Parte III

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Stark estaba en casa. Los días habían pasado y no había sucedido nada remotamente sospechoso. La señorita Potts venía de vez en cuando y visitaba a su amigo. A veces se tomaba la molestia de conversar un momento con ella, antes de que volviera a su labor de mantener a flote Industrias Stark mientras su jefe estaba inconsciente por los medicamentos.

Stephanie jamás creyó que un día ella pudiera decir que estaba aburrida. Pero, actualmente así era. Por las mañanas se daba el gusto de correr algunos kilómetros sobre la arena de esa playa privada. Volvía a la mansión a darse una ducha y desayunar. Luego revisaba las cámaras y daba una ronda a los puestos de vigilancia. Continuamente mantenía comunicación con Hill esperando que esta tuviera alguna pista sobre aquel ataque en Afganistán, pero nada se había encontrado que fuera revelador y sirviera para su investigación.

Casi un mes había pasado y no se había topado nunca con Stark. Las enfermeras le habían dicho un par de días atrás que él ya había despertado pero que no parecía muy interesado en salir de su habitación. Eso estaba bien, hacía su trabajo más fácil. Aún así, sentía una curiosidad molesta por ver con sus propios ojos que el tipo realmente estaba bien.

Acaba de terminar de bañarse luego de su carrera matutina. Tenía intención de salir de su habitación e ignorar la puerta al frente de la suya, pero sus pies se habían detenido a mitad del pasillo como si hubieran tenido vida propia. Se quedó varios minutos ahí sin hacer nada, simplemente observando esa maldita puerta. La fría razón gritaba fuerte en su cabeza sobre el hecho de no involucrarse demasiado con el "cliente", por decirlo de una manera. Por otro lado, sus ideales y sus buenos modales tiraban fuertemente hacia el otro lado, empujándola a acabar con su curiosidad y mostrar un poco de empatía por ese hombre al que debía cuidar.

Derrotada, finalmente decidió dar un paso.

—¿JARVIS?

A la orden, Capitán.

—¿Qué está haciendo el señor Stark?

Se encuentra en su cama trabajando.

—¿Crees que pueda hablar con él?—inquirió la soldado, rogando internamente para que la respuesta fuera un no.

JARVIS guardó silencio. Stephanie se quedó ahí de pie, esperando. Los segundos se convirtieron en minutos, comenzó a impacientarse ante la falta de respuesta. Por lo general ella no solía perder la calma tan fácilmente, pero por alguna razón, desde lo del ataque se encontraba estresada, frustrada e impaciente. Estuvo a punto de retirarse, cuando el sonido de la puerta desbloqueada le alertó de una respuesta afirmativa de parte del anfitrión.

Sintió su estómago removerse con algo de incomodidad, nervios si no se equivocaba. Aunque, no tenía porqué sentirlos, solo iba a entrar, ver por sí misma que el hombre estaba vivo, que respiraba y finalmente se retiraría a seguir con su rutina.

—Señor Stark.

—Pase, Capitán.

La rubia así lo hizo. Vio al hombre sentado en su cama apoyado contra el respaldo y con varias pantallas azules flotando a su alrededor. Había instrumentos médicos en un rincón, los cuales imaginó, las enfermeras usaban para revisar que todo estuviera bien con él.

—¿Se le ofrece algo, Capitán?

Stephanie balbuceó incoherencias antes de poder ordenar sus ideas. Su rostro enrojeció ligeramente y eso la hizo sentir una idiota.

—Lo lamento, yo... Solo quería asegurarme de que estuviera bien.

Tony alzó una ceja con curiosidad hacia la mujer. Se había asombrado bastante cuando JARVIS le dijo que ella quería hablar con él. Realmente no esperaba que se tomara la molestia. La verdad era que cuando despertó y supo que ella estaba ahí, Tony casi creyó que seguía inconsciente. Es que, vamos, era La Capitán América, aquel rumor de las guerrillas que nadie había podido confirmar. Recordaba claramente el ataque y el momento cuando sacó el escudo. Si no hubieran estado bajo ataque, Tony posiblemente hubiera hecho corto circuito y actuado como un idiota.

Iron Man (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora