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—Hey, Katsuki, ¿a dónde vas? —le habló de cabello azul a lo lejos mientras veía que su amigo se alejaba a paso sigiloso entre los árboles.

—No molestes, ustedes sigan su camino —se limitó a responder de mala manera antes de desaparecer de su campo visual.

Estaba seguro de haber oído un llanto o algo similar, no podía continuar su cacería si aquel agonizante sonido se escuchaba cerca en ese momento, realmente le molestaba en extremo y no podía concentrarse. Hasta que no descubriera de qué se trataba no iba a estar tranquilo.

Caminaba mientras sujetaba su lanza con algo de fuerza en su mano derecha, el abrigo de pieles que colgaba de su espalda se movía ligeramente debido al viento frío que había en aquel lugar. Sus ojos no dejaban de observar todo a su alrededor, debería estar alerta, podía ser una trampa o quizás no, pero prefería mantenerse al tanto de lo que sucedía.

El llanto se intensificó en una zona llena de árboles altos y arbustos inmensos, entrecerró sus ojos intentando aclarar su vista y ahí fue cuando lo vio.

Un chico pequeño, tenía cabello de un color rojo intenso, se encontraba demasiado despeinado y mojado, tapando su frente, goteaba de sudor, a pesar del viento, ese sujeto estaba mojado y sudando, por alguna razón. Se encontraba en el suelo, lloraba pero no abría la boca para emitir sonido, por algún motivo el llanto retumbaba en los oídos de Katsuki, pero el pequeño no se encontraba produciéndolo, al menos Katsuki no era capaz de verlo con sus ojos. El pequeño de tez blanca como la mismísima nieve tendido en el suelo se abrazaba a sí mismo mientras las lágrimas no paraban de caer de sus ojos con rapidez, había algo de sangre debajo de él y una lanza parecía estar clavada en su espalda. El cazador se acercó lentamente a él, sin hacer el menor ruido y utilizando sus habilidades para hacerse imperceptible, pero aún así el pequeño abrió ampliamente sus ojos y lo miró fijamente, como si ya hubiera sabido desde un principio que se encontraba ahí.

—Hey, tranquilízate —se quejó mientras se acercaba a paso lento y cuidadoso.

El pelirrojo se asustó un poco y emitió un extraño sonido para nada humano mientras intentaba retroceder de alguna forma, se veía sumamente traumatizado por algo.

—Idiota, no quiero lastimarte —estiró una de sus manos intentando darle calma y se acercó más lentamente mientras se agachaba un poco para poder estar más cerca de él—. Sólo déjame ayudarte, ¿si? Voy a curarte, así que deja de llorar como un maldito bebé que comienzo a molestarme.

El pequeño intentó nuevamente alejarse pero lo único que logró fue intensificar su dolor, no debía moverse mucho, continuaría perdiendo sangre si lo hacía.

—No te muevas, quédate ahí —volvió a quejarse y se acercó lentamente mientras bajaba su lanza para darle algo más de confianza—. Me llamo Katsuki Bakugo, ¿bien? Sé que tengo una lanza como la que tienes en tu espalda, pero no voy a hacerte daño, si hubiera querido lo hubiera hecho desde un principio —rodó los ojos mientras dejaba la lanza sobre el suelo—. Tranquilo, voy a dejarla ahí, ¿si? No te asustes, dios.

Se acercó más a él y lo observó con detenimiento antes de hacer cualquier cosa. El pequeño tenía algo extraño en su espalda, la lanza no parecía estar clavada directamente en esa zona. Alzó una ceja confundido y estiró un poco la mano para poder averiguar de qué se trataba. No pudo hacerlo ya que, en cuanto su mano se encontró cerca del pequeño, éste no dudó en proporcionarle una fuerte mordida en el brazo a modo de defensa.

—Mierda —se quejó alejando su brazo rápidamente mientras hacía una mueca de dolor.

Se miró la zona afectada rápidamente ya que le dolía en extremo como para solo tratarse de una simple mordida. Se llevó una gran sorpresa cuando de su piel salía una enorme cantidad de sangre. Miró otra vez más al pequeño y decidió ignorar lo que acababa de hacerle, estaba asustado, alguien acababa de lastimarlo y era entendible que se encontrara así.

dragon; kiribakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora