9.

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Hola, aquí vengo de pasada para dejarles un nuevo capítulo. Espero les agrade... Con mucho love 💕💕

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Taemin suspiró. Estaba demasiado ocupado como para seguir discutiendo. Ser el padre de un niño no era lo fácil que había imaginado. Parecía simple, pero incluso el rey de la supervivencia se sentía agobiado. ¿Cómo iba a arreglárselas durante los siguientes dieciocho años? Sólo tenía amor, y por desgracia para cuidar a un niño se requería además dinero. 

—Me has salvado la vida, Taemin —la voz profunda de Choi lo devolvió al presente. Lo primero era lo primero, antes de pensar en la Universidad tenía que superar la etapa de los pañales. Minho se inclinó hacia adelante agarrando con fuerza las sábanas—. Y sean cuales sean nuestras diferencias de opinión, un Choi siempre mantiene su palabra. Confía en mí, Taemin.
 
Eso hubiera deseado él, igual que hubiera deseado poder subirse al sofá cama junto a Choi, apoyar la cabeza sobre su hombro, presionar los labios contra su sedosa piel, dejar que lo llevará hasta el paraíso con uno de aquellos… expertos besos suyos.
 
—Bien, te lo agradezco mucho… todo. 

Esa era la razón por la que, al notar el dolor y la culpabilidad tras la amargura escondida en las palabras de Minho, había tratado de ayudarlo a salir de su situación. Un hombre tan paciente y amable como Choi debía de compartir los hijos de su propia sangre con una mujer que lo amara. Sin embargo había dejado bien claro que no estaba dispuesto a enfrentarse a la parte de culpa que debía asumir en la tragedia y que aún lo mantenía prisionero, y si era así era mejor dejarlo en paz. 

—Y… Tae… sobre ese otro tema… 

—No, no lo hagas —lo interrumpió él levantando la mano. 

—¿Que no haga qué? —preguntó Minho con voz profunda, acariciándolo en la semi oscuridad hasta provocar su deseo. 

—No vuelvas a disculparte por nada más, Minho, sobre todo por tus opiniones. Es mejor que consideremos el tema terminado.
 
Minho sacó las piernas del sofá cama y se sentó. Apoyó los codos sobre sus musculosos muslos y se pasó la mano por el cabello. 

—Quizá yo no pueda. 

Taemin vio el dolor que trataba de ocultar tanto a sí mismo como a los demás. Por un momento, él se preguntó si trataba de ayudarlo sólo por gratitud o a causa de sus deseos. Pero no importaba. Sabía por experiencia lo tentador que resultaba negar los problemas, y sabía, además, que siempre fracasaba. Aceptar la realidad, por muy desagradable que fuera, era el único camino para superar el dolor. Tenía que mostrarle el camino a Minho y ofrecerle la oportunidad de decidir si quería seguirlo o no. Y después retomar él su propio camino.
 
—Lo siento, Minho, pero es así —dijo Taemin dulce pero firme—. Todo terminó. Tu bebé no nació. Y tu novia…

—¡Me hubiera casado con ella! —exclamó Choi con los ojos cafés brillantes, dejando caer la cabeza sobre las manos —¿Sabes?, ni siquiera recuerdo cómo era —dijo suspirando—. Chung-ha no… ¿por qué no me lo dijo? —preguntó medio susurrando.
 
Aquella era la pregunta que seguía atormentando a Minho a pesar del tiempo transcurrido. Pero por desgracia sólo Chung-ha le podía contestar. Entonces Taemin pensó de pronto en los padres de Timoteo, los abuelos de Minhyuk, y se preguntó si se pasarían el resto de su vida haciéndose esa misma pregunta con respecto a él. Tenía que hacerles saber que tenían un nieto en cuanto se sintiera con fuerzas. 

—No tengo ni idea, Minho —admitió—. Si alguna vez hablaste de pasar el resto de sus vidas juntos… 

—¿El resto de nuestras vidas? —repitió Choi medio gritando—. ¡Demonios, en aquel entonces me conformaba terminar ese año de universidad! 

Un Chico EnigmáticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora