Q: Queriéndote

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Las clases de educación física estaban por comenzar y tanto los chicos como las chicas estaban listos, con sus uniformes ya puestos y llenos de energía, aunque claro, algunos más que otros.

Gaara estaba practicando sus tiros sencillos mientras el resto del salón esperaba a que llegara el profesor, pero como siempre, el chico no dejaba de ser observado por el montón de admiradoras que tenía. Él no les hacía mucho caso, nunca le habían interesado realmente, además ahora tenía una hermosa novia, la cual también lo estaba mirando y le sonreía dulcemente.

—Escuché que esa torpe de Matsuri es ahora la novia de Gaara-sama. ¿Lo sabías? –le susurró una chica a otra, mirando de reojo y de mala forma a Matsuri, la cual sólo podía ver a Gaara hacer sus fantásticos tiros a la canasta de baloncesto.

—Lo había oído, pero no creí que fuera verdad, es decir, ella es demasiado corriente, ¿cómo podría Gaara-sama fijarse en ella? –respondió la otra, igual de malhumorada que su amiga.

—¿Por qué no le hacemos una pequeña broma? –propuso una de ellas, sonriendo maliciosamente.

Cuando las clases empezaron, los chicos y las chicas estaban jugando en partes separadas del gran gimnasio de la escuela, así se evitaban accidentes, ya que de por sí ellos eran mucho más bruscos. El profesor supervisaba ambos juegos, volteándose de un lado a otro de vez en cuando. Las chicas de antes aprovecharon la distracción de su maestro y se pusieron a cuchichear algo, al mismo tiempo que observaban a Matsuri, la cual estaba dándole a la bola. En cuanto la pelota llegó a los pies de una de ellas, ésta no dudó en patearla con toda su fuerza hacia donde estaba Matsuri, logrando darle un fuerte golpe en la cara, que le hizo caer de espaldas y con las nariz sangrando.

—¡Matsuri-san! –gritaron unas chicas.

—¿Qué pasó aquí? –reclamó el profesor con el ceño fruncido, al ver a su alumna tirada en el piso.

Las chicas se estaban riendo mientras el profesor revisaba a Matsuri para comprobar si el golpe había sido grave; no obstante, sus sonrisas se borraron al ver como Gaara se aparecía, con expresión preocupada, para ir directamente hacia la joven lastimada.

—¿Estás bien, Matsuri? –le preguntó, a lo que la chica asintió con la cabeza, cubriéndose la nariz con una mano para tratar de parar la sangre —. ¿Quién ha sido el animal que te ha golpeado así? Cuando sepa quien fue… –comenzó a decir en tono de amenaza, pero la voz de Matsuri lo detuvo.

—Estoy bien, Gaara-kun, sólo fue un accidente, ¿de acuerdo? –le dijo con una sonrisa, pero de pronto observó a las dos chicas que le habían golpeado, haciéndoles ver que ella sabía de su culpabilidad, pero no pensaba hacer nada en su contra.

—Joven Sabaku No, será mejor que la lleve a la enfermería –dijo el profesor, ayudando a Matsuri a ponerse de pie junto con Gaara —. Yo seguiré con la clase, y para la otra tengan más cuidado, niñas –reclamó enojado.

Gaara asintió con la cabeza a su petición y ayudó a Matsuri a salir. La llevó directamente a la enfermería y una vez que ella fue atendida por la enfermera, los dos se quedaron a solas.

—¿Por qué no me dejas darles su merecido? Sabes bien quien te golpeó y no quieres decírmelo –reclamó el pelirrojo con el ceño fruncido. De verdad le molestaba que Matsuri no quisiera confiar en él. ¿Acaso no eran novios?

—No quiero, Gaara-kun, esas personas sólo lo hicieron por envidia, y yo no soy la clase de chica que le pide a su novio que la vengue. Estoy bien, no necesitas molestarte por mí –aseguró ella, sin embargo, él la miró molesto. Apoyó ambas manos sobre el blanquecino rostro de su novia y acercó su rostro al de ella, sin cambiar su expresión de enojo.

—¿Es que no lo entiendes? No me molestas, yo te quiero, Matsuri, he llevado tanto tiempo queriéndote y preocupándome por ti, ¿cómo podría permitir que alguien venga y te haga daño? ¿No sabes que eso también me duele?

—Gaara-kun… –susurró la castaña, sorprendida por aquellas palabras. No pudo evitar volver a sonreír, haciendo que el brillo de sus ojos cautivara al joven frente a ella.

—No vuelvas a decirme que no me preocupe por ti –dijo él, a lo que la joven sólo asintió.

—Te lo prometo –respondió, justo antes de que él uniera sus labios en un dulce beso.

"Porque llevo tanto tiempo queriéndote, que no podría soportar verte sufrir"

Momentos de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora