"¿Hay alguien allí?... ¿Me escucha alguien?"
—Le escuchamos, ¿quién habla?
"¿Hola? No tengo mucho tiem... ien conte... e"
—Hola, ¿nos escucha usted?, ¿dónde se encuentra?
"Si alguien... cha... víen ayuda al... lómetro se... atro vía al ma... ¿Me e... chan?"
—¿Me oye? Vamos a enviar ayuda, ¿puede escucharme? Necesito que me indique mejor dónde se encuentra... ¿Puede escucharme?
—¿Y si preguntas mejor dónde están?
—Claro, servirá más si lo hago sin saber que nos escuchan.
—Y va a ser más útil que te lleguen a escuchar un segundo y sólo te oigan preguntar: "¿Me oye?" o "¿Puede escucharme?"
"¿Hola? Por f... dos heridos y tres ni... un bus de coope... derrumbe, no podemos salir... ¡Conte... avor! ¿Me esc...an?
—¿En dónde están?
El cuarto de recepción quedó nuevamente en silencio, a través de los audífonos de cascos sólo se escuchaba la estática y algunos monosílabos distorsionados con la voz de la mujer. Javier trató de estabilizar y purificar el sonido, pero la señal parecía estar muy alejada y la frecuencia era apenas perceptible. Eso daba indicios de un lugar montañoso donde escasearan las antenas de comunicación, como comprendió Javier y se dispuso a llamar a su compañera de turno.
—Ángela —habló por medio del radio que disponían para comunicarse. Estaban a menos de dos metros de distancia, pero las paredes insonorizadas devoraban cualquier grito que se produjera dentro o fuera del cuarto de recepción y transmisión; los radios portables eran lo que les aseguraba que pudieran escucharse con las puertas cerradas.
—¿Sí? —contestó el aparato.
—La señal tiene que venir de las montañas, yo diría que es del oeste, siempre hay mala recepción desde el oeste por la cordillera...
—¿Okey?
—Más o menos del kilómetro 64, porque entre el 60 y el 66 siempre ha fallado la señal, más allá del 67 llega a la siguiente torre de recepción y no a la nuestra...
—Está bien.
—Y más si hay un derrumbe, no hay torres de comunicación en esa zona porque el terreno es inestable, tenemos que enviar ayuda —Javier hizo una pausa a la espera de una respuesta de Ángela—. Hey, ¿me escuchas?
No recibió respuesta durante varios segundos y casi deja caer el radio cuando, a través de sus audífonos, escuchó con mayor claridad la llamada de auxilio: "¡El bus se cae!, por... or, envíen ayu... a la vía a... ¡Ayuda!, tenemos heri... y el bus se está movi... o, hay niños aquí...".
—Angela, comunícate con emergencias, tenemos que enviarles ayuda, es justo en donde te decía —nuevamente, Javier esperó por una respuesta.
La respuesta no llegó y Javier ya perdía la paciencia, dejó su puesto de trabajo, se quitó los audífonos y se dirigió a la puerta que separaba las cabinas. Cuando Javier abrió la puerta, se encontró con Camilo, el practicante de 25 años, sentado frente al segundo puesto de control de sonido, con los cascos puestos, de espaldas al radio portable apagado. Javier se dirigió a la consola y bajó el volumen de lo que Camilo estuviera escuchando. Camilo se enderezó en la silla y se quitó los audífonos con enojo.
YOU ARE READING
Tantos locos -Cuentos cortos-
General FictionCuentos diversos, unos más cortos que otros, sobre historias que te pasan a ti, al vecino, a la señora que se cruzó contigo en la calle, al hijo de esa señora, o a alguien que aún no conoces. Cosas cotidianas, contadas con personajes sin mucha relac...