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—Mamá, no puedo creer que me hagas esto.—dije mientras trataba de retener mis lagrimas.

—Entiéndeme hija, necesito dinero.—me responde.

¡Ese no es motivo para vender a tu hija!—grité enojada.

—Lo siento, pero ya está hecho.

—Vendes a la única hija que tienes, como si no fuera la gran cosa.—respondí llorando.

—¿Y qué pretendías que hiciera? ¿Morir de hambre, sin un hogar?

—Podrías haberme dicho. Hubiera conseguido un trabajo para ayudarte.

—No quería verte en ese estado.

¿¡Prefieres venderme!?

—Al menos así no te veré sufrir a mi lado.—responde llorando.

—Mi papá no hubiera dejado q...

¡Pero tu papá esta muerto, te guste o no! No esta aquí para salvarte.

Escucho el timbre.

—Ya vinieron por ti.

—¿¡Qué!?

Veo como mi madre se acerca a la puerta, donde un hombre alto de mas o menos unos 40 años, estaba esperando por su 'compra'.

—¿Es ella?—pregunta aquel señor.

—Si.—responde mi mamá descaradamente.

El señor sin pedir permiso para entrar en aquel lugar que ya no se sentía y mi hogar y solía llamar casa, se me acerca.

—Es hermosa.—dice acariciando mi rostro.

—No me toque.—dije quitando su mano de mi rostro.

No paso un segundo, cuando la mano de ese maldito señor, estaba de nuevo en mi rostro.

Me cacheteó.

Miro a mi mamá, teniendo aún la esperanza de que me ayudara, pero solo agachó su cabeza como un perro regañado.

Cobarde.

—Te amo hija.—se despidió de mí, llorando.

—Pensé que yo también lo hacía.—dije mientras tragaba amargamente mis ganas de llorar.

Estoy siendo arrastrada por este señor, y no puedo hacer nada al respecto.

Me subió a su auto, el cual protegió muy bien para que no lograra escapar.

No sé a donde nos dirigíamos, y no me atrevo a decir nada.

Sin notarlo, me quedé dormida.

[...]

Desperté. O más bien, fui despertada, por ese señor.

Estamos en el aeropuerto, pensé que sería mi oportunidad de escapar, pero este me amenazó para que no lo hiciera.

No me atrevía a hacer nada, sentí miedo.
No sé en quien confiar. Pues, hasta mi propia madre, me había traicionado.

Tomamos aquel en avión, a un destino desconocido, pero que probablemente cambiaría mi vida por completo, de mal a peor.

Durante todo el trayecto no pude dormir, no tenía la más mínima idea de hacía a donde nos dirigíamos. Ya iba mas de 20 horas de viaje, y no llegábamos aún.

—¿A dónde vas?—dice agarrándome muy fuerte del brazo.

—Al baño.—respondí seria, a lo que me suelta.

•my only star• >>park seonghwaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora