Capítulo 25

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El jardín frontal ya estaba atiborrado de almas festejantes. La noche estaba ya más avanzada que la tarde. Sólo algunos ases de luz se filtraban dignos en aquel anochecer tenso.

La iluminación de ensueño adornaba cada uno de los rincones del salón improvisado. Las lámparas y las series de luces diminutas aportaban un encanto único y muy romántico a la celebración de un bello aniversario. Las mesas repletas de bocadillos y tragos limitaban el entorno que los invitados ocupaban alegres en la espera de los anfitriones. Una treintena de personas, unas más unas menos, se paseaban despreocupados y expectantes de la velada. Agregados a ellos, se desplazaban ágiles los meseros quienes hacían malabares con las charolas atascadas de tragos sobre sus manos. Su uniforme típico los diferenciaba del resto de los ocupantes. Así, su pantalón negro, su mandil del mismo color y del mismo largo, acompañando sus pulcras camisas blancas los revelaban como los únicos proveedores de las bebidas y los entremeses.

Del mismo modo, su vestuario los volvía ajenos e invisibles ante las miradas de los allegados de los anfitriones. Hecho que no pasó desapercibido por Jaime, pues no se le ocurrió otro medio que mimetizarse como aquellos meseros para entrar a la casa sin ser detenido u obstaculizado. Sólo así podría pasearse con toda libertad en aquella fiesta inoportuna.

Cuando llegaron a la periferia de la casa. Los cuatro se toparon con su primera prueba a solventar. Ninguno se esperó tener que lidiar con tantas personas y su servicio de seguridad, cuyos representantes se plantaron en la entrada principal, sin olvidar la puerta trasera y el acceso al estacionamiento. De sólo verificarlo, Khaji frunció el ceño bajando los binoculares que lo ayudaban a observar mejor.

-Será difícil entrar. –Acuñó el hombre más serio que un muerto-.

-¿Están seguros que ésta es la dirección correcta? –Inquirió Ted mientras se colocaba su saco-.

-¿Acaso ves otra casa en los alrededores? –Khaji devolvió la pregunta-.

-Evidentemente no. –Respondió Ted luego de mirar en todas direcciones-.

Efectivamente, aquella mansión se erguía solitaria en toda esa zona residencial y privada. Al menos en diez minutos en auto no había un alma acompañando la propiedad. La obscuridad gobernaba los caminos y las áreas boscosas alrededor. Por supuesto, aquella colina que escogieron para ocultarse no era la excepción.

-Bueno, aun así es extraño que sea ¡esta casa! precisamente. –Acotó Ted refunfuñando-. ¡Vamos, ¿por qué un secuestrador traería a su víctima donde hay mucha gente?! ¡Es muy tonto! ¡Hay testigos por todas partes!

-Es raro que lo diga, pero Ted tiene razón. –Mencionó Khaji entregando los binoculares a Michael-.

-Gracias... Al fin alguien sensato. ¡Oye! –Reclamó Ted ofendido-.

-Lo que sea. Tampoco estoy muy convencido. –Replicó Khaji recargándose en el auto, encendiendo un cigarrillo-.

-¿Pero no fue ésta la dirección que obtuviste? ¿No era este el destino que Kyle pareció tomar en los videos que Michael nos mostró? –Inquirió Jaime posándose frente a Khaji-. Esta casa está a nombre de su familia, ¿no? Hay muchas coincidencias. ¡Éste tiene que ser el lugar!

-Sí, es aquí, pero... No sé... -Habló el amigo dando una bocanada a su cigarro-. Ahora tengo más preguntas que respuestas...

-¡Ahí está el auto! –Exclamó Michael repentinamente, llamando la atención de los otros tres, quienes se enfocaron en su comentario-.

-¿Cuál auto? –Indagó Khaji expulsando el humo-.

-¿Cómo que cuál auto? El que me pediste que buscara en las cintas. ¡Ahí esta estacionado! ¡Es ése! ¡Mismo color, mismo modelo y misma placa! No hay pierde.

No sueltes mi mano [BluePulse]Where stories live. Discover now