5. Distinto a los demas

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Dos calles y media después aquí estoy, frente a su portal, preguntándome qué estoy haciendo con mi vida. Subimos las escaleras hasta el primer piso y nos paramos en la puerta número tres. Abre y enciende la luz del recibidor. Nada más entrar siento un ligero olor a tabaco, la casa parece estar vacía. Al me dice que le siga y me lleva al comedor a través del pasillo. Me siento en el sofá reclinando la cabeza hacia atrás, el se queda parado mirándome. La verdad es que me siento algo incomodo al haber entrado así en su casa, sin apenas conocerle:

- ¿Lo haces mucho?

Miro de reojo hacia el intentando averiguar a que se refiere:

-Mmmm...¿qué quieres decir?

-Si sueles colarte en casa del primero que te roba el móvil muy a menudo.-Sin poderlo evitar me pongo a la defensiva:

-Si claro. Ya dejo el móvil en el suelo a propósito. Se liga mucho de este modo.-Sonríe de una forma extraña y se acerca a mi.

-¿Eso ha sido una indirecta? Porque has de saber que no me va mucho ese rollo...-Me pongo rojo como un tomate y empiezo a gritarle cosas sin sentido. Esta situación no hay quien la sostenga. Le lanzo un cojín y el se sienta en el suelo intentando calmar su ataque de risa:

-¡A mi no me hace ninguna gracia!- Le tiro otro cojin del sofa pero no es capaz de callarse, se sigue riendo e intentando pedirme disculpas como puede, hasta que acabo echado en el sofá contagiado de su alegría y aguantandome el estómago con los dos brazos. La verdad es que hacía tiempo que no me lo pasaba tan bien con nadie. Es curioso como puedes ser tú mismo con alguien a quien no conoces de nada, contarle lo que sea sin miedo y, en cambio, no hacer más que ocultar cosas a gente que conoces de toda la vida y fingir... fingir todo el tiempo... Cuando me doy cuenta tengo a Al delante de mis narices mirándome otra vez como si quisiera adivinar mis pensamientos, con esos ojos fríos e inquietantes. Sus preciosos ojos:

-Pasa algo?

-No...solo pensaba. Es extraño, apenas te conozco y estoy metido en tu casa sintiendo que podría contarte lo que sea sin miedo a que me traicionaras... No te rías porfa.- Me siento bien y el se pone a mi lado.

- No voy a reírme de eso.- Me sonríe brevemente y se lleva un dedo al labio pensativo.- ¿No has cenado verdad? Debes de tener hambre.

Cenamos pizza hecha al microondas, tirados en el sofá y viendo una pelicula super sangrienta de vampiros, Blade. Sinceramente, prefiero los clásicos como Drácula. Eso sí que eran vampiros y no los que hay hoy en día, aunque no me disgusta esta en concreto. Ya la habré visto como unas tres veces y aún sigo emocionandome con cada ataque, cada vez que Blade mata a un vampiro y luego mira hacia adelante con esa expresión invencible retando a las balas, que no pueden atravesarlo. En parte yo me siento como él, no llega ha ser un humano pero en cambio tampoco es un vampiro del todo. Le llaman, el que ha visto la luz... en eso yo no me identifico con Blade, mi camino parece ser incluso más oscuro que el suyo. Juzgado por los míos, sin que los otros me entiendan y ahora... miro a mi lado y esta él, "ojos azules",  el tipo que me ha robado el móvil y en cambio... la única persona que ha sido capaz de escucharme en mucho tiempo, el único con quien he podido hablar sin miedo a que me juzgara y ahora, temo no verle más después de que acabe esta noche. Pero tampoco se si lo quiero en mi vida, alguien así no existe y la idea de que pudiera llegar a traicionarme me destrozaría.

La segunda película casi ha terminado y a mi se me comienza a caer la cabeza hacia un lado debido al sueño y el cansancio físico que parecen haber caído sobre mí como una losa, de repente y sin avisar:

-Deberías ir a dormir.- No sé como se ha dado cuenta, quizá me estaba mirando otra vez y ni me he enterado.

-No importa estoy bien, no quiero dormir aún.- Gira la cara hacia mi y noto su aliento en mi pelo, es entonces cuando me doy cuenta que mi cabeza lleva en su hombro un buen rato. Me sonrojo de golpe sentandome bien y torpemente consigo articular un perdona entrecortado y sin sonido. No me atrevo a girar la cara hacia él así que le miro de reojo, tapando mis ojos con el pelo. Veo que se ríe entre dientes y me mira con una expresión ciertamente reconfortante:

- No te preocupes, Jason. Solo digo que deberías acostarte, hace un buen rato ya que se te van cerrando los ojos.- Y si, me estaba mirando de nuevo. Comienzo a parecer un experimento científico, todo el rato en observación y sorprendentemente no me molesta, ya que creo que yo he estado haciendo lo mismo con él.

Me acuesto en el sofá tapado con una manta gruesa que Al saca de su habitación y siento como una reconfortante sensación de comodidad y calidez se apoderan de mi y hacen que caiga en un profundo y pesado sueño. Mañana tendré que volver a casa y buscar a un cerrajero, pero ahora toda mi realidad desaparece y solo estamos yo, el sofá y, en algún lugar de la casa completamente dormido, él.

FracturaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora