Del cielo

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- Levántate ya, tenemos mucho papeleo.

Suena la voz de un hombre viejo, estoy recostada sobre una superficie muy suave, tanto que realmente no tengo ganas de levantarme, es como si estuviese flotando incluso. 
Después de unos segundos sin decir nada escucho pasos acercándose hacia mi, quien sea quita el cabello de mi rostro y yo en ese momento abro mis ojos.

- ¿Quien eres...? -digo después de que mis ojos enfoquen, es un hombre barbón y canoso, quien viste una túnica blanca cubierta por una capa roja.

- ¡¿Cómo que quien soy?! ¡soy San Pedro! -dice algo molesto mientra camina hacia un atril. Al ver donde se encuentra, me levanto inmediatamente para observar boquiabierta; unas monumentales rejas largas y doradas,  justo frente a sus puertas se ubica el viejo- ¿Vienes o me tendrás la eternidad esperando?

- San ¿Qué? -el viejo levanta una ceja- espera ¿eres real? -me doy una pausa- espera... ¡¿estoy muerta?!

- Ahg, paganos... -dice con cara de disgusto- Entonces; Olin Essertze -dice abriendo una computadora, la cual por cierto, tiene una aureola en la tapa- Finlandesa, 25 años, abandonaste los estudios superiores y eras camarera en un restaurante -se da largas pausas entre cada una de las cosas que dice.

- Pero ¿por qué estoy muerta? 

- A ver -se pone los lentes y se acerca a la pantalla- te mataste, estando muy ebria -me mira a los ojos- tu sabes que los castigos por el suicidio son muy severos ¿cierto?

- ¿Qué? ¿cómo? 

- Pues, los cuadros depresivos no combinan demasiado con vivir en un piso N° 13 -dice sacándose los lentes. 

- ¿Tenía depresión? -comienzo a recordar lo de mi madre- esto debe estar mal, pudo haber sido un accidente -digo con mis manos sobre el atril.

- Te veías muy dispuesta a morir la verdad, encima estabas comenzando a desarrollar alcoholismo, otra mancha en tu historial.

- ... -no puedo creer lo que estoy escuchando.

- Pero dejemos de perder el tiempo, vamos a lo que vinimos -navega por la pantalla hacia abajo- pecados y buenas obras -se frota las manos- muy bien, veamos que tal.

- ¿Los chistes sobre inválidos me restan puntos? -digo acariciándome el codo derecho.

- Llevo ya unas décadas insistiendo al jefe que coloquen un letrero afirmando lo que acabas de preguntar -dice sin mirarme- y créeme, hemos contado cada uno de ellos.

- Está bien -miro hacia la reja unos segundos, luego a mi al rededor y a las nubes bajo mis pies- ¿estoy en problemas? -le pregunto preocupada.

- Veamos ¿te parece si empezamos con tus buenas obras? -asiento con la cabeza- de acuerdo: fuiste a misa 8 veces en toda tu vida, de las cuales una vez diste el diezmo; estás bautizada; rezaste 20 veces en tu vida, 17 de las cuales fueron unas cuantas semanas antes del fallecimiento de tu madre; le devolviste sus pertenencias a 11 personas quienes las olvidaron en tu trabajo, has sido diligente y... una vez dijiste "gracias a dios" agradeciendo un milagro.

- ¿Eso es todo? -digo sorprendida mirándole fijamente a los ojos- ¡hay mucho más! era vegetariana y además nunca maté ninguna araña.

- El jefe no hizo las arañas para comerlas, no así como los animales limpios, los cuales claro que podías comer y nadie se metía en problemas -entre cierro los ojos- de todos modos, JC dijo una vez que no juzgaremos a nadie por lo que entre en su boca, sino por lo que salga de ella.

- Pero... -me interrumpe.

- Y hablando de cosas que han salido de tu boca: haz maldicho, despreciado el sufrimiento del prójimo y hecho burla de ello; mencionado el nombre de dios en vano; has mentido e insultado, has actuado con soberbia y has hablado con ira, sin arrepentirte sin rezar ni una sola vez por estos actos.

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