El odio gana...

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Los personajes no me pertenecen exclusivamente a sus creadores Nagita e Igarashi. Historia mundo alterno y temática paranormal.

El odio es más fuerte que el amor...

Albert seguía aturdido por saber que el hombre que ha odiado toda su vida, es él padre de Candy su mujer, sí ahora era de él y no permitiría que se la arrancase como lo hizo con su madre y abuela. El había olvidado la venganza porque su madre antes de morir le suplicó que no viviera de rencores que fuera feliz. Pero una cosa era decirlo y otra hacerlo. Él se había mantenido alejado de los aldeanos, se había escondido en ese lugar y aunque era un lugar hermoso siempre quiso vivir como los demás, de manera normal, ahora que sentía que tocaba la felicidad y se sentía como cualquier hombre lleno de ilusiones, ahora viene este hombre a arruinar todo.

-Albert, ayúdame por favor, mi padre necesita atención-dijo Candy sacándole de sus pensamientos. George continuaba sin sentido se había golpeado la cabeza con una roca. Albert se acercó a él le tocó el pulso.

-Está vivo-dijo frío en impersonal. Lo cargo echandoselo en los hombros tal cual costal de papas.

-Albert, con cuidado-dijo Candy preocupada. Albert echó a andar y Candy tras de él. Albert se sentía molesto y Candy lo percibió. Llegaron a la propiedad de Albert y lo recosto en un sofá.

-Calentare agua para curar esa herida-dijo Albert serio. Candy asintió y se postro al lado de su padre.

-Papá, lo siento por escapar, pero me sentía mal por preocuparles, mi hechizo los ha hecho sufrir demasiado-decía Candy en susurros sabía que su padre no podía escucharle.

Albert, ayudó a Candy a curar la herida en total silencio. George no recuperaba el sentido todavía. Candy sentía hostilidad y eso la hacía sentir mal. Acaso le molestaba que su padre estuviera ahí. Pensaba Candy.

Albert estaba cerca de la ventana viendo el horizonte. Se sentía molesto pero triste ese hombre se llevaría a su ninfa y él no podría evitarlo por que ya se había dado cuenta que jamás haría nada que hiciera sufrir a Candy. Pero no podía perdonar a su padre.

*¡Oh! Candy, ¿cómo podremos ser felices ahora? Aunque te amo no podré estar con la hija del asesino de mi madre. Pensaba Albert triste.

-Albert, ¿Qué sucede? ¿Estás molesto por qué mi padre se adentró a tus dominios?-preguntó Candy preocupada.

-Candy, ¿te irás verdad? Me dejaras, tu padre ha venido en tu busqueda-dijo Albert melancólico. Hasta en ese momento Candy fue consciente de que sí tendría que marcharse, su padre había ido en su búsqueda y él no la dejaría aquí con Albert.

-Albert yo...

-Candy hija...

Candy se interrumpió porque en ese momento su padre despertó y le llamó. Candy se acercó a él y sus lágrimas se hicieron presentes ambos lloraban de alegría por verse.

-Candy, hija mía estas viva... gracias a Dios, pensé que jamás te volvería a ver. Tú madre y hermanos han sufrido lo indecible, ¿por qué te has ido de nuestro lado?-preguntaba George emotivo.

-Padre, perdóneme, yo quería saber como era ser libre, en casa me sentía prisionera y no por ustedes si no por... Candy calló ambos sabían a que se refería y era el hechizo.

-Cuando escapé, llegué a este hermoso lugar. Estuve en peligro caí desde la cascada y Albert me salvó la vida. Sin él no estuviera ahora aquí-Dijo Candy posando su mirada hacia su angel.

-padre... sabe, aquí no me sucede eso, por alguna razón desde que llegué aquí no me desvanezco. No he vuelto a vivir ese parte que me tenía atribulada y llena de miedos-dijo Candy feliz. George escuchó a Candy con atención y también miró a ese hombre rubio que lo miraba con enojo. George pedía al cielo que este joven no le reconociera o quizás jamás lo haya visto.

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