Las escaleras parecían interminables y, sobre todo, inestables.
Habíamos subido varios metros y todavía no podía ver el fin de este cilindro de la muerte. Mis compañeros, delante de mí, todavía continuaban con su riña eterna sobre quién sabe qué.
Ella, Luxerim, una elfa peliblanca con mucho carácter. Él, Björn, un humano fuerte que arrastra la mala reputación de su padre. Y para ellos yo solo era una armadura poco reluciente con fama de matar zombies.
Esta situación era de cuento. Había viajado a la ciudad y los conocí en una taberna tras matar a un "infectado" para descubrir que ellos también se habían contagiado del virus. La chamana les había ofrecido una poción para mantener a raya los síntomas y viajamos largo y tendido hasta una congregación perdida en el bosque, tras conocer a la hermana de Luxerim que podía hablar con unicornios, para que les dieran la cura definitiva con un final fatal.
Cualquiera diría que Björn me ofreció las setas alucinógenas de las que tanto habla, pero es todo cierto.
Detuve mi paso y me quedé mirándoles. A pesar de toda la sangre que ellos mismos derramaron y que vieron derramarse sin poder evitarlo, no habían cambiado mucho. Seguían siendo jóvenes, con buenas intenciones y un futuro prometedor por delante. Consiguieron la solución a precio de matanza y aquí estaban, conmigo, para tomar venganza.
Se giraron al dejar de escuchar los golpes de metal contra el suelo, intercambiando una última mirada de odio.
"¿Qué ocurre, Erdrick?"
¿Qué ocurría, Erdrick?
La mirada de Luxerim aún conservaba el brillo de impotencia tras la muerte de Heri.
Heri...
Aquel pobre loco fue separado de su mujer por las políticas raciales de Zimandur y su último deseo era verla de nuevo.
Y mientras, este pobre loco también echaba de menos a la mujer que le arrebataron.
- Va siendo hora de que me conozcáis - respondí mientras me quitaba el casco. Al ver mi piel arenosa, la elfa no pudo evitar abrir la boca. "Pensé que eras un humano", "¿pensabas esconderlo siempre?", "das miedo", "das asco". Esperé hasta oír alguna de esas reacciones.
- ¿Qué eres exactamente? -intervino Björn.
- Un genasi de tierra.
- ¿Ya nos vas a confesar por qué te llaman "El Mata-zombies"?
Me recorrió el dolor de arriba a abajo.
- Los zombies me quitaron lo que más quería. Simplemente no dejaré que se lo hagan a alguien más.
- ¿Qué te quitaron?
Luxerim, siempre curiosa, siempre preguntando. La miré a los ojos y lo sentencié. Sin mover los labios. Mil veces pasó por mi mente intentando salir. Tomé aire profundamente.
- A mi mujer.
Sus expresiones cambiaron al instante. Luxerim, por primera vez desde que nos conocíamos, sonrió mostrando apoyo. Björn bajó la mirada a los escalones. En otro tiempo hubiera pensando que eran demasiado jóvenes para entenderlo.
Entonces la elfa comenzó a hablar. Su tono serio y autoritario había cambiado y tenía tintes de melancolía. Nos contó su historia; era princesa del reino del aire y tenía una vida tranquila junto a muchos hermanos. ¿Cómo llegó aquí? Un reino vecino atacó por la espalda y cada uno huyó donde pudo. No sabe dónde están, ni siquiera si siguen vivos.
"¿No vas a contarnos tú lo que te ha pasado, Björn, hijo de Olaf?"
Siempre descarada. Björn, mucho más calmado y escueto, nos habló de su vida de pirata sin entrar demasiado en detalles. Todas las preguntas personales que Luxerim lanzaba como dagas las conseguía evitar.
Estos jóvenes habían vivido tanto como yo.
Y mientras subíamos, algo dentro de nosotros nos decía que tal vez no pudiéramos vivir más.

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Multiplanar
CasualeY de mientras, la vida continúa. A la vez que tú. A la vez que yo. Estas son algunas historias que algún día esperan ser recordadas.