existencia gracias al espejo frente a él, despegó su vista de si mismo y volteo a mirar al hombre que lo veía.

Disculpa si te interrumpo, pero todo ya está listo, te espero en el altar — dijo con una sonrisa que dejaba pensar que sentimientos transmitía — Oh, casi lo olvido, te he traído un regalo por nuestra unión — mencionó acercándose al joven frente al espejo y ya estándo frente a él mostró un ramo de flores — Espero te gusten, son las mejores de mi reino

Muchas gracias por... Las rosas Kingcard — dijo con una sonrisa forzada, extrañaba las violetas y entiende que Kingcard no sepa nada de él, pero no sentía nada cuando le entrego el regalo, ni una pizca de cariño o amor hacia el hombre frente a él.

Bueno, igual como agradecimiento podrías darme un beso — dijo Kingcard insinuandose a principe, acorralando lo contra la pared más cercana a ellos, observando como el jóven no cruzaba miradas con él y poniendo como muro entre ellos el ramo que tenía entre las manos, esto molesto a Kingcard, quitando de su cara el bello ramo con agresividad, pero siempre con una sonrisa en su rostro.

Casi podía sentir los labios del principe que creía que era de su propiedad, y sin aprobación del otro Kingcard lo besó...

Los labios del joven eran tan dulces, una buena adicción, aquel beso forzado por el rey fue el peor para el principe; los colores  se hacían presentes en sus rostros dando a entender que la situación tenía matices de lujuria.

Las manos de Kingcard bajaron lentamente por las caderas de Dice, acercandose al otro, y las cuales comenzaron a acariciar el cuerpo del jóven.

Sin aviso alguno el rey del lugar, llevó al heredero a la cama de la habitación, y ya estándo cerca de ella empujandolo bruscamente sobre la ya mencionada.
Sobre ella lo despojó de las prendas que cubrían su pecho, el joven al no estar de acuerdo ante tales acciones trataba de parar tales toques sobre su cuerpo descubierto, enfureciendo a Kingcard, el cual tomó con autoridad ambas de sus muñecas colocandolas sobre su cabeza, dejándolo inmóvil, para continuar tranquilamente su asqueroso ritual el cuál él era el único que quería hacerlo.

Que importa lo que digan de nosotros [Devildice]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora