Prólogo

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El cielo se teñía en rojo creando una imagen perfecta para lo apocalíptico de la ciudad en la que fue el inicio del final de todo. Algunas almas andantes que podían llevar la historia veían el cielo en silencio sintiendo que más allá él significado de todo eso pesaría más en aquellos que tuvieron que dejar atrás.

Dos niños, seis jóvenes. Nada rescatable a su alrededor más que sólo ruinas de lo que alguna vez fue su vida normal. Mentes corrompidas por la desesperación de ya no saber qué hacer, a dónde ir, si quedarse en el grupo que habían formado o desvanecer lo para ir cada quien por un rumbo distinto.

Katsuki se separó por un momento siendo seguido por los más pequeños quienes impulsados por el deseo de no perder a nadie más, lo seguían a dónde fuera. El rubio cenizo llevando consigo la mochila de quién en vida le había hecho sentir de nuevo que estaba vivo, buscó entre la muerte la última esperanza en pie.

Un árbol frondoso que parecía no ser parte de su realidad, verde y con perfecta salud. Árbol que alguna vez había sido una semilla viendo el avance de los humanos hasta su perdición.

Colocando la mochila en una de las ramas sintiendo que se desprendía de él una pieza importante, la dejó y sin ver atrás se alejó del lugar. La pequeña sabía lo que eso podía significar, pero viniendo de alguien como su padre sabía que podría tener varios.

Uno de ellos, la aceptación a dejar atrás el pasado.

Era el menor quién se negaba a abandonar el árbol, se impulsaba con chorros de agua tratando de alcanzar lo que en lo alto reposaba. Lloraba pidiendo que la rama se rompiera, que el viento empujara el objeto, que sus chorros le ayudaran a subir o que su padre regresara.

Fue casi al anochecer, en el momento que cayó de rodillas al suelo derrotado sabiendo que su tamaño y poder no le servirían para alcanzarlo cuando sintió el delicado tacto de alguien levantando su mirada y secando sus lágrimas.

Perplejo, pero agradecido. Esa tarde pudo volver a sentir los cálidos brazos de quién cuidó de él dándole otra oportunidad, otro sentido a su vida después de haber perdido a sus padres biológicos.

Prometió no llorar más por su perdida, proteger a su hermana y al grupo por más que ellos decidan separarse. Se quedó con las palabras llenas de amor del peliverde en su corazón y alma.

La mochila quedó entonces en aquel árbol, aguantando las lluvias que deseaban limpiar aquello que los humanos destruyeron y los vientos que se llevaban consigo cenizas de un mundo que creyeron perfecto.

El grupo se dividió con la promesa de algún día volverse a ver, quizá por una casualidad, quizá por el propio egoísmo de sentirse seguro bajo las alas del otro o quizá por rememorar los tiempos en que creyeron sentirse a salvo.

En que sintieron que al fin las cosas iban a ser tranquilas como tanto añoraban.

Katsuki cuidando de los críos, siguió recordando poco a poco cosas que creyó haber olvidado permanentemente. Recuerdos que por las noches le hacían sentirse confundido, feliz, desesperado; llorando por grandes momentos, riendo de su juventud y suspirando por su infancia.

Infancia que le trajo la más grande felicidad que ahora le daba una gran tristeza.

Un factor pequeño que daba en él un gran golpe directo. Algo poco para el mundo, pero su mundo para él.

Midoriya Izuku

𝘼𝙦𝙪𝙚𝙡𝙡𝙤 𝙦𝙪𝙚 𝙤𝙡𝙫𝙞𝙙𝙖𝙢𝙤𝙨 ❪ᵏᵃᵗˢᵘᵈᵉᵏᵘ❫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora