[III]

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[3] Retos, juzgar y viejos momentos.

—¡Oh vamos! ¿Que tan mal suena eso? —dice Melanny con obviedad— solo es ir, pedirle...

—¡Si ya entendí! Por un demonio.

Camino hacia donde el chico con nerviosismo, suspiro y le tocó el hombro, este se voltea con una sonrisa en la boca le doy una idéntica pero con una mirada retadora.

—¿Me puedes dar dos cajitas felices? Ah y si puedes, también uno de esos... ¿Como se llaman? —volteo a donde Melany haciéndome la que no sabe— ¿Número? Ah si, eso.

Me volteo donde el chico y este se ríe leve, yo solamente estoy con mi sonrisa y mirada retadora. Los que estaban cerca de él se rieron bajo, yo también me reía por como el chico notó que no era un juego si no que... De verdad necesitaba ese número o terminaré en una cárcel por par de horas.

Si... Vamos a empezar por el principio.

Empezar a escribir un ensayo era pan comido... Hasta que te llega un bloqueo para redactar y se te corta la inspiración, ¿Quién le ha pasado eso? Pues, justo a mí me pasa y no tengo ni la menor idea como redactar cinco mil palabras en solo una hoja tamaño carta. Diosito, por favor, mándenme una señal de que me vas a ayudar con estas cosas.

Suspiro, veo como las nubes se unen unas con otras para opacar el sol y así hacer que la ciudad se oscurezca un poco. Sonrío y abro la ventana dejando entrar una brisa que justo pasaba, mi cabello castaño estaba suelto dejando que las pequeñas ondas se esparcieron por mi espalda y parte de mi cara, miraba el cielo hasta que me paro a ver la casa de frente.

Fruncí el ceño al notar una sombra, pero no le agarré tanta atención ya que sonaba mi teléfono y como siempre, no veo quién es.

—¿Si?

Un silencio, luego se escucha algo como se cae.

—¡Oh, Luna! Hola, soy yo... —ay dios—. Melanny.

—Hola —dije sin ánimos, me siento en mi mueble del cuarto—, What happened?

—I... Espera —oh, con que sabe hablar inglés...—, solo quería preguntarte si podrías acompañarme en la ciudad, no quiero ir y perderme como una estúpida.

¿Me importa? No.

—¿Que gano yo con eso?

—No lo sé, ¿Que quieres a cambio?

Vaya, la chica sabe de negocios.

—Quiero ir a un McDonald's —sonreí mientras jugaba con el cordón de un cojín—. Y tú pagas.

Un silencio... Pudo ser de ¿Un minuto y medio? Si, más o menos. Esperé ese minuto y medio hasta que se le escuchó la respiración.

—Vale, llegó en tres minutos.

Y cuelga, como siempre. Me levanto del mueble alegre y busco ropa para colocarme, me voy al baño, me ducho y al salir me cambio a unos pantalones cortos turquesa con una camisa grisáceo que llevaba gravado "Here" a un lado de la camisa, me coloqué unas botas con poco tacón y llevé una mochila pequeña con mi teléfono, dinero —lo que me daba mi madre cada quince días— y otras cosas.

Hay que estar prevenida en todo caso, ¿No?

Escuché un claxon y me detuve en la puerta, ¿Quién le da un auto a una chica de dieciséis años? Esa pregunta quedó en el aire cuando me di cuenta que en el asiento del piloto estaba un señor y Melanny iba detrás.

Ángeles Y Demonios: Un Destino AlteradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora