| PRESENTE |

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     Era otro hombre, relajado y sereno, sus manos tocando el vidrio, las vistas desde la consulta eran bonitas, lo admitía Lolito. Auron lo observaba ya no como Psicólogo, si no como un amigo de cual estaba orgulloso, su pecho se hinchaba no solo porque el apodado "psicópata de Karmaland" había logrado reformarse, si no también, por su buen trabajo como Psicólogo. Dio una última ojeada a sus notas, una sola libreta para Lolito, donde estaba escritos todos los sucesos que llevaron al hombre en la ventana hacer quien antes era, ese Lolito era uno nuevo, con propósitos, metas que superar en un futuro que le espera con una sonrisa y brazos abiertos.

     Con una sensación burbujeante su pecho, cerro la libreta y la dejo en la mesa, deslizo suavemente su mano en el hombro del contrario, el de coleta se dio la vuelta aun con la mano en su hombro.

— Gracias, señor Auron, pensé que no la contaba. —una sonrisa en los labios se le formo.

— Te lo dije, que cueste lo que cueste, te ibas a reformar, ¡me cagaba en la puta que si no!

     Lolito soltó una risa, si, lo recuerda, como en medio de su llanto, Auron se alteró y le soltó las palabras más alentadoras y a las que se aferraría para salir de todo esto y claro, a los dioses también, cuando Mangel lo dejo por completo.

— Ahora, ¿algo más que quiera decir, señor Lolito?

     El nombrado sonrió, le tenía mucho que agradecer a la persona delante de él, realmente en el camino que fue avanzando, creyó ciegamente sobre lo que murmuraban a sus espaldas y en algunos casos delante de él, donde se aseguraba que no existía una redención para él, hablando pestes sin sentido, aunque no los culpaba. Aun sentía que tenía mucho que pagar. Deslizo suavemente su mano sobre la de Auron, las palabras que ahora mismo rondaba en su mente, no daban tregua a querer salir.

— Aún me es raro saber identificar los sentimientos que tengo hacia otras personas. —se adelantó a decir el de cabello naranja, risueño. Antes de que el Psicólogo contestara, siguió— mira Auron, no quiero que esto lo tomes como una recaída, que...—Lolito desvió la vista ¿cómo explicarle que no es una recaída de su reciente problema de obsesión? regreso su vista al muchacho delante de él, este lo miraba atento y sin ninguna muestra de juicio en su rostro, eso lo motivo a seguir hablando. — que he vuelto a caer. Acabo de salir de esto, cada que miro a una persona son sentimientos que nunca los había experimentado si no era para Mangel, cerdo.

     Esperaba que esto último amenizara un poco todo lo que le dijo, pero Auron asintió y separo su mano de su hombro, Lolito no pudo evitar hacer una mueca y Auron se rio.

—Hombre, es normal todo eso que dices y lo bueno que vayas descubriendo que sientes hacia cada persona, puerco.

     Al terminar, Lolito le dio un abrazo, olvidando que el calvo no era muy fanático del contacto físico, por lo que lo soltó, sus mejillas rojas nadie se lo quitaba, Auron negó y palmeo varias veces su hombro.

*

     Se miro en el espejo de su nueva casa con poses diferentes, desde que se reformo, acostumbro a llevar otras ropas, un pantalón negro con zapatos del mismo color, una camiseta de manga larga y un chaleco igual de color negro, a su criterio se miraba bien, solo bien, no quería llamar la atención, pero muy en el fondo, a pesar de sentirse cómodo con esas ropas, sabía que era todo lo contrario a lo que quería lograr. Recogió sus cabellos en una coleta, se dio una última hojeada y suspiro. Deseaba tener un amigo de confianza ahora mismo. Lo tenía o al menos él lo consideraba así, Auron le dio muchos consejos sobre hablar con la verdad siempre cuando sea con empatía, mostrar sus sentimientos, pero temía que aquella persona que, en momentos la visitaba o le tendía la mano para algo, se alejara por temor a que se hiciera de una idea errónea.

     Rodeo Karmaland para poder llegar a su destino, después de reformarse no se sentía todavía digno de pisar sus calles, su solo presencia la notaba como una perturbación en el pueblo, por lo que atravesó praderas y bosque para poder llegar al mar. Ver el agua y pescar se convirtió en un pasatiempo relajante y a la vez de provecho. Comenzó a idear el nuevo modelo de su casa, quería mudarse, su actual vivienda le traía malos recuerdos y momentos del pasado que prefería que se mantuvieran enterrados y nunca recordados, vagamente se quedaba helado cuando alguien comentaba algo, ya no tenía esa urgencia de esconderse o querer desaparecer por arte de magia.

     El tirón que dio la caña le hizo recordar donde estaba, rápido y con experiencia, tiro para obtener lo que pesco. Un libro de reparación. Sonrió y lo guardo en su inventario, con solo ese libro se podía considerar una buena pesca e irse, pero quería relajación. Era un libro muy cotizado en Karmaland, podía pasarse por la tienda y ponerlo a la venta, aunque se reusaba a pasar por sus calles, pronto la idea se formó en su mente junto a una calidez en su pecho, dárselo a Auron, podía ser una forma de agradecimiento por todo lo que hizo por él. A decir verdad, Lolito no tenía muchos amigos, por no decir ninguno, alzo su vista disfrutando la frisa marina junto con los rayos de sol y miro la isla flotante de uno de las dos personas que se preocuparon por él o tuvieron intención de hacerlo.

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