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[5] Loca estoy, pero de que me equivoco, no.

Mi cabeza daba vueltas, el aturdimiento bajaba la intensidad a medida que me movía, al estar sentada como indio, abrí los ojos, viendo primero todo negro y borroso, al meter más nitidez, siento alguien mirando por mi espalda. Volteé tan rápido que no me dio tiempo de ver quién era y le lancé el peluche el cual estaba a un lado de la cama, una carcajada hizo que mi cabeza martillara.

Notó mi cara de dolor y la risa se cortó más rápido que como comenzó.

—¿Estas bien?

—Claro, luego de tu escandalosa risa, me siento muy bien —dije en tono sarcástico—, la alegría cura a las personas.

Rodó los ojos, me levanté agarrándome de la pared, el estaba en la silla del escritorio frente a la cama, entre en el baño que estaba a un metro y medio de la cama y... Empecé a vomitar, solo era la comida que había comido en el día, no había nada raro. Menos mal o si no el doctor Carson me daría una receta la cual no seguiría.

Me ayudó levantando mi —ahora vuelta una maraña— cabello, me lavé los dientes y, bueno, toda la boca. me restregue la cara para despertarme y cuando miré la hora eran la una de la mañana. ¿Tanto había dormido? Al estar mejor y luego de tomar un té de hierbas que me hizo Carson, me senté al lado de la cama, en el piso con él alfrente.

—¿Entonces? ¿Ya estás bien?

—Claro.

—Deje tu sarcasmo, jovencita —noté un tono de molestia y a la vez gracia.

—Obvio —se cruza de brazos—, bien, ya.

Empecé desde los sueños a lo de hoy, me parecía demasiado... fantasía y al ver como cambiaba la cara de mi mejor amigo a una que parecía que estuviera loca, omití lo del chico misterioso que estaba encima mío, así que cuando iba a hablar de las voces y las visiones, un nudo apareció en mi garganta, el cual hizo abstenerme a seguir hablando.

No pude mas que hablarle que por obra y magia el corte que me hizo la loca esa desapareciera. Antes de que soltara alguna maldición con una pregunta Carson me interrumpe con un leve "oh". Demonios, sabía que no me creería, hasta yo misma comprendí muy bien lo que decía y, yo misma me mandaría al manicomio.

—Bien, ¿Y eso qué o qué? —ladea la cabeza intentando decifrar lo que había dicho.

—No sé, pero no estoy loca —el me miró dudoso de aquello—. ¡Maldición, que no estoy loca!

—Eso es lo primero que dice un loco.

—Mentira.

—Claaaaro.

Si, bien, me enojé. Pero mis motivos son válidos, no me estaba pasando por loca pero tampoco creía que tuviera esquizofrenia o algo post-traumatico o cosas así. Me senté en el puf que había en el cuarto intentando estirarme y agarrar compostura. No sabía como hacerle que crea en mí y lo primero que se me vino en mente es cortar cualquier lado de mi cuerpo.

Lo dudé, pero me llevé a Carson hasta la cocina y busqué el cuchillo más filoso de la casa. Había traído un espejo para ver la cortada también, vamos no puede ser tan difícil, se sentirá como cuando te sacan la sangre. si, bueno, si yo aún sigo haciendo rabietas imagínate cortarme.

Juro que si no funciona voy a dejar que me desangre para ver si en mi siguiente vida no sea esquizofrénica, levanté el cuchillo y antes de escuchar quejas de Carson me corté la mejilla, una cortada limpia y poco superficial, creo que el cuchillo paso todas las capas de la piel viendo cómo si de bistec fuera. Me mordí el labio bajando intentando no soltar un grito.

Ángeles Y Demonios: Un Destino AlteradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora