El contrato

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Ciudad pentagrama.
Algún sitio cerca del centro.
Noche 355 desde el ultimo exterminio.

- La verdad es que... -me doy una pausa para considerar la petición de mi cliente- ¿te das cuenta de que esto no será fácil?

- Yo no estoy aquí para discutir dichas veleidades, Gran Vee necesita esos higos -dice con soberbia, pareciera que todos sus secuaces fueran replicas en menor escala de él mismo- si realmente te consideras tan excelso en tu oficio, ahora es tiempo de poner tus pretensiones a prueba

En ese momento saqué un encendedor de mi bolsillo y encendí un cigarro, tras darle una calada gigantesca exhalo profundamente, llevándose el humo mis inquietudes.

- No es cualquier tipo de labor la que me pides -digo dándole la espalda para ver por la ventana las luces de la ciudad por la noche- ¿qué tanto puede esperar tu jefe?

- Gran vee es un demonio ecuánime -levanta un maletín y lo deja sobre mi escritorio- de ser necesario cancela tus demás... "faenas" -dice eso ultimo con cara de desprecio- y él te recompensará dadivosamente. -abre el maletín, el cual contiene una gran fortuna en su interior.

- ¿Esto es lo que están dispuestos a pagar esto por mis servicios?

- No te confundas, este es solo el anticipo -dice mirándome a los ojos con una sonrisa- el resto se tus honorarios serán pagados una vez se lleve a cabo la entrega.

- Me... queda claro -digo con los ojos bien abiertos.

- Ahora, teniendo esto presente ¿cuanto tiempo estimas?

- ... 6 meses -digo tras una pausa para mirar fijamente el dinero y suspirar.

- Tienes 4.

- ¡¿Qué?! -digo mirando fijamente en su dirección- señorita me estás pidiendo que le robe a... -me interrumpe.

- ¡Soy un hombre, condenado toxicómano! -dice levantándose de la silla y cerrando el maletín- y si no haremos negocios, no desperdicies el tiempo de Gran Vee.

- Momento -digo colocando mi mano sobre el maletín- está bien tendré sus frutos dentro de 4 meses.

- Sabia decisión Sr. D. -lo suelta- de todos modos, el jefazo estará ocupado al parecer -dice caminando hacia la puerta- corren los rumores de que su hija tiene algo grande planeado.

- Espera, antes de que te vayas -sostiene la puerta para darse la vuelta y mirarme con curiosidad- ¿para qué necesita Gran Vee esos higos?

- No es de tu incumbencia -cierra la puerta tras de sí.

Desde mi oficina se escuchan sus pasos y su auto partir para marcharse, cuanto me alegra que se haya ido ese andrógino, ya no me estaba dejando vivir ese tono de voz tan altanero. Como sea, sentado en mi escritorio, me llevo las manos a la cabeza pensando en cómo conseguir lo que él necesita.

- Creo que tendré que cobrar algunos favores -digo para mi mismo acercándome al teléfono, para marcarle a uno de mis colegas.

- Más vale que sea de vida o muerte -dice la somnolienta voz del otro lado del teléfono.

- A. tenemos que hablar, tan pronto como sea posible -le digo con tanta calma como puedo.

- ¡¿D?! -se da una pausa- son las 11:39, estoy seguro de que puede esperar hasta mañana -se escucha de fondo como se acomoda en su cama.

- Acaba de visitarme uno de los esbirros de Valentino.

- No puede ser el Valentino que estoy pensando -puedo oír como se levanta después de que le dije eso- ¡¿Gran Vee?!

- Nada menos, pero esa no es la peor parte y necesito tu ayuda -su esposa se despierta y él tiene que explicarle que debe atender asuntos del trabajo.

- Voy a tu oficina de inmediato.

Al llegar mi colega, le explico toda la situación, teniendo que, en más de una vez, convencerlo de que no es un juego todo lo que le digo.

- El punto es que tan solo con el contenido del maletín ¡no tendría que trabajar en un buen par de ciclos!

- Me queda claro -dice llevándose la mano a la barbilla y estirando bien la espalda- te ayudaré con ello D. Pero esta es la ultima vez que me metes en tus desventuras.

- No prometo nada -digo sonriendole.

Él se acerca a mi computadora y deja imprimiendo una imagen.

- Bien, primero que nada ¿cómo planeas entrar?

- Sigiloso, cómo siempre.

- Perfecto, entonces... -recoge un plumón- no existen planos del castillo, ni conocemos la ubicación especifica de dichos frutos -dice anotando en una pizarra junto a mi ventana- sin comentar que el recinto debe estar resguardado las 24 horas y con cámaras de vigilancia cubriendo cada rincón.

-... No puede ser peor que el banco de Ciudad Imp -digo con mueca de inseguridad.

- Hahaha, sí ese fue un parto -dice sonriendo, pero corta seriamente- esta vez debemos estar preparado para lo que se nos presente, empezando por los demonios que custodian cualquier entrada al castillo.

- Tengo la sensación de que un encontronazo con alguno de ellos será inevitable.

- Yo tengo la misma sensación y necesitarás protegerte de ellos, pero antes que todo... -dice recogiendo la hoja que imprimió y un poco de cinta adhesiva.

- Oh no, creo que ya sé a donde vas con todo esto -digo entrelazando mis dedo en mi cabello.

- Crees bien colega -pega una imagen de Charlotte Magne en la pizarra- necesitamos información.

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