Capítulo 7
En el aula de computación no venía absolutamente nadie fuera de las horas en que tenían clase con las máquinas. Era justo lo que ellos necesitaban. Cerraron la puerta a sus espaldas y dejaron la carpeta al lado de un teclado cualquiera, tomando asiento.
-Pero ¿estás seguro vos de que va a ser opciones múltiples? –preguntó un chico que tenía rapados los lados de su cabeza y un aro de plata brillándole debajo del labio inferior.
-Sí, ya te he dicho. Dale, saca una hoja y te empiezo a dictar –dio el otro, que también tenía rapadas esas zonas pero en lugar de hacía atrás, prefería tener el cabello arreglado hacia un lado, elevándose en una onda encima de la frente-. No sé cuánto va a durar.
-Bueno, bueno, calmate –El primer chico arrancó una hoja de la carpeta-. ¿Ya has visto qué tan largo va a ser?
-Doce preguntas en total, justo. Dale.-¿Doce? Qué hija de puta. Diez, lo entiendo, pero sólo a esta loca se le ocurre ponernos doce. Y la mayoría se contenta con cinco.
-Bueno, sí, qué quieres que te diga –Miró el segundo pedazo de papel que su amigo había cortado-. Es muy grande, hacelo más chico o la profe te lo va a ver.
El amigo cortó una tira más delgada.
-¿La ves a ella viéndola?
-Y no, pero mejor no andar arriesgando como pelotudos. Sólo veo la prueba. ¿Ya estás?
-Sí, decime.
Marcos entonces miró un punto más allá del hombro de su amigo Mario Franco, como si estuviera viendo a un insecto de tamaño considerable posándosele ahí. El amigo sabía que ahora se hallaba en ese espacio raro en donde apenas estaba todavía consciente de lo que pasaba a su alrededor pero el resto de su atención estaba en un lugar mucho más lejano, uno que ni siquiera podía imaginar. Siempre le parecía que Marcos ponía la misma cara de alguien que sencillamente soñaba despierto con poder escaparse de la escuela, conseguir un millón de pesos y vivir sin tener que trabajar ni un día de su vida.
-A –empezó a recitar- B C D A C D A A C D B –Parpadeó, ya que no lo había hecho mientras miraba dentro de su propia cabeza-. Menos mal que ella luego de corregirte te marca las respuestas correctas o sino, estamos muertos.
-Empezá de nuevo. La primera parte es abecede, ¿y qué más?
Marcos lo repitió lentamente, dándole tiempo a escribir. Mario Franco era el único de los dos que tenía una letra lo bastante pequeña que todavía se permitía leer.
-¿Ya está?
-Ya está –Mario Franco lo vio y levantó el papel-. ¿Quieres que te haga uno a vos?
-No, no me hace falta. Yo ya lo tengo en mi cabeza de todos modos –Marcos se estiró a leer la tira mientras Mario Franco guardaba la lapicera y cerraba la carpeta-. También podrías memorizarte esto, ¿sabes? Así ni tienes que usar el machete y aprovechando que sólo son letras…
-No, a la mierda, me voy a hacer embole revolviendo una letra con otra.
-No si usas un truco de memoria. La primera parte es el abedecedario, eso no tiene nada de difícil. Sobre todo lo otro puedes poner –Marcos señaló cada una de las letras mientras hablaba-. Avestruces… cazan… damascos… amargos y altos… con… demonios… blancos.
Mario Franco elevó una mano y la movió como pidiendo explicación.
-¿Qué? ¿Qué mierda es eso? No, boludo, si no me da la gana memorizar las letras menos me la va a dar memorizar una oración así que ni siquiera tiene sentido. Damascos amargos y altos, aja. Más fácil sale esto.
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Mil veces déjà vu #HopeAwards
RomanceHay un asesino suelto por Argentina. Cuando su tutor desaparece por causas desconocidas, el detective privado Stefanes no tiene más opción que recurrir a las fuentes de información de éste para descubrir lo sucedido. Lo que menos se esperaba era q...