Era otro hombre, uno con toda las ansías por demostrarles a todos que cambio, ya no era el "Psicópata de Karmaland", sino que, era un hombre reformado, quería que cuando lo vieran pasar ya no murmuraran maldiciones hacia él, que hablaran que había esperanza y redención. Hace varios días que dejo regalos a sus demás compañeros de armas y hermanos, sabia que aquello no compraba el perdón por todo lo que una vez llego a causarles, pero con algo iba a empezar. No quería entrar al poblado, no se sentía digno, por lo que la cita con el alcalde y Merlon iba hacer a las afueras de Karmaland. Quería decir la verdad de cierta hermandad. Le costo decidir, estos le dieron una especie de arropo, una inmunidad que Lolito no sentía que gozara del todo, a su vez que ahora con ser un nuevo hombre reformado sentía una hundidles en el pecho, Lolito no tenia que ser muy inteligente para saber que era aquello. Era la culpa acabándolo poco a poco desde dentro. Si con lo de Mangel no le era bastante estos días con la hermandad por momentos le costaba respirar.
A lo lejos miro a tres personas caminar a su zona, una de ellas era Vegetta. Le parecía un chico muy imperativo con muchas ideas corriendo a mil por su cabeza, Lolito formo una especie de amistad con él, se había enterado que durante el tiempo que permaneció aislado en su casa, el chico morado intento dejarle un obsequio mas sus torretas le impidieron acercarse, la pena y orgullo por su sistema de seguridad y la situación nadie se lo quitaba al recordar aquellos momentos. Mas tarde, Vegetta le entrego el regalo y así comenzó una especie de amistad con aquel obsesionado con la legalidad. Esperaba que no se volviera loco con la información que iba a darles.
No espero que las cosas fueran así, el silencio no mas llego cuando ellos estaban ahí, nadie hablaba, Vegetta le había dado un asentamiento y Lolito lo correspondió. Pero nadie hablaba como si supieran de que se tratara lo que iba hablar.
— Tengo información.
*
Lolito se recargo en la silla manteniendo su vista siempre al frente, sin inmutarse por las suplicas de un padre que comenzaban a transformarse en gritos, los puños apretados de un muchacho de ojos verdes y gorra, los ojos inquietos con antifaz. La hermandad oscura fue sentenciada en aquel juzgado por cargos de robo a propiedad privada, privación de la libertad, soborno, allanamiento de propiedad privada, daño a vía publica, Lolito dejo de escuchar las condenas, solo sabía que pasarían mucho tiempo en cárcel.
Se miro las esposas en sus muñecas, un guardia lo guiaba por el pasillo en medio de toda la gente, un cosquilleo en su nuca lo hizo levantar la mirada, al fondo de los asientos, una mirada oscura, la tranquilidad y serenidad se miraba en su rostro y una chispa de algo que Lolito no pudo descifrar, pero le causo una sonrisa y su estómago revolotear.
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| Confrontación | Lolitoplay |
Fanfic«Para volver amar, tienes que sanar» #AyMiLolitoplay