❝🌹†Daddy†#07🌹❞

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La vestimenta de Jungkook era vacía; colores opacos, botas cubiertas de barro y franelillas sudadas. Desde que había muerto su difunta esposa, ya no era el mismo, dejó de lado el arreglar su cabello y su aspecto. Chaquetas, pantalones entallados y cuero se habían ido junto con ella, debajo de la tierra. Ahora solo era un hombre guapo, con botas de jardinería y franelillas blancas que de lo más gustoso del mundo se apoyaba en la cálida tierra a cuidar sus plantas.

Menudo hombre se había convertido.

La pequeña casa de los Jeon se hallaba en silencio, acogedor pero a la vez mortífero que poco a poco susurraba el final de aquel hombre. Mientras Jungkook se encontraba afuera en su madriguera de flores y Yoongi visitando a sus padres, Hana disponía de mucho sueño y reflexión, puesto a que la noche anterior fue imprevista y voraz y ya sinceramente no sabía como reaccionar.

Quería a Jeon, pero Min estaba bien para matar el ocio.

Estrujó sus ojos cansados mientras su cuerpo reposaba en su cómoda cama, ya eran casi las cinco de la tarde cuando decidió bajar envuelta en sus asuntos, aunque era fácil desenredar la maraña de pensamientos; se lió con Min solo por el deseo yacente en ese arcano momento. Las furtivas nalgadas de Jeon y las mordidas bruscas no eran la mejor opción para quitar las ganas. Con cada escalón, su cerebro revivió sin miramientos la caliente escena en el sofá de la sala, besos, caricias, mordidas y mamadas.

Vaya, ¡Que maravillosa noche!

A pesar de que no llegaron a más, ahora el cuerpo de Hana se encontraba en llamas. La tenue luz del cálido día que poco a poco se perdía entre la noche, cubrió el cuerpo de la chica y a su paso la estancia. De refilón, podía ver y escuchar mientras pasaba cerca como Jungkook enterraba la pala contra la tierra mojada de enfrente, tan solo pensar en sus fornidos brazos brillantes bajo fuerza; completamente tensos, se le hizo agua la boca.

Hurgando nuevamente en el estante en busca de sus papitas picantes, podía sentir el ambiente completamente tenso, áspero, poco amigable... eludiendo ese vano hecho, tomó las papitas humeantes sin ser vista y con paso sigiloso llegó hasta las ventanas, todas abiertas dejando que el súbito aire disipara el ambiente pesado dando paso a un atardecer hermoso. Y madre mía, si que era hermoso. Ver aquel cuerpo grande cubierto de la combinación perfecta de sudor y sol parecía brillar ante los ojos más rezagados, en este caso ante los ojos de Hana. Su cabello negro como la noche que poco a poco caería sobre ellos se hallaba pegado a su frente sin nadie capaz de poder removerlo, puesto que el propio propietario tenía sus manos llenas de barro.

—Que bonitas gardenias.

Jungkook no la miró.

Sin nada más que agregar, podía sentir de nuevo aquel aire pesado pese a que ahora respiraba la brisa fresca de afuera.

Suspiró algo confundida y sin más se marchó.

A tan solo segundos de la huida, Jeon respiró agobiado. Dejó a un lado la pala y mirando de lleno la grama que se formaba al lado de sus botas se desbordó. Trato de calmarse un poco, volvió a cubrir el mango de la pala grisáceas en busca de seguir colocando grama, pero sin la más remota idea su cerebro se vengó por mantenerse sobrio y lo llevo de nuevo a aquella noche, en donde estando en las escaleras los vio. A sabiendas de que había ocurrido anoche, no menospreció a Yoongi ni mucho menos buscó confrontarlo, aunque ganas no le faltaban. Pensó que trabajando su mente en el jardín quizás no tendría espacio para aquellos pensamientos abrumadores, pero se equivocó, en el momento en que la vio, la película de terror cobró vida, de nuevo.

Lleno de cólera y recelo puro, un arrebato repentino lo consumió por completo, lanzó con ira la pala metálica haciendo que esta impactara en la acera, sacudió sus manos llenas de tierra y a paso decidido entró a la casa. Llevó su mirada desbordante hacía las escaleras mientras sus pies pesados se encaminaban hacía la cocina. De reojo podía ver como aquel lodo arruinaba el suelo de mármol, pero eso fue lo último que le importó. Abrió el estante conocido, de manera automática y con una mezcla de resentimiento y una extraña sensación que a ciencia cierta no sabía identificar, colocó la botella completamente llena en el inmaculado mesón al tiempo en que tomaba asiento.

「Yes, daddy please」 ;+j. jkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora