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—No voy a hacerlo —se limitó a decir mientras se cruzaba de brazos. Continuaba con su cuerpo recargado en la pared, no tenía pensado sentarse junto a ellos. Había ido por unos cuantos minutos, pronto debería volver con Eijirou, se había escapado para hacer unos mandados y antes de que pudiera darse cuenta, Mineta lo había llevado hacia una de esas reuniones estúpidas y sin sentido de los cazadores.

—Vamos, será genial. Es un dragón completamente expuesto, oí que además de eso está debilitado por una reciente pelea y apenas puede moverse. Si vamos seguramente podremos sacarle más de un diente, quizá hasta obtengamos su cabeza —habló un chico de cabello castaño al que no reconoció.

—Ya he dicho que no, mueran —frunció el ceño.

—Katsuki, deberías venir, eres el mejor, si no contamos con tu ayuda podríamos no conseguir nada —insistió el rizado mientras lo observaba desde su lugar algo preocupado—. Incluso podríamos no tener una oportunidad similar en mucho tiempo, esto es algo deberíamos aprovechar, ¿no crees?

—Está en nuestro código el no meternos con dragones —suspiró y se dirigió hacia la puerta—. Insistan cuantas veces quieran, no pienso ir. No cazo dragones y no voy a volver a hacerlo nunca. Mueran.

Salió de ahí y cerró la puerta con algo de fuerza. Aún no comprendía cómo después del código y de todos los incidentes que habían tenido con dragones continuaban insistiendo en hacer algo así. Definitivamente los cazadores eran unos completos idiotas.

Llegó a su casa y entró intentando hacer el menor ruido posible. No quería que Eijirou despertara o algo por el estilo, no quería lidiar con él sinceramente. Pero el pelirrojo ya se encontraba despierto. Estaba sentado en la cama y se aferraba al tapado de pieles que Katsuki había colocado sobre él. Sabía que los sentidos de los dragones estaban amplificados con respecto a los de las personas normales. Por eso le había colocado su tapado con la intención de engañar a su olfato.

—Hey, Eijirou, ¿sucede algo? —se acercó preocupado al notar las muecas que realizaba el mitad dragón.

—D-duele —fue lo único que pudo decir mientras apretaba sus afilados dientes con fuerza. Sus manos ahora dejaban ver unas garras algo largas mientras las pasaba por sus propios brazos, al parecer se estaba conteniendo de mucho dolor.

—Mierda, olvidé colocarte esto —tomó el ungüento que Mina le había dado para Eijirou y lo dio vuelta en un instante sobre la cama para poder dejarlo boca abajo—. Resiste solo un poco más —se puso un poco en los dedos y se lo pasó por el ala que aún se encontraba curándose.

La respiración de Eijirou comenzó a regularse mientras él se notaba más calmado. Las garras en sus manos habían desaparecido temporalmente. Volvía a verse algo más normal, a diferencia de que en su cabeza se asomaban dos cuernos pequeños.

—¿Mejor? —se sentó frente a él en una silla.

—S-sí —tragó saliva dándose vuelta en la cama—. Lamento haberte causado tantos problemas. Desde que estoy aquí parece ser lo único que sé hacer.

—No te preocupes por eso, fui yo quien se ofreció a mantenerte aquí, en todo caso yo debo aceptar la culpa de ello —se encogió de hombros—. Por cierto, lindos cuernos —comentó mirando un poco más arriba de su frente.

—Oh, veo que salieron —se llevó una de sus manos a la cabeza y acarició suavemente los cuernos que apenas se asomaban ahí—. Ya van a irse, estoy algo alterado aún por el dolor.

—¿Tus dientes también permanecerán así? No es como si tuviera un problema con ello, solo que no recordaba que se vieran tan similares a los de un tiburón.

dragon; kiribakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora